MARIO VALENCIA

¿Cuánto de academia necesita la política?

A la academia se le critica su desconexión con los problemas reales. No extraña pues la circunstancia en que cada vez más los jóvenes dejan de creer que pasar seis años leyendo y haciendo trabajos va a mejorar su calidad de vida, mientras un político corrupto –muchas veces sin estudios o con títulos falsos- se gana en un contrato lo que no obtendrá un profesional en toda su vida laboral.

Mario Valencia, Mario Valencia
30 de septiembre de 2019

Pero eso no justifica el deterioro de las universidades, sino -por el contrario- obliga a replantear su rol en la sociedad y las estrategias que debe adoptar para que sus estudiantes sean promotores del desarrollo económico. 

La importancia de la investigación científica está fuera de cualquier discusión. Cuando a Richard Dawkins le preguntaron en una conferencia ¿cómo justifica la ciencia?, respondió: “porque funciona. Los aviones vuelan, los carros andan, las computadoras computan. Si basas la medicina en la ciencia, curas personas. Si basas el diseño de los aviones en ciencia, vuelan. Si basas el diseño de cohetes en ciencia, llegan a la Luna”. Pero algunas universidades están más interesadas en el entretenimiento de sus clientes que en las discusiones científicas. 

Mientras esto ocurre en Colombia, unos pocos países y empresas invierten sistemáticamente considerables sumas de dinero en becas e investigación en ciencia y tecnología, por medio de respetadas universidades. El ranking Scimago reportó para 2018 que, entre Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y China, existen 5.000 centros de investigación que publican 418.677 investigaciones académicas al año en promedio para cada uno de estos países. Colombia tiene apenas 99 centros de investigación que publican 12.651 documentos académicos, 33 veces menos.

Aun así, las necesidades insatisfechas de la población no se explican porque en Colombia no exista suficiente producción académica, aunque la falta de argumentos rigurosos para el análisis sea usada por políticos corruptos para imponer un sistema social y político incapaz de generar bienestar a la población. 

Los puentes, túneles, súper autopistas, metros subterráneos, intersecciones viales, hidrovías y puertos de los países desarrollados, además de ser una genialidad de la ingeniería ya descubierta y por eso aplicada, son una decisión estratégica de sus Estados. Si en Colombia no se replica no es porque no sepamos que se puede hacer o porque no hemos hecho bien el ejercicio académico de ensayo y error, sino por la defensa inescrupulosa de intereses particulares. Que en Australia se demoren 48 horas construyendo 5 kilómetros de carretera y en Bogotá meses pavimentando una cuadra no es una ausencia de conocimiento sino un exceso de corrupción. 

La solución es tener más interés y acceso a información y formación en los asuntos públicos, para que la gente considere mejor sus decisiones. Cuando la población comprenda que su bienestar no depende de la generosidad del candidato de turno sino de la presión social para que actúe correctamente, muchas cosas buenas comenzarán a pasar.  

Adenda: Ojalá en Bogotá, con la información disponible, no se cometa el absurdo de reelegir a Peñalosa en cuerpo ajeno.