FAMILIA

Papá, soy gay

Enterarse de que los hijos no son heterosexuales suele ser traumático para los padres. Pero aunque lo rechacen, el amor y la comprensión deben prevalecer para salir adelante

12 de julio de 2009

"Siempre dije que prefería tener una hija prostituta a una lesbiana". Esto fue lo que le respondió el padre de Vanessa*, el día que ella decidió confesarle que le gustaban las mujeres. Tenía 21 años, y a pesar de que en su adolescencia tuvo varios novios, una experiencia sexual con una amiga un par de años atrás le permitió descubrir que sentía mayor atracción hacia las mujeres. Aunque para Vanesa este hallazgo fue motivo de alegría, para su padre la noticia le cayó como un balde de agua fría y se dejaron de hablar por un tiempo. Con su madre la reacción fue menos explosiva "Me miró a los ojos y me lo preguntó. No pude decirle mentiras, además porque mi objetivo no era negar lo", comenta Vanessa. Sin embargo, hoy día, casi cinco años después, su madre no lo acepta.

Situaciones como estas enfrentan miles de jóvenes que les cuentan a sus padres que son gay, lesbianas, bisexuales o transgeneristas (Lgbt). A pesar de los avances que ha habido en estos temas, la condición sexual sigue siendo un estigma social que se debe guardar en el armario. Y muchas veces ese señalamiento empieza en las propias familias.

Un estudio realizado a principios de este año por un grupo de expertos de la Universidad de San Francisco y la Universidad de Utah, sobre el rechazo de los padres de personas Lgbt, encontró que la intolerancia de los familiares aumenta las probabilidades de que los hijos sufran problemas de salud cuando adultos y cómo la falta de apoyo se expresa en depresión, abuso de drogas, intentos de suicidio y prácticas sexuales inseguras.

Aunque los expertos reconocen que esta situación no es fácil y las reacciones negativas son comunes, el rechazo no es una opción. "Los padres deben ser honestos con sus hijos y expresarles su malestar o su desilusión, para que ellos sepan cómo se siente realmente. Pero también deben decirles que los aman", le dijo a SEMANA la doctora Caitlin Ryan, directora del estudio y del área de Salud Adolescente de la Universidad Estatal de San Francisco.

La falta de apoyo a un joven que les cuenta a sus padres algo tan íntimo puede ser devastadora para su futuro. Aunque es claro que los padres sufren con la noticia, más sufre el joven que revela su secreto, ya que busca una comprensión que a veces no obtiene. "Tuve miedo de contarles a mis padres porque ponía en riesgo un vínculo afectivo muy profundo", dice Camilo Vargas, un estudiante de la Universidad de los Andes, que salió del clóset hace cinco.

Frases como "ya se le va a pasar", "debe estar confundido" o "se le quita lo marica o deja de ser mi hijo", son muestras de la desinformación que existe sobre el tema. "Hay un temor a lo desconocido y por eso hay esa obsesión de buscar culpables", dice Marcela Sánchez, directora de Colombia Diversa. Según ella, existe un imaginario en la sociedad en el que la norma es la heterosexualidad, y cualquier conducta que no se ajuste a ese patrón es considerada anormal. Según Jorge Sánchez, uno de los investigadores del estudio, el rechazo, sobre todo en sociedades latinoamericanas, es mayor debido a una cultura tradicional, católica y machista. Sánchez considera que en países como Colombia existe un ideal de familia conformada por una figura masculina y una femenina, y por eso el temor a cualquier comportamiento que ponga en peligro este modelo. "Es lo mismo que un padre que quiere que su hijo sea médico y le resulta artista. Hay una frustración, un duelo ante la pérdida de un modo de vida, en el que piensan que su hijo no va a poder formar una familia", dijo Sánchez a SEMANA.

Muchas de las reacciones negativas se deben al ambiente en que fueron criados los padres, sostiene Daniel Verástegui, sicólogo del Centro Comunitario Lgbt de la localidad de Chapinero. Hasta hace 20 años se creía que la homosexualidad era una enfermedad, e incluso, en algunos países todavía es penalizada. "Muchos padres rechazan a su hijo gay al principio, pero luego se informan y terminan aceptando que se trata de una condición y no de una opción", anota Verástegui.

Pero no siempre la reacción inicial de la familia es de censura. Cristina Rojas es madre de un joven transgenerista y también coordinadora del Grupo de Padres y Madres de personas Lgbt. Esta iniciativa surgió de la experiencia con su hija, quien desde pequeña tuvo actitudes masculinas. "No le gustaba que le pusiera vestidos, jugaba sólo con niños, y le gustaba que la llamaran Camilo. Cuando cumplió 8 años él mismo me dijo que se sentía un hombre", cuenta Cristina. Desde ese momento ella no dudó en apoyarlo, lo entendió, e incluso, le cambió legalmente el nombre. Aun así, Camilo, con 15 años, todavía tiene que soportar las burlas en el colegio no sólo de compañeros, sino también de profesores.

Precisamente la discriminación por parte de la sociedad es otra razón más para que los padres respalden a sus hijos. "Ellos deben exigir que otras personas, incluidos otros miembros de la familia, respeten la condición de sus hijos", recomienda Ryan. Para nadie es un secreto que hablar sobre sexualidad en familia es difícil, y más complicado si lo que está en juego es la condición sexual. Por eso algunos expertos consideran que en algunos casos es mejor callar. Según Vanessa, de no ser por las sospechas, "yo nunca les hubiera dicho a mis padres porque eso hace parte de mi vida íntima". Para otros como Cristina, este tema simplemente no tiene discusión:"cuando amas a tu hijo, lo amas como sea", concluye.