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¡Creo que mi gato me está juzgando!

Su mirada es enigmática, tierna y a la vez contundente, pero lo que comunica también es personal. Juan David Agudelo nos confiesa lo que le dice la de ‘Miaw’.

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Juan David Agudelo, Fundador De Gatificando
14 de febrero de 2017, 11:19 a. m.

Son incontable las veces que me siento observado. Estoy mirando televisión, sentado frente al computador, leyendo un libro o planchado la ropa y siento esa mirada fría en la nuca. Lentamente empiezo a girar la cabeza al buen estilo de película de terror y encuentro esos ojos color ámbar fijos en mí. Es mi gata mayor, Miaw. 

¿Qué pasa? Le digo tan naturalmente como cuando tu pareja te mira mal cuando hiciste o haces algo que no le gusta, y un pequeño quejido que no tiene onomatopeya, pero que sería como un pálido y perezoso “miau” que sale de su peludo ser. 

Es inquietante como estas pequeñas criaturas pueden entablar contacto visual con los humanos y hacerte sentir incómodo, juzgado, como si tu presencia no fuera grata para ellos. Te miran como si tuvieras que saber que está pasando por sus cabezas y fuera tu obligación cumplir todos sus deseos con tan solo mirarnos. 

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Duré bastante tiempo en aprender qué significa la mirada de mis gatos. Al principio pensé que era cariño, así que me acercaba y como todo dueño de gato, como si le hablara a un bebé le decía “¿qué pasó mi cosita hermosa?” Solo para que cuando estuviera a milímetros de su cabeza en un movimiento al estilo boxeador esquivara mis dedos y diera dos pasos hacia atrás, los suficientes para que mi brazo no la alcance. 

Muchas otras veces cada vez que me acercaba tratando de entender su mirada, ella salía corriendo y antes de girar en la esquina de una pared, se volteaba a mirarme para ver si la estaba persiguiendo. ¡Claro, está jugando! Ese fue mi rápido veredicto a su reacción, así que salía corriendo detrás de ella hasta que lograba esconderse debajo de la cama y en un pesado juego de las escondidas, yo volvía a salir corriendo para otro lado, y ella era la que me perseguía. 

Otras tantas veces, me encontraba teniendo una conversación en forma de monólogo con mi gato. Cada vez que se paraba fijamente en un mueble le preguntaba sus deseos. ¿Quieres comida? ¿Quieres jugar? ¿Quieres galletas? ¿Quieres tu ratón? ¿Quieres salir?  Nunca tuve respuesta, pero obviamente nunca se negaba el placer de comer sus snacks favoritos. 

Foto: 123 RF

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Cada vez que veo a los gatos mirando fijamente me pregunto: ¿qué estará pasando por su cabeza? Creo que es algo que va mas allá a las necesidades primarias de un animal, siento que no solamente me mira, sino que me observa, me juzga con su mirada fija y ojos semi-cerrados. Siento que desnuda mi alma y sin decir ni “mu”, bueno ni “miau”. Descubre los más profundos secretos que tengo escondidos y que nunca me he atrevido a decirle a nadie. 

A veces siento que tenemos conversaciones con las miradas y es ahí cuando aprovecho para decirle que la amo, cierro lentamente los ojos y los vuelvo abrir, es como un parpadeo en cámara lenta. Sin el ceño fruncido, sin ninguna clase de prevención o energía, solo cerrar los ojos es la forma de decirle a tu gato que lo amas, ella me responde, a veces ella me dice primero que me ama, porque sé que nunca cerraría los ojos ante un depredador. 

En fin, ¿qué te dice tu gato con su mirada? Eso es algo que lo dejo a tu imaginación, yo simplemente creo que me juzga por el hecho de ser humano y no gato. Al fin y al cabo, ellos saben que son mejores que nosotros. 

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Por: Juan David Agudelo

Fundador de Gatificando

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