Teniendo en cuenta los cambios en el organismo que vienen con la edad, vale la pena identificar cuáles son las vitaminas que resultan imprescindibles a partir de los 60 años. | Foto: Getty Images

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Cinco vitaminas que se deben tomar a partir de los 60 años

Para una vejez saludable, el cuerpo necesita nutrirse adecuadamente.

Redacción Vida Moderna
9 de febrero de 2024

El envejecimiento es un proceso natural por el que todo ser humano debe atravesar cuando llegue el momento. A parte de las tradicionales señales estéticas, como la aparición de canas o arrugas, internamente se dan otros cambios relacionados con el funcionamiento del organismo.

De acuerdo con información de la Clínica Ginecológica Sants, a partir de los 60 años -incluso antes-, aparecen necesidades propias del cuerpo, como la dificultad en la obtención orgánica de vitaminas. Precisamente, para responder a este efecto del envejecimiento, en el mercado existen diversos suplementos, así como planes de alimentación para potenciar la obtención de nutrientes.

Por supuesto, lo más recomendable antes de acudir a cualquier tipo de suplemento o tratamiento es dirigirse a un especialista médico para recibir acompañamiento profesional. De este modo, el proceso se torna más seguro y se incrementan las posibilidades de éxito.

Teniendo en cuenta los cambios en el organismo que vienen con la edad, vale la pena identificar cuáles son las vitaminas que resultan imprescindibles a partir de los 60 años. Por ello, el portal citado reseñó un listado con los nutrientes más importantes para una vejez sana.

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Vitamina B12 (cianocobalamina)

Este nutriente contribuye a una buena salud de las células nerviosas y sanguíneas, en ese sentido, beneficia tanto al sistema nervioso como al hematológico. Según detalla la Clínica Ginecológica Sants, los adultos mayores con deficiencia de vitamina B12 pueden experimentar problemas nerviosos o de depresión. Además, según un estudio publicado en el Journal of the American Geriatrics Society, la carencia de vitamina B12 también aumenta el riesgo de padecer demencia.

A partir de los 50 años, los jugos gástricos disminuyen y la absorción de esta vitamina es menor, por lo que se recomienda tomarla a través de un suplemento si el médico lo considera adecuado.

Vitamina B9 (ácido fólico)

Este nutriente interviene en procesos importantes para el organismo. Por ejemplo, junto a la vitamina B12, estimula la elaboración de glóbulos rojos. En consecuencia, al reducirse con el tiempo y no reponer la cantidad adecuada, se configura como una potencial causa de la anemia, así como de otros síntomas como debilidad y cansancio.

Vitamina D

La vitamina D proporciona una mejor calcificación de los huesos, por lo que es recomendable obtener buenas cantidades de este nutriente a partir de los 50 años, especialmente en las mujeres.

Una de las fuentes naturales de vitamina D es la luz solar, sin embargo, con la edad, la capacidad del cuerpo para sintetizarla disminuye a medida que se va envejeciendo. Aún así, al igual que con otros nutrientes, esta se puede obtener de alimentos o suplementos.

Vitamina K

Según reseña la Clínica Ginecológica Sants, esta vitamina propicia la circulación y coagulación de la sangre, por lo que contribuye a evitar el sangrado excesivo. Además, apoya en la prevención de enfermedades como el Alzhéimer.

En conjunto con la vitamina D, la vitamina K también ayuda a proteger la salud ósea y asiste como fuente de antioxidantes.

Vitamina C (ácido ascórbico)

Esta vitamina contribuye a fortalecer el sistema inmunológico, así mismo, favorece el cierre de heridas y la reparación de tejidos dañados. Además, reduce el deterioro muscular, la manifestación del colesterol malo (LDL) y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.

Las vitaminas imprescindibles a partir de los 60 años mencionadas por la Clínica Ginecológica Sants pueden conseguirse en el mercado como suplementos nutricionales, así como de manera natural en la comida. Por ejemplo: en la leche, los huevos, pescados como las sardinas o truchas, carnes como el hígado de res y almejas, entre otros. También en granos como las lentejas o vegetales como el brócoli, el repollo o los espárragos.