14 QUIJOTES

Viento en popa avanza la Orquesta de Cámara de Colombia

11 de junio de 1984

"El signo más claro del desarrollo de un pueblo musicalmente cultivado, es su disposición a la creación y a la interpretación de la música de cámara" escribía hace más de sesenta años, H.C. Colles, el excelente crítico del Times de Londres, en ese tratado de sencillez y al mismo tiempo de erudición musical que es The Growth of Music. A Study in Musical History. Si esta frase corresponde a la realidad --y desde un ángulo histórico ello parece estar fuera de discusión--, hay que afirmar que nuestro desarrollo en el campo de la música deja, en los últimos años, mucho que desear, porque si bien han sido varios los intentos para la creación de grupos de cámara, pocas veces se han logrado éxitos perdurables. Por desgracia, los presupuestos nacionales destinados a la cultura han sido siempre magros, y las consabidas necesidades apremiantes, amén de la proverbial indiferencia del Estado, han impedido que agrupaciones como la Camerata de Bogotá, o como los Solistas de Cámara de Colombia, por citar apenas dos ejemplos, hayan podido tener una trascendencia en el tiempo.
Por fortuna, en el país parecen existir muchos más Quijotes que Sanchos, y ante la evidente carencia de un grupo profesional de cámara, se creó hace pocos meses, y por iniciativa privada, la Orquesta de Cámara de Colombia. Los gestores de este proyecto fueron el violinista, y Director Titular de la Sinfónica, Luis Biava y los también violinistas Frank Preuss y Carlos Villa, artistas de reconocido prestigio y de larga trayectoria tanto en el país como en el extranjero.
Más que un conjunto de profesionales reunidos para hacer música de cámara, la agrupación nace como una corporación con ambiciosos proyectos en el campo de la difusión musical. Según palabras del Maestro Biava, no sólo se trataba de organizar una orquesta para interpretar obras del período barroco, sino de poner al alcance del público un amplísimo repertorio de todas las épocas, y aún de comisionar trabajos a los autores nacionales. Por otra parte, además de realizar temporadas de conciertos en diferentes ciudades, los fundadores se han propuesto la meta de organizar actividades didácticas en diversas regiones, e inclusive de propiciar la formación de grupos similares, en aquellas localidades cuyas infraestructuras musicales así lo permitan. También una finalidad capital para la Orquesta, es la de llevar, en el futuro, la representación de Colombia a numerosos eventos de carácter internacional, y por supuesto realizar giras de conciertos por otros países.
La primera presentación oficial de la Orquesta de Cámara de Colombia, se llevó a cabo durante el festival de música de Popayán, en la pasada Semana Santa. Posteriormente, y gracias al patrocinio del Banco de la República, el grupo se presentó en Girardot, en Pereira, en Bucaramanga y en la sala de conciertos de la Biblioteca Luis Angel Arango en Bogotá. El éxito obtenido por la agrupación en ésta, su primera temporada, fue de gran trascendencia y no deja de sorprender la cálida recepción que obtuvo en ciudades que de alguna manera pudieran suponerse alejadas de un género, que ha tenido el prurito de ser considerado para minorías absolutas.
Por voluntad expresa del Banco de la República, en los meses de junio y de septiembre de este año, la orquesta regresará a los mismos lugares con nuevos programas, a fín de consolidar una importante labor de difusión musical, entre un público que sin ambages puede calificarse de entusiasta. Valga anotar que agrupaciones de este tipo, más pequeñas que una orquesta sinfónica, pueden, de una manera más expedita, llevar a la provincia una parte fundamental de la obra de los grandes compositores, ya que para los patrocinadores y aún para las propias instituciones regionales, es más fácil sufragar los costos de un grupo de catorce integrantes, de lo que sería correr con los estipendios de una sinfónica compuesta por un número superior a los ochenta profesores.
Una de las preocupaciones que surgen ante la creación de un grupo de esta naturaleza es aquella que produce el fantasma de la financiación, el cual con más frecuencia de la que sería deseable, ha echado por tierra proyectos de gran interés y que parecían, en el papel, brillantes realidades. En el caso que nos ocupa, el aspecto económico, aunque no resuelto del todo, presenta unas variables diferentes a las tradicionales, ya que los catorce integrantes del conjunto no derivarán sus ingresos de manera exclusiva de la actividad que genera la orquesta. No se trata, por supuesto, de haber música por amor al arte, en vista de que cada concierto es, y debe ser, remunerado; sin embargo, en la medida en que los diferentes instrumentistas posean actividades propias y obtengan salarios de otras agrupaciones, podrán dedicar, sin la angustia cotidiana del modus vivendi, una parte de su tiempo libre a la preparación de programas y a las presentaciones de la Orquesta de Cámara. Cabe añadir, que el apoyo institucional, y ojalá el gubernamental, no sólo son necesarios sino que garantizarán la supervivencia del grupo cuyas políticas coinciden con una urgente necesidad estatal de descentralizar las actividades culturales.
Sin duda, uno de los aspectos de mayor relieve en esta primera temporada de la Orquesta de Cámara de Colombia, fue la madura calidad musical que demostró poseer, a pesar de su corta edad. Si bien, esa calidad no sorprende debido a la categoría de Luis Biava, de Frank Preuss y de Carlos Villa, resulta muy grato comprobar que en todos y cada uno de los catorce integrantes de la orquesta, hay un profesional serio que a través de la noble ejecución del repertorio de cámara, busca un perfeccionamiento técnico y le ofrece, a la vez, a la más alta cima de la expresión musical lo mejor de sí mismo. Ojalá, la valiosa semilla que siembre esta nueva orquesta, produzca en el futuro una cosecha musical de inmensas proporciones.--
Fernando Toledo