DESCUBRIR NO ES CURAR

El recrudecimiento de la tuberculosis en el mundo demuestra que descubrir el origen de la enfermedad fue más fácil que erradicarla.

8 de julio de 1985

"Se descubrió hace cien años y se cura en cien días con cien dosis de medicina. ¿ Qué es?" Con esta adivinanza se celebró hace dos años el primer centenario del descubrimiento por parte del científico Robert Koch del bacilo responsable de la transmisión de la tuberculosis.
Gracias a los avances en el campo de la erradicación de esa enfermedad a lo largo del siglo que siguió a los hallazgos del doctor Koch, se creía, hasta hace muy pocos años, que la tuberculosis sería pronto considerada un mal del pasado. Pero en los últimos tiempos se ha visto cómo la resistencia de la enfermedad ha resultado superior a la de quienes la combaten. Es así como hoy en día la tuberculosis aparece como una de las enfermedades más frecuentes en Asia, Africa y América Latina. Este recrudecimiento no seria tan sorprendente si no abarcara también a los Estados Unidos y el Canadá, países en los cuales se creyó ciertamente que la tuberculosis había sido erradicada, pero en donde se han reportado casos en número considerable en los últimos años. Sólo los países nórdicos como Noruega y Finlandia pueden cantar victoria y considerarse "territorio libre" de la tuberculosis. En el resto del planeta, la guerra continua, ahora que se sabe que descubrir la cura resultó más fácil que aplicarla.
Claro que no siempre se tuvo a todo nivel la convicción de que era necesario acabar con la enfermedad. Durante los turbulentos años del romanticismo, la tuberculosis era considerada como un mal que diezmaba al vulgo, pero que avivaba el genio de los intelectuales (ver recuadro), entre quienes llegaron a contarse algunos de los más famosos afectados por la enfermedad. Con el paso del tiempo y los adelantos científicos y sociales, esta tesis fue perdiendo piso, si es que alguna vez lo tuvo.
En el pasado se asociaba con facilidad la tuberculosis a los pulmones. Hoy en día se sabe que la lesión puede presentarse también en los riñones, huesos, ganglios linfáticos, aparato digestivo, sistema nervioso central y hasta órganos genitales. O incluso, puede diseminarse por todo el organismo. No es una enfermedad hereditaria, pero si contagiosa, ya que el mal es transmitido por la persona enferma al hablar, estornudar o toser, siempre y cuando el contacto sea periódico. Esto explica un poco la creencia inicial de su propiedad hereditaria: un padre o una madre enfermos contagiaban fácilmente a sus hijos, con quiene tenían contacto permanente.

EL QUE BUSCA...
En Colombia, la tuberculosis es considerada como uno de los principales problemas de salud pública. Y aunque el sector salud vive en permanente crisis, los programas de control y prevención de dicha entermedad, así como los tratamientos de los afectados, se desarrollan con buenos resultados.
El Ministerio de Salud, por intermedio de su departamento de enfermedades transmisibles, la Liga Antituberculosa Colombiana y el Instituto Nacional de Salud son las entidades encargadas de prevenir y curar la enfermedad. Lili Restrepo y Ruth Eugenia García, funcionarias del programa de Minsalud, aseguraron a SEMANA que el crecimiento en el número de casos en el país se debe a que se están detectando con métodos mucho más precisos y no a que, en sentido estricto, la enfermedad esté ganando terreno cada día.
La droga para curar la tuberculosis es repartida gratuitamente por el INAS. El costo del tratamiento, tan alto que ni siquiera una persona de clase media alta podría asumirlo sin dificultades, es pagado por el Estado, que debe invertir anualmente en este campo entre 250 y 300 millones de pesos. El problema básico sigue siendo el diagnóstico, que apenas alcanza un promedio del 50%. Pero el factor que más agrava la situación es el conjunto de condiciones de vida de muchos colombianos, ya que el contagio de la tuberculosis se facilita en personas desnutridas y que viven hacinadas.
Las personas que tengan tos de más de quince días y espectoren con sangre son las primeras que deben recurrir a los centros de salud. Allí, lo primero a que se les somete es a una baciloscopia, gracias a la cual se detecta el bácilo de Koch. En cuanto al tratamiento, existen dos tipos: el autoadministrado y el supervisado. Generalmente se opta por el segundo, ya que el enfermo que reporta los primeros signos de mejoría suele abandonar el tratamiento y lo hace casi siempre antes de tiempo.
Los mayores problemas se presentan entre las comunidades indígenas, algunas de las cuales se resisten al tratamiento por creencias culturales o religiosas. Los indígenas del Vaupés, por ejemplo, se niegan a dejarse inyectar en las nalgas, por considerar que esa parte del cuerpo sólo debe descubrirse en la intimidad.
De todos modos, el aumento del cubrimiento es constante. En 1980, 38 mil pacientes fueron tratados y se detectaron 11 mil casos nuevos. Tres años después, el número de casos nuevos se acercó a los 13 mil 500 y el tratamiento superó la cifra de los 40 mil pacientes. En la actualidad, el programa de tuberculosis del sistema de salud pública alcanza a cubrir el 80% del territorio nacional. Pese a ello, esta enfermedad sigue siendo una de las 10 principales causas de morbilidad.

LA VACUNA
Aparte de la labor desarrollada por el Ministerio de Salud, participan en los programas la Liga Antituberculosa, fundada en 1938, y el Instituto Nacional de Salud. El objetivo central de todas las campañas contra la tuberculosis es la implantación de la vacuna BCG que, según los estudios adelantados, ofrece un 85% de efectividad como promedio mundial. Las condiciones particulares de Colombia hacen que esa efectividad sea apenas del 70%. La vacuna puede colocarse a cualquier edad, pero lo más conveniente es aplicarla al recién nacido.
Por otra parte, un grupo de médicos de los hospitales San Carlos, Santa Clara, La Misericordia y de Medellín, con auspicios de la Organización Panamericana de la Salud y del Ministerio, vienen adelantando una investigación para tratar de detectar la enfermedad en los niños a través de un método diferente a la baciloscopia, ya que en los menores resulta siempre más difícil la espectoración. Las limitaciones en el diagnóstico de los niños obstaculizan considerablemente la labor de erradicación de la tuberculosis lo que hace urgente el hallazgo de nuevos métodos. Esta investigación se encuentra en la fase de recolección de muestras (casi 200 casos tras un año de trabajo) y de ahí se pasará a las fases de estudio y conclusión. Internacionalmente, existe gran interés por conocer los resultados y por el hecho en sí de que sea en un país del Tercer Mundo donde se produzcan estos hallazgos.

GENIO Y TUBERCULOSIS
En un libro de Jorge Bejarano titulado "Literatura y Tuberculosis", se puede leer la siguiente introducción: "No se calificará como amante de las letras y de la historia de la medicina, quien al ocuparse de la tuberculosis en aspectos diferentes a su etiología y evolución clínica, omita recordar la estrecha vinculación del período romántico con la tuberculosis y la fuente de inspiración que ello constituyó para poetas, novelistas y escritores víctimas de la tisis o de los autores que se inspiraron en ella para la creación de sus personajes".
Médicos y siquiatras y aún los mismos escritores han intentado explicar la estimulación tuberculosa de que fueron objeto en su genio y en su facultad creadora, pero sin mucha suerte. Areteo de Capadocia, célebre médico, y primero en observar la relación genio-tuberculosis, anotaba que "en la muerte de un tuberculoso por salida de sangre lo que más maravilla no es sólo la resistencia de las fuerzas del cuerpo sino cómo éstas son sobrepasadas por la fuerza del pensamiento".
Sin embargo todo el panorama romántico y las viejas hipótesis de que las toxinas tuberculosas excitaban el genio y avivaban la inteligencia se derrumbaron cuando la medicina inició la batalla para encontrar el bacilo productor y las drogas de curación, asi como los aspectos sociales en que la tuberculosis encuentra su desarrollo .
Uno de los personajes más patéticos es la escritora soviética Maria Baskirtseff. La tuberculosis la atacó en noviembre del 83: y murió en octubre de 1884, diciendo: "Morir, Dios mío, así tísica a los 23 años, al comenzar a vivir sin haber conocido el amor, única cosa que hace digna la vida de vivirla. Morir cuando se adora la vida, deshacerse, perderse en la sombra, ¡imposible!".
Por esta misma época, Alfonsina Duplissis, la heroina de Dumas, convertida en la Margarita Gautier de la "La Dama de las Camelias", debe a la tisis caracteres románticos y pasionales que no se han vuelto a conocer con el mismo paletismo en la novelística de nuéstros días. Jorge Bejarano, para referirse a Simón Bolívar y Francisco de Asis, dice: "la asosiación de sentimientos generosos en sus fronteras sublimes, el sentido de sacrificio en dimensiones no comunes, de dos grandes hombres de la historia que fueron tuberculosos".
"Don Carlos", "Los ladrones", y "Guillermo Tell", fueron escritos por Schiller bajo el influjo de la enfermedad que le produjo la muerte el 9 de mayo de 1805. Pero no sólo estos nombres aparecen en el libro en mención, Voltaire también fue tuberculoso, adquirió la enfermedad en la adolescencia por contagio de su madre. Y siguen nombres como Moliere, John Keats, Robert Luis Stevenson, Katherine Mansfield, Milton, Pope, Descartes, Spinoza, Balzac, Rousseau, Máximo Gorky, Dostoivsky, Eugenio O'Neill y muchos otros. La mayoría de las personas que se han encargado del tema opinan que las obras más notables de estos escritores fueron concebidas o realizadas en plena evolución de la enfermedad.
Hace algunos años y para cerrar esta antologia, el doctor Arthur C. Jacobson, escribía en un editorial del Medical Times, qué lamentaba la decadencia de los escritores americanos "por los adelantos científicos en la curación de la tuberculosis". Pero es probable que el sacrificio de lo artístico, en este caso, haya valido la pena.