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Al paredón con María Isabel

¿Quiénes son los que lo tienen sentenciado?

El senador Germán Vargas Lleras le contesta esta pregunta a María Isabel Rueda.

3 de diciembre de 2005

M.I.R.: ¿Cómo se siente? G.V.LL.: Vivo en una zozobra permanente desde el anterior atentado, hace tres años. No sólo recibo amenazas directas, sino informes de inteligencia y de numerosas personas, regularmente. Eso se me ha convertido en un infierno. Ya no sabe uno diferenciar qué es cierto o falso, pero tratamos de procesar y analizar todo ese cúmulo de información. M.I.R.: ¿Tenía información concreta sobre este atentado? G.V.LL.: En diciembre pasado, siendo yo presidente del Congreso, un informante en mi oficina permitió el decomiso de una carga de anfo importante, en el sur de Bogotá. En términos prácticos, la información dio positiva. Esas mismas personas estuvieron en mi oficina hace tres semanas. En la reunión estaban presentes el comandante de la Sijin de Bogotá y el coronel de la Policía que actúa como enlace del Congreso. El informante me advirtió que se estaba nuevamente fraguando un atentado para muy pronto y que las personas encargadas de hacerlo ya estaban en Bogotá. Según la información, detrás de esos planes estaban unas personas que pertenecen al Congreso. M.I.R.: ¿Congresistas? G.V.LL.: Sí, congresistas. M.I.R.: ¿Una alianza de políticos con narcos? G.V.LL.: Yo no dije eso, lo dijo el periódico El Tiempo. M.I.R.: ¿Y dieron nombres de esos congresistas? G.V.LL.: No. Esa información la Policía debía procesarla. Y como ocurre muchas veces, esos informantes tenían mucho recelo de la institución. En la ocasión anterior, me refiero al decomiso del anfo, les dieron una recompensa muy bajita, y luego les robaron la plata, según ellos, agentes mismos de la Policía. M.I.R.: Hay quienes montan los hechos que después denuncian para que les den la recompensa? G.V.LL.: Sí, eso sucede. Pero poco después apareció una segunda fuente con la misma información, pero este informante ofreció además las grabaciones donde están las voces de los congresistas que supuestamente orquestaron este atentado. Estamos pendientes de recibirlas. El coronel Óscar Naranjo está a cargo de la investigación. M.I.R.: Personaje de toda mi admiración y confianza. ¿Y la teoría de las Farc? G.V.LL.: Siempre he creído que detrás de los atentados contra mi vida han estado las Farc. Y, más concretamente, un frente que dirige el famoso 'Paisa'. Probablemente esta es la hipótesis más segura. Pero, existiendo la otra información, solicito que la investigación abarque todas las hipótesis. M.I.R.: Pero sobre lo de los congresistas no hay nada concreto? G.V.LL.: ¡Claro que hay! Están los informantes, y eso es suficiente para no descartar esa hipótesis; o si no, quedamos como en el caso Galán, que cogió fuerza una tesis y el resto de la información se subestimó. M.I.R.: Se subestimaron los lazos políticos? G.V.LL.: Exactamente. Yo lo que he dicho es que aunque los autores más probables son las Farc, no desechen la otra información que nos ha llegado. M.I.R.: ¿Tiene que ver con el paramilitarismo ¿Con el narcotráfico? G.V.LL.: No podría afirmarlo, pero sí merece ser investigado. En mi anterior atentado pasó lo mismo. Primero se responsabilizó a las Farc. Y luego, a un eleno que era informante y a su turno provocaba los atentados. Tres años después, la investigación está muerta. Me volaron los dedos de la mano, y no hay nada concreto. M.I.R.: ¿Qué siente uno de seguir vivo después de dos atentados terroristas y de un accidente al que sobrevivió de milagro? G.V.LL.: Fue grande el impacto. No he tenido tiempo de reflexionar. M.I.R.: Pero ¿hay algo que en su interior le diga no, esto no vale la pena así? G.V.LL.: Mi retiro no es una opción. A mí me tienen sentenciado. Me convertí en un objetivo militar no temporalmente, sino de por vida. M.I.R.: Pero en Colombia casi todo el mundo habla mal de las Farc, cada uno en su medida y de acuerdo con su circunstancia. Hay otros congresistas distintos a usted que hablan mal de las Farc; ministros, empresarios, periodistas, campesinos... ¿Por qué se ensañarían específicamente contra usted? G.V.LL.: Nadie reveló con más vehemencia que yo, la situación que se presentó en el Caguán. Mi debate condujo a que se terminara el proceso de paz. Nadie en el Congreso ha propiciado una legislación más clara para fortalecer la acción de la Fuerza Pública. En asuntos como el intercambio humanitario nadie ha tenido una posición más firme que la mía: he exigido condiciones que las Farc no aceptan. Primero, cualquier avance debe comprometer a las Farc a renunciar al secuestro como instrumento de lucha política. Y segundo, involucrar en ese intercambio a la población civil objeto de extorsión. M.I.R.: ¿Ser, como usted dice, un objetivo terrorista permanente, no lo desanima? G.V.LL.: Me desanima, y naturalmente me preocupa pero, como le digo, no tengo mucha opción. Si yo mañana tomara la decisión de retirarme, lo único que lograría probablemente sería continuar con el mismo riesgo y sin ninguna protección. M.I.R.: Terrible? G.V.LL.: Usted sabe muy bien que la solidaridad del Estado no existe. Personas que en años anteriores han afrontado situaciones y asumido riesgos enormes terminan abandonados por el Estado? M.I.R.: Como el trágico caso del ministro de Justicia Low Murtra, al que mataron tomando un bus? G.V.LL.: No sólo ministros. Encuentra uno en la calle deambulando sin ninguna protección a magistrados que recientemente abandonaron la sala penal de la Corte y que firmaron muchísimas extradiciones. El día que abandonaron el cargo les fue retirada toda la protección. El Estado responde por quienes están ocupando en un momento dado una investidura pero, más allá, no tiene la capacidad de actuar para proteger a quienes ya no ostentan una dignidad. Quedan a su propia suerte. M.I.R.: ¿Existe la opción de tomar un receso en su actividad política? G.V.LL.: No. Recesos no, menos en este momento crucial en que se define el futuro del país. Continuaré actuando por convicción. Soy una persona de mucha determinación, no me amilano, ni me doblegan con facilidad. M.I.R.: ¿Cómo hace el Estado para proteger a cada una de las personas que le han servido? G.V.LL.: Difícil, no hay los recursos suficientes ni para proteger a las personas que tienen una responsabilidad actual ni a quienes la han tenido en años anteriores. M.I.R.: A pesar de todo, no se retira ni temporal ni definitivamente de la política? G.V.LL.: Tengo políticamente unos compromisos que no puedo abandonar. Llevo un año estructurando una organización a la cual se han vinculado decenas de destacados colombianos a quienes personalmente motivé para que aspiraran al Congreso. No voy a fallarles. A Cambio Radical pertenecen cerca de 45 parlamentarios, una fuerza determinante en el Congreso. Muchas personas que tienen liderazgos grandes en sus regiones o sectoriales. Están muy ilusionadas. Si resolviera abandonarlos, les causaría una gran frustración. M.I.R.: Aprobada la reelección, no hay candidatura suya y hará campaña a favor de Uribe... G.V.LL.: Si no logramos superar esta situación de violencia, no vamos a tener futuro en este país. Eso implica darle sostenibilidad, continuidad y respaldo político a la seguridad democrática y a lo que eso significa en términos de avanzar militarmente en la derrota de esas organizaciones. Acompañé al presidente Uribe la vez pasada con un solo propósito, que se pusiera en marcha el plan de seguridad, y voté la reelección exclusivamente con el fin de que esa política continúe, y arroje resultados. Celebro que la Corte nos permita tener esa opción política. Estamos en la mitad de un conflicto y, nadie más adecuado que Uribe para conducirlo. Por eso depongo cualquier aspiración personal. M.I.R.: ¿La aplaza, pero subsiste? G.V.LL.: Sí, pero es subalterna al objetivo principal. M.I.R.: El presidente Uribe, horas después del atentado, y ante los reclamos que usted hizo sobre las condiciones de su seguridad, dijo que usted 'es un desagradecido'. ¿El atentado los dejó peleando? G.V.LL.: No. La seguridad que me brindaron me salvó la vida. Mis reclamos, más que al Presidente, al gobierno, demandaban que se restableciera un esquema adecuado de seguridad que sólo vine a tener dos días después. M.I.R.: ¿Es cierto que tres días después del atentado no le llegó la escolta y, para que no cogiera taxi, Juan Lozano le brindó la suya para que llegara a la Universidad del Rosario? G.V.LL.: Sí. Espero que eso no vuelva a ocurrir. Mis reclamos son justos. M.I.R.: Es cierto que el carro de blindaje cinco que finalmente le asignaron lo usaba la esposa del director del DAS? G.V.LL.: Tengo entendido que era un carro de reemplazo del director. M.I.R.: ¿Cuándo se va a volver a ver con el Presidente? G.V.LL.: El miércoles, para acabar de limar asperezas. M.I.R.: Le insisto en una última pregunta:¿Cómo lo condiciona hacia el futuro este nuevo y bárbaro atentado contra su vida? G.V.LL.: Tendré cada día mayores restricciones de índole personal, que limitan mi vida enormemente. Y segundo, me condiciona el futuro porque siento que la amenaza contra mi vida subsiste. M.I.R.: ¿Usted es un hombre sentenciado que asume su circunstancia? G.V.LL.: No tengo otra opción.