CON LAS ANTENAS PUESTAS

Un plato grande y blanco, de 2.5 millones de pesos, revoluciona las comunicaciones y transforma el paisaje urbano

29 de diciembre de 1986

Al principio causaron sorpresa, plantearon enigmas y asustaron a más de un transeúnte desprevenido. Era 1980 y de antenas rastreadoras el país sólo conocía la de Chocontá, una especie de símbolo del progreso de las telecomunicaciones.
Pero no fue sino que aparecieran las primeras antenas parabólicas para que se desatara esa fiebre al punto de que hoy forman parte del paisaje urbano de las principales ciudades colombianas.

Ahora, aquello que empezó con tímidez cuando los dineros del narcotráfico buscaban salida en los gastos excéntricos, es algo tan común que prácticamente no hay urbanización ni conjunto residencial de clase media-media para arriba que no incluya dentro de los planes y presupuestos una de estas antenas. Se ven por docenas, no sólo en jardines amplios de casas de dudoso gusto, sino en torres elegantes, en hoteles hasta de tres estrellas, en oficinas sofisticadas y en espacios estrechos de condominios asfixiados, donde se prefiere este vínculo con la tecnología a columpios y areneras para los niños.

Están, pues, en todas partes y son, en realidad, un contacto de miles de colombianos con el mundo. Si durante muchos años--e incluso ahora--esa unión con el planeta se hacía a través de radios transoceánicos que captaban en la noche la B.B.C. o Radio Nederland o la Voz de América, ahora esto ha sido remplazado por imágenes de todas partes que bajan hasta la propia sala de la casa, a través de estas antenas tan aparatosas como milagrosas.

Una de esas parabólicas, sin dificultad y con nitidez, apuntando hacia uno de los 21 satélites que se pueden coger en Colombia (Brasil Sat, Morelos, Westar 5, Ghorizont etc.) puede traer hasta un aparato noticias en búlgaro, propagandas en alemán, telenovelas en portugués, películas somníferas de Alemania Oriental, informaciones de Argentina y veinte etcéteras.

"La ubicación de Colombia en la órbita geoestacionaria es perfecta para la captación de todos esos satélites y de muchas estaciones de televisión de todo el mundo", dijo a SEMANA Carlos Iragorri, uno de los tres fabricantes de parabólicas en Bogotá.

UN NEGOCIO REDONDO
El conocimiento, pero especialmente la intuición de técnicos colombianos, condujo a un negocio de proporciones, que arrancó en Barranquilla, siguió en Medellín y ahora está regado por todo el país. Al principio, mientras la tecnología criolla se adaptaba y se le "cogía el tiro", las antenas no sólo eran caras sino inmanejables por sus dimensiones. Ahora se ha simplificado el asunto, hay antenas que casi son manuales y sus precios no son elevados, si se tiene en cuenta, especialmente, que es un servicio que muchas veces comparten docenas de familias de una unidad residencial.

En promedio, una antena parabólica cuesta hoy dos millones de pesos, instalada y con un modulador "evita problemas", ya que permite que si los del apartamento 201 quieren ver un canal y los del 202 otro, pueden hacerlo sin conflictos. Pero en cuanto al precio, hay diferencias territoriales: por condiciones de localización, es más barata una antena rastreadora en Barranquilla que una en Cali. En la primera de estas ciudades puede costar desde 750 mil pesos y en la segunda su costo a veces llega a los cuatro millones. "En Estados Unidos hay platos de estos que tienen un costo irrisorio: hasta 300 dólares", cuenta Héctor Posada, uno de los pioneros antioqueños en esta tecnología.

Es en esta última ciudad en donde más antenas hay.-Se estima que en todo el país el total de estos "platos" instalados llega a los 500, de los cuales hay 140 en Medellín. Muchas de las que existen en Barranquilla han llegado de contrabando. Estas cifras sin embargo, son ridículas comparadas con las de Estados Unidos, donde se calcula que hay cinco millones de antenas instaladas, por razones obvias de riqueza y, además, porque allá el auge comenzó en 1977.

Para instalar una de esas antenas de metal y fibra de vidrio, cuya mayor dimensión no quiere decir mejor imagen, las empresas que las fabrican se demoran cinco días y quedan listas y a disposición de la vecindad.

Cuando se instalaron las primeras antenas, los sorprendidos no fueron sólo algunos peatones, sino el propio gobierno que no encontraba legislación para esta nueva modalidad de comunicación. En la ambiguedad jurídica se dieron bandazos para tratar de evitar la proliferación de esta modalidad. Uno de ellos consistió en el conato de prohibir el funcionamiento de las antenas en Medellín, algunas de las cuales se habían convertido en un negocio de emisión para cobrar dinero a los suscriptores del nuevo servicio.

Con base en leyes que le otorgan exclusivamente al Estado la posibilidad de emitir imágenes televisivas, se suspendieron varias de estas antenas que operaban a finales de 1982 desde el barrio San Javier, en Medellín. La prohibición fue alegada por los propietarios de las parabólicas que, sin embargo, debieron limitarse a recibir imágenes sin propagarlas a sus clientes.

Hoy la simple función de las antenas (recibir imágenes) no está prohibida por la legislación colombiana.
Pero sí existe preocupación en los entes universales de televisión por esa especie de "piratería", de imágenes que llega, incluso, a esto: las buenas películas a veces son grabadas y vendidas sin pagar un solo derecho de autor.

Para evitar estos actos de piratería los canales de suscripción (por cable) que se emiten a través de satélites, han establecido condiciones para evitar ser recibidos y, en consecuencia grabados. Pero cadenas como la ABC o la NBC, de los Estados Unidos, sí llegan a Colombia, algunas veces con mala imagen (caso Bogotá), pero en perfectas condiciones en otros lugares (caso Medellín y Barranquilla).

Pero ni de esas prohibiciones ni de estas trampas está enterada la mayor parte de los colombianos parabolizados. La novedad de poder darle vuelta al botón de los canales y que vayan apareciendo idiomas inintelegibles e imágenes extrañas, es más poderosa que todo ello. Pero, de acuerdo con sondeos que han hecho los constructores, lo que más se ve son noticieros, ficción, deportes y películas largas. Y lo que más les atrae a estos televidentes es la posibilidad de que a cualquier hora de cualquier día basta encender el televisor para que aparezca alguna cosa. --