Iannucci está feliz de ver a Hugh Laurie regresar de lleno a la comedia.

Televisión

“Si tienes posiciones firmes, deberías poder soportar un insulto”, Armando Iannucci

Armando Iannucci demostró ser un maestro del humor político en 'Veep'. Ahora, en ‘Avenue 5’, un estreno protagonizado por Hugh Laurie, explora un escenario futurista en el que le saca humor al comportamiento de las masas en situaciones de crisis. ARCADIA habló con él.

Alejandro Pérez
21 de enero de 2020

De la mano de Armando Iannucci, creador de la ácida serie de humor político Veep, la actriz Julia Louis-Dreyfus (Seinfeld, The New Adventures of Old Christine) ganó seis premios Emmy seguidos. Nadie lo había logrado antes y probablemente nadie lo vuelva a conseguir. Pero si bien la ególatra vicepresidenta Selina Meyer y su equipo de asistentes dejaron una marca profunda en los espectadores y críticos, no se trata del primer grupo de personajes con el que Iannucci ha tatuado la cultura popular.

Quizás lejanos de Colombia, es obligado mencionar a personajes como el pusilánime periodista y presentador Alan Partridge (interpretado por Steve Coogan) y el despiadado jefe de prensa de un partido político en el Reino Unido, Malcolm Tucker (un brutal papel de Peter Capaldi en la serie The Thick of It).

También se deben destacar los pasos de Iannucci en la pantalla grande. Escribió y dirigió The Death of Stalin (2017), una cinta brillante en la que retrata la reacción paranoica de los integrantes del consejo de ministros soviético frente a la muerte del líder supremo, Josef Stalin, en 1953. En el cine también vine de estrenar en el Reino Unido la cinta The Personal History of David Copperfield, en la que rinde su personal estilo de homenaje.

Esta entrevista, sin embargo, viene por cuenta de su nueva creación, Avenue 5, una serie peculiar que recién estrenó el domingo la cadena HBO. En esta, Hugh Laurie (Dr. House, Veep) interpreta Ryan Clark, el capitán del Avenue 5, un crucero espacial de lujo que lleva un viaje tranquilo hasta que las dificultades técnicas mandan todo al caos.

Iannucci, escocés, habló telefónicamente con ARCADIA sobre el humor en tiempos de lo políticamente correcto, sobre sus inspiraciones, su reparto y sus personajes pasados y presentes.

¿Ha cambiado su manera de escribir en esta era de lo políticamente correcto?

No creo que haya cambiado, y no siento que deba cambiar nuestra manera de hacer comedia. Cuando escribes, en general estás al tanto de lo que sientes, y si lo haces desde el cuidado no puedes escribir ningún chiste sobre nadie por temor a ofenderlo. Siempre he creído que no hay nada de malo en ofender y ser ofendido, si tienes opiniones y miradas firmes debes ser capaz de aguantar chistes.

¿Por que escogió al espacio como escenario para esta comedia?

Porque da un lienzo en blanco, porque no hay reglas establecidas. Y por ahí va el tema del show. Mostrar cuando estas 5.000 personas, que están en el espacio, en el Avenue 5, cuestionan las reglas de la tierra y se dan cuenta de que, quizás, necesitan hacer reglas propias para acomodarse. También, muchos personajes evalúan sus vidas hasta ese punto y se preguntan si quieren comportarse, o no, de otra manera. El espacio ofrece un escenario en el que puedo poner a gente lejos de su zona de confort y ver cómo se comportan.

Cuenta con un elenco interesante, ¿cómo fue el proceso de casting?

Siempre varían estos procesos. Supe que quería escribir algo para Hugh Laurie. En el Reino Unido se le conoce como un gran actor cómico y me alegró mucho verlo regresar a eso. Él estuvo involucrado desde muy temprano en todo

Con otros actores he trabajado antes. Con Nikki Amuka-Bird, la cabeza del ‘Mission Control‘ en la tierra, recién terminé de hacer una película. También trabajé en muchas ocasiones con Rebecca Front.

Para el resto de talentos nos apoyamos en grandes directoras de casting en el Reino Unido y en Los Ángeles; con esta última trabajé de cerca en Veep e hicimos muchas audiciones. Me gusta definir el reparto temprano, saber con quién contamos, ponernos cómodos como equipo, ya sea improvisando diálogos o explorando los personajes.

Yo les repito a ellos que "nosotros lo escribimos pero este un trabajo colaborativo", para que no sientan que tienen que ceñirse estrictamente a la página. Es interesante que las cosas se puedan modificar y que salgan nuevas ideas mientras rodamos. Así que armamos un equipo que se sintiera cómodo en estas condiciones. Además, trato de ser tan internacional en esa búsqueda como pueda.

¿Sacar a un millonario de su zona de confort y verlo perder el control? Suena fantástico. Foto: HBO

¿Qué lo inspiró a crear Avenue 5?

Nació de mi interés por no hacer otro show de humor político. Estoy muy orgulloso de ese trabajo que he hecho, pero quería cambiar. Me interesó mucho la demencia natural de las turbas, la manera en la que se comportan. Quizás tiene que ver con las redes sociales, pero parecemos estar viviendo demasiado en el GROUPTHINK (‘Pensamiento de grupo’, una expresión acuñada por el psicólogo Irving Janis en 1972 para describir el proceso por el cual un grupo puede tomar decisiones malas o irracionales): nos gusta encontrar gente que esté de acuerdo con nosotros y quedarnos ahí, y mantener una distancia de la gente con la que no estamos de acuerdo.

También está esa sensación, quizá relacionada con el cambio climático, de fatalidad inevitable, y nadie parece saber capotearla. Eso me atrajo desde lo emocional. Y pensé que este escenario volátil, que tiene a 5.000 personas tan cerca de una posible anarquía, era interesante para jugar.

La historia parece fantástica, pero vivimos en épocas en las que Elon Musk ya plantea ya viajes alrededor de la luna. ¿Cómo ve esta situación?

Me emociona pensar en ello pero sé que yo no viajaría. Sufro de muchos rebotes en los viajes, por lo cual, definitivamente, no sería un buen astronauta. Pero debe ser emocionante. Ahora, infortunadamente, es solo para millonarios por su costo astronómico, pero ojalá un día sea asequible a quien lo quiera.

Por otro lado, mucha gente habla de la sensación de bienestar que produce ver al planeta Tierra desde otra perspectiva y, a la vez, darse cuenta de lo frágil y hermoso que es. Y esa mirada podría tener un impacto significativo en esta emergencia climática que vivimos.

‘Avenue 5’ parece no tocar directamente la política, pero uno de sus personajes es un millonario abusivo. ¿Lo inspiró en algo Trump?

Hay un elemento de él, sí, pero también de cualquier político o persona que cree que por el solo hecho de tener dinero puede tener el poder. Y me gustó explorar lo que sucede cuando alguien así pierde el control de las circunstancias que lo rodean, cuando su dinero no le puede comprar la seguridad y la tranquilidad.

Avenue 5 no es directamente política, aún así, con el paso de los episodios comenzamos a ver lo que pasa al tiempo en la Tierra y hay referencias a la Casa Blanca. En el centro de la serie está el comportamiento, y cómo lidiamos como sociedad y como individuos con una circunstancia que pone el mundo patas arriba. Esa es la inspiración más actual.

Usted ha escrito y creado personajes contundentes y ácidos como Alan Partridge (serie del mismo nombre), Selina Meyer (Veep), Malcolm Tucker (The Thick of It), incluso uno histórico como Nikita Kruschev (The Death of Stalin). Ahora Ryan Clark está en el centro de Avenue 5, ¿hay algo que una a todos estos personajes o los considera universos distintos?

Nunca lo había pensado, no sabría decir qué los une a todos excepto... Todos tienen una imagen enorme de sí mismos, todos aspiran a ser el centro de atención y se frustran muchísimo cuando no lo son. Esto funciona para todos, exceptuando a Ryan Clark, quien vive una situación opuesta: a él le pagan para ser el centro de atención pero sabe bien que no lo es. Supongo entonces que está eso. Pero también tienen en común la manera en la que abusan del poder que tienen y usan a la gente que los rodea para ganar más poder.

¿Qué comedias (libro, televisión, película u otra) lo han impulsado como creador?

Soy un enorme fan de las cintas mudas, de Buster Keaton, Charlie Chaplin. Me gustan los directores ambiciosos en la escala de sus producciones, Fellini, por ejemplo, o Terry Gilliam con Brazil, una de mis películas favoritas. Charles Dickens en una gran influencia, lo admiro mucho como escritor. Es muy ambicioso en los temas que asume y hace de sus escritos algo entretenido y atrayente para una audiencia masiva. De hecho, recién terminé de rodar la película The Personal History of David Copperfield. Creo que admiro a quien no tenga miedo de trabajar en un escenario amplio.

Star Trek, algo de Wall-E... ¿qué producciones alimentaron ‘Avenue 5’?

Es interesante, no sé si han podido ver los episodios ya, pero muy pronto se percibe que todo ese ‘aire’ tecnológico se desata y se sale de control. Llegamos a un lugar más inesperado que el del futurismo, pero no quiero revelar demasiado...

Tenía claro que no quería hacer ninguna parodia de estos referentes de ciencia ficción. Por eso diseñamos la nave más en línea con un crucero o un hotel de lujo, evitando la sensación claustrofóbica de una nave espacial. Queríamos que la gente lo sintiera cerca de la tierra, de casa.

Algunos críticos han dicho que ‘Avenue 5‘ sirve de análisis del comportamiento en tiempos de crisis, ¿lo cree así?

Qué interesante, sería bueno si así fuera. No creo que el mundo vaya a cambiar por cuenta de este show, pero si lleva a una o dos personas a preguntarse "¿Qué he hecho con mi vida?" o "¿He dado mi mejor esfuerzo?" pues fantástico. Por ahora, es entretenimiento, aunque sí se toca ese tema que menciona: se siente como una crisis existencial para cada uno de los personajes.

¿Algún tipo de tecnología actual lo inspiró?

Traté de no hacerlo muy futurista. Si lo piensas, al mirar atrás, digamos, a 1980, el mundo no era tan distinto a lo que es hoy. Los edificios están más o menos ahí y el transporte es más o menos el mismo. El gran cambio ha venido con Internet y las redes sociales, y el hecho de que miramos nuestros teléfonos todo el rato. Así que al proyectarlo 40 años adelante no quise hacerlo muy futurista. El gran cambio viene de que la gente puede viajar al espacio. Hay cambios de diseños, pero evité llenarlo de ‘gadjets’, y no quería que la comedia se basara en eso, quería que surgiera de los personajes y sus personalidades.

Sus cintas (The Death of Stalin, The Real Story of David Copperfield) han sido bien recibidas, y es imposible olvidar The Thick of It... pero la publicidad se basa mucho en que usted creó Veep, ¿qué comparten estas series?

Creo que la promoción se fija más en Veep pues también fue una serie hecha con HBO, este es nuestro segundo proyecto. Esa es la conexión. Lo que ambas comparten es un reparto robusto, un ensamble muy talentoso. De Veep me quedó el gozo de trabajar con ese equipo de gente talentosa y divertida, y eso traté de replicar en Avenue 5.

A la vez, todo fue muy distinto. Cambié la dinámica de los diálogos, haciéndola menos veloz, procaz e insultante. En Veep todos sufrían para sobrevivir el día a día, en Avenue 5 enfrentan tener que pasar juntos el resto de sus vidas, y esta narrativa exige otro ritmo.

Trabajó con Jesse Armstrong, quien también triunfa ahora con su serie ‘Succession‘, ¿qué marca a los creadores británicos que ahora son tan apetecidos?

Creo que crecimos bajo la influencia de una estación de radio de comedia en el Reino Unido, y luego trabajamos en comedia radial. Cuando haces eso, el guion es lo más importante, porque sin imágenes todo surge del diálogo. Es un tremendo entrenamiento que compartimos, el venir de una tradición muy significativa de escritura cómica.

Ahora, además, sucede que toda la televisión es internacional. No solo escribimos para el país en el que vivimos, escribimos para audiencias globales, y de eso nos hemos beneficiado tanto Jesse como yo.

Para funcionar, ¿qué pide la sátira en este momento?

Algunos individuos cambian las reglas y esto viene dificultando todo. La sátira funciona cuando hay un código de comportamiento y cuando se puede mostrar cómo alguien lo transgrede. Pero cuando las reglas cambian cada día, se vuelve mucho más difícil señalar esas transgresiones.

Creo que uno de los comediantes más exitosos de ahora es John Oliver, y actúa como un periodista. Busca, arma un argumento y lo presenta. Escribe una polémica y a la vez la hace cómica. Y ese puede ser el camino que van a tomar varios comediantes.

También, ciertos políticos se han vuelto parte del entretenimiento, y hablan de ratings, de cifras de sintonía, estadísticas de consumo, estadísticas de visualizaciones, cifras económicas... parecen ser vendedores ahora, y proveen su propio entretenimiento...

El gran reto de mezclar comedia y ciencia ficción es...

Debes evitar dejarte llevar por la tecnología. A nivel práctico, cuando la haces, no debes emocionarte de más con temas como los efectos especiales o detalles de diseño para no perder de vista que se trata de una historia humana.

Y sí, nosotros contamos con un amplio set de grabación, pero me enfoqué mucho en pequeños lugares en los que conversaciones íntimas entre dos o tres personas se pueden llevar a cabo, no necesariamente enfocando todo lo ‘grande e impresionante’. El reto es mantenerlo real, e íntimo, esa es la manera de mantenerlo cómico y entretenido.

5.000 personas que, en un crucero espacial de lujo, enfrentan la posibilidad de no regresar a la Tierra. Para Iannucci, un escenario para la comedia Foto: HBO

¿Si viajara al espacio, qué canción escucharía mientras ve a la tierra?

Probablemente sería algo de música clásica, soy seguidor de la música clásica. Podría ser la pieza Así habló Zaratustra, de Richard Strauss, aunque ya abre con ella 2001: odisea del espacio. Probablemente escucharía algo de Bach, es intemporal y universal.

Nos enteramos de un fuego que azotó la producción en Londres, ¿qué efectos tuvo en la serie?

Tuvimos suerte, nadie salió herido y sucedió hacia el final, cuando faltaban dos episodios por grabar. Por fortuna, uno de esos episodios llevaba la historia a otro lugar completamente diferente, así que pudimos adaptarnos y reescribir para poder rodar en otros estudios. Todo se preparó tan bien que a pesar de esto no perdimos ni un día.