EL BOOM DEL AJO

Los cientificos acaban de confirmar las bondades del ajo pregonadas por la medicina popular.

15 de octubre de 1990

Desde hace algunos años, los naturistas vienen ponderando a voz en cuello las virtudes casi milagrosas del ajo. Píldoras, cápsulas, perlas forman parte de su moderno atuendo que trata de anular sus desagradables efectos en el aliento. Pero esta situación marginal no se prolongará por mucho tiempo, ahora que los científicos han empezado a brindarle todo su apoyo. La semana pasada, un congreso de alto nivel, en el que participan los investigadores de la Universidad de Pennsylvania reunió en Washington todos los estudios realizados recientemente sobre el ajo.
El doctor Robert I-San Lin, fue el entusiasta promotor de este Primer Congreso Mundial sobre los usos medicinales del ajo y sus componentes, que contó con la presencia de médicos e investigadores de todo el mundo, particularmenle indios, chinos y japoneses, cuya devoción por el ajo raya en el fanatismo. El Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos pronto se agregará a este coro de viejos amigos del ajo, con un estudio acerca de sus posibilidades como agente preventivo del cáncer de estómago. Las cerca de 50 investigaciones presentadas parecen apuntar todas en la misma dirección: las incontables bondades de este bulbo de uso ancestral, cuya inestable composición química -ahora venimos a saberlo incluye más de 200 distintos componentes susceptibles de ejercer una influencia benéfica en el tratamiento de las más comunes dolencias de la vida moderna.
La prescripción es extensa. La llamada "rosa fétida" parece ayudar a la restauración de tejidos severamente dañados a causa de la edad, la radiación y la contaminación ambiental, pero también en el tratamiento de afecciones cardíacas y de varios tipos de cáncer. "Unos pocos dientes de ajo cocido cada día", es la dosis universal que el doctor Lin recomienda a todos aquellos que lo toleran sin dificultad.
Las propiedades preventivas y curativas son, al parecer, tan poderosas, que permanecen intactas aun después de cocido, pulverizado, concentrado o desodorizado. Todavía más, el consumo de ajos crudos es quizás el menos recomendable, pues provoca reacciones adversas que pueden ser evitadas fácilmente comiéndolo cocinado o en cualquiera de sus formas procesadas. El característico olor, así como su frescura, nada tienen que ver con sus cualidades; una vez sometido a procesos de añejamiento y desodorización parece obrar también o mejor aún que cuando se ingiere en su forma pura. De acuerdo con los informes de las investigaciones realizadas hasta ahora, el consumo de ajo ha mostrado su eficacia para:
· Reducir considerablemente los niveles del colesterol perjudicial (LDL), dejando el benéfico en sus niveles normales.

· Bajar la proporción de triglicéridos en el torrente sanguíneo y disminuir, por consiguiente, el riesgo de infarto.

· Reducir significativamente las tendencias coagulantes de la sangre en forma aún más efectiva que la aspirina y ayudar al cuerpo a disolver coágulos ya existentes, efectos importantes en la prevención de la enfermedad cardíaca.

· Disolver los bloqueos arterioscleróticos en las arterias coronarias.

· Bloquear la capacidad de los carcinógenos químicos para transformar células normales en cancerosas y, en algunos casos, inhibir el temprano crecimiento de células ya transformadas.

· Estimular varios factores inmunológicos que pueden ayudar al cuerpo a combatir el cáncer, así como también infecciones fungosas rebeldes.

· Detener la formación de nitrosaminas -potentes carcinógenos en el tracto digestivo.

· Bloquear carcinógenos del seno, el esófago, el colon y el recío.

· Proteger los tejidos contra el daño ocasionado por agentes oxidantes y metales diseminados en los modernos ambientes industriales...

A pesar de sus imponderables bondades, los especialistas señalan que su consumo en grandes cantidades puede producir anemia, úlcera, severas reacciones alérgicas y disminución del impulso sexual, a las que deben agregarse las molestias conocidas desde los tiempos precientíficos: mal olor, calentura, sensación quemante al orinar, eructos, acidez y una desesperante flatulencia.
El retomo del ajo, que se anuncia ya con gran despliegue en la prensa occidental, preludia un boom más estrepitoso aun que el de la alfalfa, el germen de trigo o las vitaminas