Cerebro y comida
El cerebro es determinante en el plan de alimentarse de forma saludable o bajar de peso. | Foto: Getty Images/iStockphoto

SALUD

Mente sana e inteligente: ¿cómo entrenar el cerebro para bajar de peso de manera natural?

Para perder kilos es clave llevar un estilo de vida que incluya una alimentación saludable y actividad física regular.

12 de abril de 2022

Bajar de peso es uno de los objetivos de millones de personas, pues además de lucir una buena figura está confirmado científicamente que tener un peso saludable evita el desarrollo de diversos tipos de enfermedades, entre ellas, las relacionadas con el corazón.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, es natural que toda persona que desea adelgazar quiera hacerlo rápidamente. Sin embargo, la evidencia demuestra que quienes bajan de peso en forma gradual y constante, entre una y dos libras por semana, logran mejores resultados en no volver a recuperarlo.

“Bajar de peso en forma saludable no se trata solamente de seguir una dieta o programa. Se trata de un estilo de vida que incluye una alimentación saludable y actividad física regular”, precisa esta institución.

Eliminar nutrientes, reducir al máximo las calorías y comer aquello que no se quiere muchas veces trae consecuencias. Ralentizar el metabolismo, afectar a tus músculos, generar un déficit nutricional o derivar en pensamientos obsesivos sobre la comida puede afectar la salud y luego caer en el temido efecto rebote, que genera los resultados que no se quieren.

Una de las mejores formas de trabajar en la pérdida de peso es a través del cerebro. Según información del diario El Confidencial, de España, en su sección de salud, las emociones mal gestionadas o los pensamientos recurrentes ligados a situaciones de estrés o ansiedad a causa de los problemas del día a día pueden interferir en los hábitos de alimentación, haciendo que los intentos por perder peso no funcionen.

Esto sucede, por ejemplo, cuando se utiliza la comida para sentirse mejor o distraerse en momentos de aburrimiento. El cerebro libera serotonina y dopamina, las hormonas del placer. De esta forma, las personas asocian la comida con emociones positivas que pueden ser adictivas y terminar generando aumentos de peso.

Un artículo publicado por el medio digital Business Insider, indica que pensar en cómo hace sentir un alimento antes, durante y después de comerlo actualiza la información que tiene el cerebro sobre lo gratificante (o no) que es un alimento. Esto ayuda a que se pierda el control que un alimento concreto tiene sobre la persona y ayuda a que el individuo empiece a comer aquello que lo haga sentir mejor, mental y físicamente.

Carencias emocionales

Para controlar desde el cerebro el deseo de comer, es importante dominar las carencias emocionales, asegura el portal Cuerpo y Mente. Si se come sin hambre, lo más probable es que haya un exceso, porque la persona estará bajo los efectos del “hambre emocional”, que es precisamente la que no se controla. Es importante revisar las emociones y reconocer por qué el cerebro lleva a comer así.

Otra forma de poner al cerebro en favor de la pérdida de peso es intentar hacer un cambio mental de la persona y su imagen. Compartir los asuntos con los amigos más íntimos, en lugar de compensar los problemas comiendo chocolate, por ejemplo, puede ayudar. A veces, es la necesidad de comunicación y el afecto insatisfecho lo que induce a comer.

Es importante tener presente la imagen “ideal” para sí mismo, la que se quiere alcanzar. Una forma de lograrla es visualizándola, convirtiendo al cerebro en un aliado y el cuerpo querrá llegar a hacerla realidad. Esto ayudará a que poco a poco quede atrás el hecho de alcanzar la satisfacción efímera a través de grandes cantidades de comida.

Visualizar el estado ideal

Según Cuerpo y Mente, una forma de lograr el estado ideal es comer como si la persona fuera delgada, como si ya hubiera conseguido su peso ideal, pues esto hace tomar conciencia de lo que realmente se está ingiriendo. Es importante generar una relación muy cercana y natural con los alimentos y, de esta forma, se consumirá solo lo que realmente el cuerpo requiere y no lo que se desea.

Cuando se toma conciencia se puede ir cambiando de adentro hacia afuera. A medida que la persona revisa sus emociones y que el cerebro visualiza la nueva imagen, el cuerpo la hace realidad. Es importante convertir esa nueva imagen en un hábito, sin dejar de alimentarse bien, dicen los especialistas.