ESPECIAL SOSTENIBILIDAD

El negocio es cuidar el ambiente

Eduardoño le apuesta a la sostenibilidad y apunta a objetivos claves como la comercialización de productos que no atentan contra la naturaleza, la educación y la implementación de políticas ambientales.

17 de junio de 2010

Dos toneladas de basura ensucian las playas del malecón de la ciénaga de Ayapel, Córdoba. Un grupo de jóvenes con gorras azules llenan costales con botellas, empaques y demás desperdicios que la gente tira porque, según Kelly Hernández, “ a ellos se les olvida que es importante tener un ambiente limpio. Somos los jóvenes quienes tenemos que liderar proyectos que no permitan más esto”.

Ella y sus compañeros son estudiantes de varias instituciones educativas del municipio que aceptaron la invitación a la jornada de limpieza a la que Eduardoño convocó en 2008 para comenzar el proceso de concientización ambiental, un proyecto clave para sembrar las bases de una sociedad sostenible.

Un año después, el panorama era diferente: los grupos ambientales de los colegios hicieron de nuevo jornadas de limpieza en diferentes zonas y desarrollaron programas con las comunidades, pero había tonelada y media menos de basura que el año anterior. Sin duda, el resultado planteaba un gran reto y demostraba que la educación es un motor del cambio cultural.

“Este proyecto comenzó en 2007, cuando en un trabajo conjunto con Yamaha Motor Company empezamos a vincular a los jóvenes a la limpieza de playas. La idea era estimularlos porque son un público receptivo y porque su formación permite replicar el conocimiento”, recuerda Jorge Restrepo Palacios, presidente de Eduardoño. La estrategia se plantea en alianza con la multinacional al ser la empresa colombiana la distribuidora oficial de sus productos.

Esta “alianza responsable”, como la denomina Restrepo, ha logrado que la experiencia de Ayapel se multiplique en Barú, Tumaco, Sapzurro, Buenaventura y Guatapé y que en los últimos tres años se hayan vinculado 900 personas y recolectado más de 14 toneladas de basura.

Experiencias como esta han posicionado a Eduardoño como una compañía comprometida desde sus inicios con la defensa y el cuidado del ambiente. Para la empresa esto es un tema ligado a su naturaleza y a su objeto social. Hace 64 años, Eduardoño se aproximó a la protección ambiental sin que el tema tuviera la vigencia que hoy representa. Desde esa época se ha concentrado en desarrollar un modelo empresarial en el que proteger mares y ríos significa al tiempo proteger el negocio.

Formar ‘Conciencia azul’

Uno de los objetivos de Yamaha Motor Company es coexistir armónicamente con el medio ambiente. Bajo el eslogan ‘En armonía con la naturaleza’, la División de Negocios Marinos desarrolla las jornadas de limpieza de playas con sus distribuidores a nivel mundial, en este caso con Eduardoño.

Estas comienzan con una charla educativa dictada por la Fundación Eduardoño, en la cual se hace énfasis en la problemática ambiental de la zona de influencia y la importancia de cuidar el ambiente para el desarrollo sostenible de la población.

Luego, se entrega a cada participante un kit con elementos que permitan una recolección segura y se comienza un recorrido por un área delimitada en donde los estudiantes no solo recolectan la basura, sino aprenden a identificar los residuos peligrosos y el efecto que estos tienen en el ecosistema cuando entran al agua.

Comprometidos con la sostenibilidad

En los últimos años se ha hecho evidente la importancia de iniciativas de conservación y preservación. Constantemente se recibe información sobre el cambio climático y sus consecuencias, la escasez de los recursos naturales y su progresivo agotamiento, además del impacto de acciones que hasta ahora se veían como cotidianas y que hoy representan un atentado contra el ambiente. Esto indujo a las empresas a pensar en el tema de sostenibilidad como un compromiso serio de cara al futuro.

Restrepo considera que desafortunadamente no siempre las acciones de sostenibilidad constituyen un compromiso real. “Para algunas empresas el esfuerzo se centra en crear objetivos mediáticos de corto plazo que ayudan a mejorar su reputación. Sin embargo, existen otras, más visionarias que hacen cambios de fondo: replantean sus estrategias corporativas, implantan prácticas sostenibles en todos los eslabones de su cadena de valor, ofrecen productos más amigables con el entorno y por tanto obtienen mayores y mejores resultados en el impacto medio ambiental y en muchos casos, logran incluso reducir sus costos internos. Este tipo de prácticas sólidas ayudan a crear conciencia y cultura”, explica.

Eduardoño pertenece a este segundo grupo de empresas que vinculan la responsabilidad social, la ambiental y la rentabilidad económica para asegurar su futuro y definir nuevas líneas de negocio que mantengan ese vínculo.

La gestión comienza desde adentro. En Eduardoño todos los empleados, además de realizar sus funciones diarias, adoptan una cultura de protección ambiental que se ve reflejada, por ejemplo, en la disminución en el consumo de papel y demás hábitos que son promovidos como política de la organización.

Preservar es rentable

El agua es fundamental en todos los procesos. Eduardoño es consciente de esto y por eso trabaja sin descanso por conservarla.

El agua es un recurso vital pero finito, de ahí la insistencia en su uso racional. Los bosques, mediante los ríos, son las fuentes primarias que permiten atender las necesidades humanas e industriales. Sin embargo, la contaminación industrial y agrícola, la deforestación, los incendios, las obras de infraestructura mal planificadas, la minería, el comercio de especies silvestres y la pesca excesiva, son algunos de las causas del deterioro de ríos yhumedales y por ende, de la pérdida de oferta ambiental.

Generar prácticas amigables con el ambiente como reciclar, reducir los impactos de las actividades humanas, a la vez que tratar las aguas y cuidar la biodiversidad, son algunas alternativas de solución que Eduardoño tiene en cuenta para desarrollar los productos que entrega al mercado.

Estas iniciativas no solo disminuyen costos sino que aseguran la permanencia de la empresa. Para Restrepo el asunto es claro: “Sin mares ni ríos la empresa no tendría sentido y por eso trabajamos por cuidar estos bienes universales”, agrega.

Para ser coherentes con ese compromiso, Eduardoño trabaja con los usuarios de los motores fuera de borda para incentivar el cambio de los que son dos tiempos por los cuatro tiempos, que impactan menos a los ecosistemas.

Este cambio de tecnología garantiza un ahorro importante, pues estos motores consumen en promedio el 30 por ciento menos de combustible que los de dos tiempos. También proporcionan mayor comodidad, pues hacen menos ruido, vibran menos y emiten menos gases contaminantes, lo que redunda en más y mejores beneficios para la salud de los pilotos, tripulantes y el ambiente en general.

También se busca transformar los sistemas de lubricación y la eliminación del aceite quemado en las cámaras de combustión, para evitar la salida de los gases azulados. De esta forma, al no haber mezcla de aceite en los productos de combustión se reduce el humo y se contamina menos.

En este sentido también se busca mejorar la calidad de los lubricantes que fabrica, es decir, hacerlos más duraderos para que haya menos desechos. A estas iniciativas se suma el interés permanente de realizar campañas con la Red de Distribución y clientes finales para que dispongan adecuadamente el aceite usado y los envases.

Estos procesos hacen parte de la exploración permanente de nuevas tecnologías que minimicen los impactos ambientales y consoliden implícitamente la permanencia del negocio.

Soluciones ambientales para mejorar la calidad de vida (historia)

La sostenibilidad comienza desde que se piensa por primera vez en crear un producto o servicio.

El componente social es fundamental en la estrategia de sostenibilidad de Eduardoño. La compañía confía en que la educación y la participación ciudadana son grandes herramientas de cambio.

Según el último Censo de Población realizado por el Dane durante 2005, la tasa de cobertura de acueducto en Colombia es del 83,2 por ciento. No obstante, prevalece un contraste significativo entre las áreas urbanas y rurales: 94,3 por ciento y 47,1 por ciento respectivamente. Asimismo, la falta de sistemas de alcantarillado constituye una grave amenaza para la comunidad en general, pues según este censo, la tasa de cobertura de alcantarillado en el país es de 73,1 por ciento y de igual manera hay una diferencia notoria entre la población urbana (89,7 por ciento) y la rural (17,8 por ciento).

Para atende esta problemática, Eduardoño decidió aportar al desarrollo de las comunidades al incluir en su portafolio una línea de soluciones ambientales que facilita a los habitantes de algunas poblaciones obtener aguas más puras e iniciar el manejo adecuado de las aguas residuales.

Actualmente, la empresa ha vendido soluciones de agua potable a diferentes instituciones gubernamentales y privadas en más de 140 localidades colombianas, desde Leticia hasta la isla de San Andrés. Más de 2.000 familias cuentan con agua y saneamiento básico a través de sistemas sépticos y plantas de tratamiento de agua residual, entre las que se encuentran las plantas de la empresa española Salher, que ofrecen sistemas que superan, incluso, los estándares actuales de remoción que establece la normatividad ambiental colombiana.

De esta forma, Eduardoño no solo mejora la calidad de vida a los pobladores, sino que también ayuda a que las aguas residuales y los desechos industriales vuelvan al ambiente luego de recibir el tratamiento necesario.

En la misma la línea de comercialización responsable y en la búsqueda de proveedores coherentes con la política de protección ambiental, Eduardoño se unió a la empresa norteamericana Sea Recovery, que fabrica plantas desalinizadoras para potabilizar el agua de mar y reducir así el consumo excesivo de agua dulce, que es cada vez más escasa.