CLAUDIA VARELA

En qué estás pensando

En estos días se prueban tantas cosas. Que la plata es solo un medio transaccional, por ejemplo, que aunque tengamos mucho poder en el mundo material el control es imposible.

Claudia Varela, Claudia Varela
29 de marzo de 2020

Controlamos realmente muy poco, aunque nuestra arrogancia nos hace creer que sí.

No hay nada comprado. Un día sonreímos y al otro día vemos cómo tenemos que encerrarnos y mirar a nuestro alrededor para no acercarnos a ningún otro humano.

He recibido cientos de videos con mensajes profundos, de aguante, de reflexiones. Creo que la más grande reflexión está en mirar hacia adentro. Me gusta ver que todos estén en una onda de pensar más la vida.

Aun en estos momentos que llaman más a una mirada interior seguimos mirando hacia afuera y tenemos una necesidad compulsiva de que otros sepan lo profundos que somos. Lo buenos que somos. Lo maravillosas y perfectas que son nuestras familias encerradas.

Yo sigo mirando hacia adentro. Yo sigo pensando en la cantidad de errores que cometo todos los días y en lo poco agradecida que termino siendo. La vida espiritual hace que la gente que realmente cree en algo más allá de un buen carro, tenga unos días de más paz.

Veo cómo a algunos los enloquece el encierro. Yo hubiera pensado que yo podría ser uno de estos seres humanos, pero en estos días, a pesar de que extraño enormemente a mis hijos que no están, descubro que el encierro no es castigo cuando tienes otras formas de ver el mundo.

Responsablemente hay que quedarse en casa. Hacer lo humanamente posible porque por fin haya un pensamiento colectivamente social que haga que me cuide yo y cuide a otros. Hay situaciones que frustran, que aburren. Entender que no puedo salir y hacer mis rutinas termina por desajustar mis planes. Pero podemos habituarnos a todo y ya he encontrado maneras de trabajar, entrenar, cuidar a los que quiero, descansar y hasta comer bien.

Me cansa un poco entender cómo hay que mantenerse inquebrantable. Si bien esta es una situación que hay que saber manejar, también es válido llorar, aburrirse, quejarse. Un buen libro, una copa de vino, una serie que me emocione, un almuerzo de Pepe Grillo y los besos de mis perros que no entienden por qué los mimo tanto en esta temporada.

Me hacen falta cosas de afuera. Y desde el corazón me entusiasman las risas y frustraciones que comparto con todos los chicos de la oficina. Eso hace falta, pero no son las paredes son las emociones de construir negocios diarios y compartir la finitud de la existencia bajo un esquema organizacional.

Todavía estoy pensando y sigo preguntándole al Universo qué es lo que debo hacer para devolver al menos un poquito al mundo los privilegios (no hablo de plata) que he recibido en estos años.

Hoy vale la pena agradecer. No pontificar, ahora no nos pongamos a evangelizar a los demás sobre lo bien portados que estamos en el coronavirus.

Quiero leer más. Valorar más. Encontrar cosas nuevas que me hagan crecer el corazón. Reflexionar desde el amor y olvidar la arrogancia de que solo yo tengo la razón. La vida es muy simple, pero nos empeñamos en hacerla difícil.

El coronavirus nos va a dejar más allá de problemas económicos. Espero que nos deje mejores corazones y más reflexiones, mayores retos laborales, pero sobre todo propósitos más claros. Gracias a todos los que se guardan a cuidarse y a pensar en los demás y gracias a todos los que entienden que hoy no hay izquierda ni derecha sino muchos corazones tratando de amortiguar a otros. ¿Y tú en que estás pensando en esta temporada?