ADRIANA MOLANO

Natillas impresas y otras gastrocuriosidades que nos depara el futuro

Llegue al restaurante, el mesero le tomará una prueba de laboratorio, una máquina sazonará con los nutrientes que requiera su dieta y una mano robot preparará su cena. ¿Antojado?

Adriana Molano, Adriana Molano
13 de diciembre de 2019

La cocina es a la cultura tanto como lo tecnológico es a las empresas; sin embargo, gracias a la creatividad científica y a las múltiples posibilidades que abre el futuro, los fogones evolucionan y se proyectan con forma de inyectores de sabor y nutrientes al servicio de los comensales.

Las industrias alimenticias y farmacéuticas han encapsulado nutrientes y especias por décadas, así que pensar en convertirlos en una suerte de tinta para impresora no es nada sorprendente; tal vez lo más intrigante detrás de la posibilidad de imprimir alimentos es conocer la sazón del chef robot.

Nuestras abuelas –por no decir la mía– preparaban la mejor natilla del mundo (esto en boca de casi todos nosotros); todas tenían un truco secreto, todas tenían una fórmula propia que habitualmente no estaba registrada en el cuaderno de recetas que llevaban con paciencia y satisfacción: mezclar leche con fécula de maíz y panela, cocinar, revolver, dejar enfriar y servir sola o acompañada del dulce de frutas… Cada natilla es distinta, así provenga de una caja, ¿pero qué tan distintas serán las natillas impresas que nos depara el futuro?

Hablar de la sazón es hablar del alma de las cocinas. Dicen que se nace con ella, que se puede afinar con técnicas y prácticas, pero que al final es tan única como quien propicia la magia de combinar ingredientes y producir un plato que conmueva paladares. Me pregunto cómo se programará la sazón y me imagino que será del mismo modo que se desarrollan inteligencias artificiales capaces de crear arte o de ganar en juegos ancestrales.

Al parecer, la nueva ‘sopita de mamá’ vendrá ya no en caja precocida sino en cápsulas listas para imprimir y servir. El universo del 3D sigue en evolución y uno de los asuntos que más curiosidad despierta –luego de la posibilidad de imprimir armas plásticas que pasarían todos los sensores de los aeropuertos sin ser detectadas– es la del futuro de los alimentos mediados por la tecnología.

Pero hasta aquí no llega el futuro de la gastronomía, porque, sin lugar a dudas, esta será una de las industrias que mayores revoluciones vivirá en las próximas décadas. Tenemos una reivindicación por los sabores locales y la producción limpia aplicando saberes ancestrales, mientras en paralelo se da una mayor tecnificación en los procesos de preparación, de cara a llevar la mayor cantidad de nutrientes al plato.

La cadena de producción, distribución y servicio está siendo hackeada para el sector horeca –referido a hoteles, restaurantes y cafés–. El nuevo ‘atendido por su propietario’ podría venir de la distopía robótica, donde serán las máquinas las que además de atender todo el ciclo de producción, generen, armen y sirvan en los restaurantes. 

Unos meses atrás tuve la oportunidad de degustar hamburguesas preparadas por un robot. Gracias a la calidad de los ingredientes seleccionados resultaron muy gustosas –aunque lo orgánico resulta siempre más sabroso cuando se llevan días comiendo ‘huevos falsos’ aderezados con polvos potenciadores del sabor–. Sobre el proceso de producción de la mano de robots, debo decir que por ahora los hábiles cocineros no tienen mucha competencia más allá del show que provee el sistema automático. 

La siembra, monitoreo y cosecha mediados por el Internet de las cosas son una realidad en los campos más tecnificados; la logística gestionada por máquinas está inventada hace años; el restaurante japonés que imprimirá diminutos cuadrados de cada ingrediente para armar sushi pixelado con inyecciones de los nutrientes que cada comensal necesite según un diagnóstico de laboratorio inicial abrirá puertas en 2020; el último eslabón por conquistar somos nosotros y tal vez el próximo Master Chef que produzcamos sea entre robots.

¡Felices fiestas con deliciosas natillas en olla de barro, de cajita o impresas!