Día Mundial del Cerebro
El número de personas con demencia está aumentando rápidamente. | Foto: Getty Images

Vida Moderna

Demencia: este es el alimento que ayuda a reducir el riesgo de padecerla

La demencia es común entre las personas que tienen por lo menos 65 años de edad.

23 de mayo de 2022

La demencia es un síndrome que implica el deterioro de la memoria, el intelecto, el comportamiento y la capacidad para realizar actividades de la vida diaria, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).

De hecho, la demencia afecta a la memoria, el pensamiento, la orientación, la comprensión, el cálculo, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y el juicio, pero la demencia afecta a cada persona de manera diferente, dependiendo del impacto de la enfermedad y de la personalidad del sujeto antes de empezar a padecerla.

Por ello, los signos y síntomas relacionados con la demencia se pueden entender en tres etapas.

Etapa temprana: a menudo pasa desapercibida, ya que el inicio es paulatino. Los síntomas más comunes incluyen:

  • tendencia al olvido;
  • pérdida de la noción del tiempo;
  • desubicación espacial, incluso en lugares conocidos.

Etapa intermedia: a medida que la demencia evoluciona hacia la etapa intermedia, los signos y síntomas se vuelven más evidentes y más limitadores. En esta etapa las personas afectadas:

  • empiezan a olvidar acontecimientos recientes, así como los nombres de las personas;
  • se encuentran desubicadas en su propio hogar;
  • tienen cada vez más dificultades para comunicarse;
  • empiezan a necesitar ayuda con el aseo y cuidado personal;
  • sufren cambios de comportamiento, por ejemplo, dan vueltas por la casa o repiten las mismas preguntas.

Etapa tardía: en la última etapa de la enfermedad, la dependencia y la inactividad son casi totales. Las alteraciones de la memoria son graves y los síntomas y signos físicos se hacen más evidentes. Los síntomas incluyen:

  • una creciente desubicación en el tiempo y en el espacio;
  • dificultades para reconocer a familiares y amigos;
  • una necesidad cada vez mayor de ayuda para el cuidado personal;
  • dificultades para caminar;
  • alteraciones del comportamiento que pueden exacerbarse y desembocar en agresiones.

Sin embargo, la OMS señaló que no hay ningún tratamiento que pueda curar la demencia o revertir su evolución progresiva, pero existen alimentos que ayudan a reducir el riesgo de padecerla y los arándanos son unos de ellos, pues un estudio citado por Infobae explicó que “pueden tener un efecto protector porque contienen antocianinas, un tipo de flavonoide que puede reducir la inflamación”.

Hay que señalar que la composición nutricional de 100 gramos de arándanos habla por sí misma, pues aporta 30 kilocalorías, 89 gramos de agua, 0,6 gramos de proteína, 6,9 gramos de hidratos de carbono, 0,2 gramos de grasa, 1,8 gramos de fibra, 0,5 gramos de hierro, 88 miligramos de potasio, 6 microgramos de ácido fóolico, 3 miligramos de sodio, 5 microgramos de vitamina A y 17 miligramos de vitamina C, según reseña el diario ABC de España, con el aval de la dietista-nutricionista de Alimmenta Julia Farré.

Salud
La demencia no es una consecuencia inevitable del envejecimiento. | Foto: Getty Images/iStockphoto

No obstante, al igual que con cualquier alimento que se quiera incluir en la dieta diaria, es importante consultar al médico tratante o a un nutricionista sobre cuál es la mejor manera de consumir, y si las condiciones médicas ya existentes no son un impedimento para beneficiarse de todas las propiedades de los alimentos ya nombrados, pues la información antes dada de ninguna manera sustituye la asesoría médica.

¿Cómo se diagnostica la demencia?

Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) indicó que un proveedor de atención médica puede realizar pruebas de atención, memoria, habilidad para resolver problemas y otras capacidades cognitivas con el fin de determinar si hay algo preocupante. Un examen físico, los análisis de sangre y los estudios de imágenes cerebrales, como las tomografías computarizadas (TC o CT, por sus siglas en inglés) o las imágenes de resonancia magnética (IRM o MRI, por sus siglas en inglés), pueden ayudar a determinar la causa subyacente.