GUILLERMO VALENCIA

Así secuestró Facebook a la democracia

El monopolio de esta red social va más allá de Instagram y WhatsApp. Se trata de un leviatán que afecta a las sociedades y genera adicción entre millones de usuarios para hacerlos susceptibles al marketing y la polarización.

Gustavo Valencia Patiño, Gustavo Valencia Patiño
2 de abril de 2019

El poder desmesurado de las redes sociales está haciéndole daño a las sociedades que tratan de regirse bajo valores democráticos. Las avalanchas de ‘trendings’ que a diario miden efectividad de campañas, discursos y debates, ocultan cómo estas plataformas inciden en nuestro cerebro y comportamiento.

En su reciente libro ‘Zucked: Despertando a la catástrofe de Facebook’, Roger McNamee explica cómo esta herramienta, construida bajo parámetros liberales por una compañía que pretendía conectar a millones de personas, se transformó en un leviatán sin regulación, que se refina continuamente para crear experiencias adictivas en nuestro cerebro.

McNamee, quien fue uno de los primeros en invertir en la compañía, cuenta que Facebook emplea estrategias que explotan la necesidad innata de comunicarnos y crear relaciones. Esto lo hace a partir del uso de emociones de odio, ansiedad, miedo y codicia, con las cuales las personas se sienten más interesadas en participar.

Este ‘Doppelgänger’ digital no solo se nos parece, sino que al ser producto del aislamiento, tiene poco discernimiento y autocrítica. Con el paso del tiempo, la red social, que otrora sirvió para conectar a las personas, dio paso a una burbuja que alimenta posturas políticas, patrones de consumo y de conducta. El escritor brasileño, Rubem Fonseca, lo sintetizó en uno de sus cuentos: “Ya se dijo que lo que importa no es la realidad, es la verdad, y la verdad es aquello en lo que se cree”.

Le puede interesar: La solución de la crisis de Venezuela pasa por Brasil

Un leviatán monopólico

Creer que el método bajo el que opera Facebook es único, es desconocer que estamos hablando de un gigante monopólico. La empresa de Mark Zuckerberg reúne a Whatsapp y Instagram dos plataformas usadas por millones de personas.

El hecho de que millones se concentren en estas redes sociales, -solo Facebook cuenta con más de 2.300 millones de usuarios- convierte a la empresa de Zuckerberg en un monopolio que se enfrenta con Netflix, Amazon y Google.

Se trata de gigantes que le hacen creer a los usuarios que tienen múltiples opciones para relacionarse con otros, pero en realidad los confinan en sus burbujas.

¿Qué prácticas antimonopolio podría tomar EE. UU. para controlar a este leviatán? Es una pregunta obligada, porque hasta que esto no ocurra, a pesar de que Zuckerberg ya lo ha solicitado, son las democracias las principales víctimas.

Lea también: Pakistán, la pieza que China necesita para reducir a India

Esto ha quedado patente en las revelaciones sobre la llamada ‘Trama rusa’, en las que se detectó que con US$100.000 se compraron 3.000 anuncios que alcanzaron a 124 millones de estadounidenses, a través de una empresa con sede en San Petersburgo. Estrategias similares han sido empleadas por el Estado Islámico para influir en el comportamiento de usuarios y reclutar voluntarios.

¿Qué opción queda frente a esta crisis? La respuesta es ser corresponsable de la data que cedemos. Debemos tener claro con quién y bajo qué términos la compartimos. Con el aumento de usuarios atentos a estas líneas rojas, surgirán empresas más descentralizadas y transparentes con la información y captación de la misma.-

Le recomendamos: EE. UU. vs China, una ciberguerra fría