ALEJANDRA CARVAJAL

El Ejército no es el enemigo

Chuzadas, asesinatos y corrupción por parte de las Fuerzas Militares vemos en los grandes titulares cada día. Intrigas, disputas por poder y mezquindades han socavado su imagen. Sin embargo, debe verse más allá y fortalecerlas, empezando por una mayor asignación de presupuesto.

Alejandra Carvajal, Alejandra Carvajal
19 de mayo de 2020

La reactivación de la economía colombiana depende de distintos factores; uno de ellos, la percepción de seguridad. Recientemente la Cámara de Comercio de Bogotá publicó la Encuesta de Victimización y Percepción, siendo los delitos más denunciados el atraco callejero y las lesiones personales. 

Dentro de las conclusiones de la encuesta se identifica un aumento significativo de la percepción inseguridad en las calles; pasó de un 28% en 2018 a un 35% en 2019. Asimismo, 8 de cada 10 ciudadanos consideran que Transmilenio es muy inseguro. El 57% de los encuestados asegura haber sido víctima de algún delito pero decidió no denunciarlo. 

La revista The Economist en su más reciente edición muestra como la pandemia está creando nuevas oportunidades para el crimen organizado, y que los gobiernos del mundo en general no están haciendo nada frente a ello. De acuerdo con Barry Latzer, profesor emérito del John Jay College of Criminal Justice con sede en Nueva York, durante la gripe española de 1918 los asesinatos aumentaron en los cinco estados más afectados por esa enfermedad en ese país. En aquella época para los gángsters el confinamiento facilitaba localizar a sus rivales, dinámica que se repite por ejemplo en Colombia, pues a pesar de la cuarentena no han mermado los asesinatos de líderes sociales, siendo muy posiblemente esta la explicación.

La situación económica generada por las autoridades para contener el coronavirus, así cómo la incertidumbre que el virus mismo genera en la economía, son caldo de cultivo suficiente para aumentar los índices de criminalidad, muy especialmente la delincuencia organizada del más alto nivel. De acuerdo con esa publicación los problemas derivados de la pandemia no tienen precedentes, no sólo en materia económica sino en lo relacionado con la seguridad nacional.

Karspersky, reconocida firma tecnológica especializada en ciberseguridad, registró un aumento de un 30% en delitos electrónicos desde que el Covid-19 se convirtió en una pandemia, tendencia que aplicaría para todo el mundo. En Sudáfrica por ejemplo, el Banco de la Reserva de ese país tuvo que emitir un comunicado en el que manifestaba que no había enviado funcionarios para recoger casa por casa billetes por su posible contaminación de Sars-CoV-2. En Brasil, las pandillas de narcotraficantes migraron al asalto de bancos. 

The Economist también advierte que una depresión profunda o prolongada, como la que empieza a vivirse, hará más fácil el reclutamiento de personas en el mundo del hampa. En Colombia el desempleo según el Dane llegó a un 12,6% en marzo (con sólo una semana de cierre), siendo las cifras de abril y mayo con toda seguridad mucho más catastróficas. 

El problema no son las Fuerzas Militares 

Diariamente vemos titulares en todos los medios de comunicación acusando de manera vehemente al ejército de multiplicidad de crímenes: asesinatos, desapariciones forzadas, chuzadas y un sinnúmero de denuncias que pueden registrarse día a día, no solamente contra el ejército sino contra toda la fuerza pública. 

Las Fuerzas Militares, sobra decirlo, son mucho más que estos escándalos. La defensa del Estado de Derecho y de la ciudadanía es la bandera de esta institución que ha sido abusada por una minoría que nada tiene que ver con las Fuerzas en sí. Pareciera que muchos quisieran acabar con el Ejército y con la Policía, cuando en el fortalecimiento de estas instituciones está el futuro del país. 

Frente a la inseguridad que se nos viene como consecuencia del Coronavirus, sólo nuestras Fuerzas Militares y de Policía serán capaces de combatirla. Nuestras Fuerzas Armadas no solamente nos protegen del crimen, sino que también mediante la Acción Integral llegan a cientos de comunidades que están en los lugares más alejados del país, cuya única esperanza de bienestar (traducido en vías, alimentación, seguridad, brigadas de salud) son el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea o la Policía.

Keynes le apostó al aumento del gasto público para acabar con la recesión de los años 30. Hasta ahora no se ve una fórmula distinta para hacer frente a la actual coyuntura económica. Es imperativo entonces aumentar el presupuesto de las Fuerzas Militares, pues ellas generan empleo y el empleo dinamiza a la economía. Con el aumento del pie de fuerza se combatiría de manera más eficaz la criminalidad, mejorando la percepción de seguridad de los colombianos al igual que la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros.

John Paul Rathbone, columnista del Financial Times y conocedor como pocos de América Latina en su columna más reciente para este diario resalta la labor del Comando Unificado de la Policía colombiana en la guerra contra el narcotráfico, y cómo su trabajo siempre será un referente para el mundo entero. Publicaciones como esta reflejan lo que la élite financiera mundial puede opinar de nuestro país, gracias a la labor de nuestra fuerza pública.

Bill Gates en sus discursos sobre la posibilidad de una pandemia, siempre advirtió que este problema de salud pública debería ser tratado como un asunto de carácter militar, pues evidentemente atentaba contra la seguridad nacional. Por esta razón también debe aumentarse el gasto público en defensa, pues tienen que crearse comandos especializados para hacer frente no sólo a la actual epidemia, sino a las posibles que puedan surgir en un futuro. No queremos repetir una situación cómo esta, que posiblemente, de acuerdo al mismo Gates, pudiera repetirse en 20 años (o antes).

A nuestras Fuerzas Militares siempre gracias, por todo lo que hacen, por una Colombia mejor.