Criris Europea
¿Una Eurozona sin Grecia?
Periódicamente se especula acerca de la bancarrota de Grecia. Ahora, este peligro se vuelve cada vez más real y, con ello, también la posibilidad de una salida del país de la Eurozona.
Pero esa tranquilidad no duró mucho tiempo. Con las elecciones parlamentarias del pasado 6 de mayo, los griegos plantearon a sus políticos una tarea casi imposible de resolver: formar un gobierno que se desligue de los requisitos de ahorro de la UE y del Fondo Monetario Internacional y que, al mismo tiempo, conserve el euro.
Advertencia para Atenas
Los dadores de dinero insisten en que sólo habrá más ayuda financiera si Grecia mantiene su curso de ahorro. El fondo de rescate FEEF (Fondo Europeo de Estabilidad Financiera) dio una advertencia a Atenas, reteniendo uno de los cinco mil millones de euros ya confirmados que vencen en este tramo.
Todo apunta a que en junio habrá nuevas elecciones. Pero los helenos necesitarán otros 30 mil millones de euros antes de junio para seguir siendo solventes. Dicho de otra manera: los griegos no tendrían otra alternativa que votar nuevamente por uno de los dos partidos tradicionales que llevaron al país al borde del abismo. Si no cambian su actitud, probablemente la bancarrota tan temida se volverá realidad. ¿Qué podría pasar?
Un caos programado
Con la bancarrota, este país del sur de Europa acabaría en un caos económico. El gobierno ya no tendría suficiente dinero para pagar a sus empleados, el abastecimiento de energía y de agua colapsaría, las empresas se declararían una tras otra en quiebra. Atenas tendría que suspender el pago de la deuda. Dado este caso, los bancos griegos serían los principales afectados porque ellos sostienen la mayor parte de los bonos griegos.
Sin los bonos estatales, los bancos griegos ya no tendrían garantías que dar al Banco Central Europeo (BCE) para refinanciarse. Además, "los bancos griegos experimentarían un asalto a sus depósitos", dice Christian Schulz, del Banco Berenger, en entrevista con DW. "Los inversores griegos harían lo posible por intentar sacar su dinero de los bancos y depositarlo en el extranjero."
Todo esto acabaría con el sector bancario y afectaría a otros bancos en Europa. Pero expertos estiman que las consecuencias no serían tan fuertes para los bancos en el extranjero. Tras la quita de deuda, solo contarían con alrededor de 40 mil millones de euros en bonos griegos.
La Eurozona está preparada
Cada vez menos políticos temen que otros países europeos se pueden contagiar. En entrevista con el periódico alemán Saarbrücker Zeitung, Otto Fricke, experto en presupuesto del Partido Liberal alemán dijo: "El fantasma de una insolvencia desordenada ha perdido consistencia porque durante los últimos meses, los países del euro no han hecho otra cosa que prevenir un caso como éste."
La disposición de otros países a ayudar nuevamente a Grecia probablemente tampoco sea muy grande. Después de todo, muchos opinan que Grecia acabó en el caos por su propia culpa.
Aún así, los demás países europeos no se quedarían de brazos cruzados. Seguramente, tratarían de proporcionarle una fuerte dosis de dinero a los bancos para ayudar a Grecia a salir de la Unión Monetaria de manera más fácil.
El viejo dracma
Lógicamente, el siguiente paso para Atenas sería volver a introducir el dracma. Expertos calculan que el dracma se devaluaría en un 50 por ciento con respecto al euro. Si bien con esa medida las exportaciones griegas volverían a ser competitivas, esto tampoco mejoraría la situación de los griegos, dijo el economista Jürgen Matthes a DW, ya que las cuentas abiertas del país seguirían existiendo en euros y tendrían que ser pagadas con dracma "blanda".
En consecuencia, sería necesario otro recorte de deuda. Pero tal paso ni siquiera se descarta en las condiciones actuales.
Un riesgo justificable, según el jefe de Fitch
También Paul Taylor, el nuevo jefe de la agencia de rating Fitch, estima que la salida de Grecia de la Eurozona es un riesgo justificable. En entrevista con la edición online del semanario "Spiegel" dijo: "La salida de Grecia no significa el fin del euro. Alemania, en especial, tiene un fuerte interés por mantener la moneda común."
Casi todos los expertos estiman que fue precipitado y errado haber dejado a Grecia entrar a la Unión Monetaria en el año 2000. El economista estadounidense Kenneth Rogoff califica al país del Mediterráneo de tercermundista. "Pensar que el euro podía hacer desaparecer el retraso en un abrir y cerrar de ojos fue una locura", dijo a "Spiegel".