Barriga llena...

El trabajo full time no es incompatible con un embarazo feliz.

19 de noviembre de 1990

Si las dietas post-parto de 40 días con toda clase de sopas, jugos, tortas, huevos, pan y pez han pasado completamente de moda, también está totalmente mandada a recoger la idea de que las mujeres embarazadas no pueden trabajar con todas las de la ley hasta minutos antes del parto. Largas y duras horas de actividad, trabajo estresante y ejercicio no afectan negativamente el embarazo. Este es el resultado de una reciente investigación que destierra el concepto convencional de que el estrés y el trabajo intenso podían llevar a problemas en el embarazo, incluyendo abortos y nacimientos prematuros.
Estableciendo una comparación entre 1.293 médicas que quedaron embarazadas cuando hacían su residencia, con 1.494 esposas de médicos residentes que no eran profesionales de la medicina, investigadores del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos no descubrieron diferencias estadísticas en el desarrollo del embarazo en los dos grupos de mujeres.
Las mujeres en los dos grupos de estudio presentaron la misma tasa de abortos y pérdidas, partos prematuros, embarazos extrauterinos, nacimientos normales y bebes bajos de peso, a pesar de que se demostró que las médicas trabajaban casi el doble del tiempo que las otras. Los investigadores descubrieron que la mayoría de los problemas que se presentaron durante el embarazo en los dos grupos eran comparables con los de la población en general.
Así, pues, la conclusión es que para mujeres en buen estado de salud y con embarazos normales, no existen razones de peso para dejar la mayor parte de los trabajos en los que se desempeñan. No obstante, algunos otros investigadores, familiarizados con el estudio, han expresado algunas reservas al respecto. Aunque consideran que la investigación está bien diseñada, no están de acuerdo con algunas de las inferencias que han hecho. "No sacaría tan apresuradamente la conclusión de que el trabajo duro y muchos niveles de estrés no influyen en el embarazo.
Creo que el material requiere más clasificación y estudio", dijo la doctora Zena Stein, profesora de salud pública de la Universidad de Columbia. Es lo que piensa también el ginecólogo colombiano Juan Manuel Montoya: "Si bien es cierto que el embarazo no es una enfermedad y que las mujeres embarazadas, en la mayoría de los casos, pueden continuar con su vida profesional normal, no creo que el estrés no afecte negativamente el proceso del embarazo".
Algunas investigaciones que han intentado medir el impacto del trabajo duro en el embarazo, no han sido muy precisas y han creado confusión. El problema, según los expertos, es que no ha sido posible separar claramente los efectos del trabajo agotador, de otros factores socioeconómicos como la mala alimentación y el deficiente cuidado prenatal.
Sin embargo, tanto las mujeres médicas como las esposas de los residentes estaban en un estatus socioecónomico similar y la mayoría estaba en buenas condiciones de salud, comiendo adecuadamente y evitando el alcohol y el cigarrillo.
Para adelantar el estudio, los investigadores enviaron cuestionarios a las médicas en todo el país y a los médicos residentes no casados con médicas. La mayoría de las esposas tenían trabajos de tiempo completo, académicos o de enfermería, pero los dos grupos llevaban estilos de vida muy diferentes. Las médicas trabajan más de 70 horas a la semana y muchas continuaron trabajando hasta pocos días antes del parto. Como residentes, las médicas tenían que estar paradas mucho tiempo, correr de un lado para otro, subir y bajar escaleras, hacer turnos nocturnos, ayudar a mover pacientes. En fin, realizar una actividad agotadora. En comparación, las no-médicas trabajan cerca de 35 horas semanales y muchas dejaron su trabajo un mes antes de dar a luz.
Sin embargo, mientras el 13.8% de los embarazos de las residentes terminaron en aborto, el 11.8 de las no-médicas tuvieron el mismo resultado. Pero ésto para muchos expertos no representa una diferencia significativa. El 5.3% de las residentes dio a luz bebés bajos de peso, contra el 5.6% de las no-médicas.
La investigación no intentó determinar la tasa de cesáreas por grupo, pero señaló que se presentó una diferencia notable entre los dos: un mayor porcentaje de contracciones prematuras entre las residentes que entre las otras mujeres, factor que hizo necesarios la hospitalización o el descanso en cama. Los expertos destacaron que el tratamiento fue efectivo para las residentes y que el trabajo prematuro de parto no derivó en un mayor número de nacimientos prematuros entre las médicas. Pero hay expertos que afirman que estos resultados los preocupan.
Necesariamente -afirman la mujer embarazada que se somete a largas e intensas jornadas de trabajo debe ponerle más atención a su embarazo.
Es cierto que, en teoría, no hay contraindicaciones para que las mujeres embarazadas puedan seguir trabajando. Pero no hay que olvidar que existen embarazos de alto riesgo que son los de mujeres que han tenido abortos anteriores o han presentado problemas de fertilidad. "En estos casos -dice Montoya los cuidados tienen que ser mayores y hay que evitar todo exceso, especialmente en los tres primeros meses de embarazo. Se recomienda no viajar por carretera, no hacer viajes largos en avión, evitar las relaciones sexuales y los ejercicios fuertes." Pero tambien, agrega Montoya, "hay mujeres que deben abandonar su profesion: equitadoras, pilotos, azafatas, atletas y quienes trabajan con elementos radioactivos."
Trabajar, pues, puede no ser nocivo para la salud cuando se esta en condiciones normales de embarazo. Inclusive puede ser sano mentalmente. Pero de ahí a realizar trabajos forzados hay mucho trecho, y más vale aplicar el dicho de que "bueno es culantro, pero no tanto", no importa lo que digan las investigaciones.