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Vinos y licores

El efervescente encanto de la champaña

“Tomo champagne cuando triunfo para celebrar; y tomo champagne cuando me derrotan, para consolarme”. Napoleón Bonaparte.

José Rafael Arango
18 de diciembre de 2013







El año de 1638 fue de buen augurio para Europa. Nacían dos niños que harían brillar la historia de Francia: uno de humilde cuna, a quien llamaron Pierre, y otro de origen real, a quien bautizaron Luis. Ambos personajes murieron el mismo año, 1715, anunciando épocas aciagas para Francia.

Pierre se hizo sacerdote e ingresó a la abadía de Hautvillers, en donde ejerció como abad y se dio a conocer en la historia como Dom Perignon, el descubridor del vino más famoso del mundo: la champaña.

El joven Luis se haría coronar como Luis XIV y la historia lo conocería como “El Rey Sol”, el monarca más importante de Francia, después de Carlomagno.

Ya desde el siglo XIII se elaboraban ‘vinos tranquilos’, en la abadía, los cuales eran llamados ‘vinos de río’, pero hubo que esperar hasta el siglo XVII para que el joven Pierre se hiciera cargo de los viñedos del convento.

Desde que entró al monasterio su objetivo fue elaborar el mejor vino del mundo para que adornara la mesa de su querido Rey Luis. Este objetivo lo cumplió, pues existen documentos de la corte del Rey Sol en los que solicitan con urgencia “los vinos color pajizo del Padre Perignon”. Muertos Pierre y Luis, este vino abandonó el convento y la naciente burguesía comenzó a amasar enormes fortunas con él.

Uno de los primeros apóstoles de este vino fue Louis Roderer (1809 -1870) quien se empeñó en introducir su champaña en la corte del Zar Alejandro II. El monarca no tardó en fascinarse con esta bebida y pedir que los vinos para su consumo personal vinieran en botellas de cristal, exigencia que dio el nombre a la champaña más sofisticada de esta casa: Cristal.

Otro productor que deslumbró la corte de los zares fue la famosa Nicole Barbe Ponsardin, quien enviudó a los 27 años de François Clicquot, y de allí que sea conocida para el mundo como la Veuve Cliquot. En el año de 1814, mientras los ejércitos de Napoleón se retiraban derrotados de las heladas estepas rusas, Louis Beaune, representante comercial de Madame Cliquot en Rusia, le escribía a la viuda: “vuestro vino es un néctar, tiene la fuerza del vino de Hungría, es amarillo como el oro y el rosé es perfecto, faltó muy poco para que se disputaran las tres cajas.

Es fácil imaginar las dificultades para hacer llegar a buen puerto estas preciosas botellas. Los clientes en Rusia prefieren esperar vuestro barco antes que comprar otros champagnes”. La bodega Cliquot bautizó a su mejor champaña “La Grande Dame” en homenaje a Madame Ponsardin.

Cerramos con una célebre dama de las burbujas llamada Lily Bollinger, conocida como Tante Lily, que aparece durante la Segunda Guerra Mundial. Con su esposo muerto en combate y sin descendencia, se convirtió a los 42 años en el alma de la expansión de la compañía y de toda la zona vinícola de Champagne. Lily Bollinger consiguió en tres décadas multiplicar por dos el volumen de ventas de su marca, y situar a Bollinger entre las grandes champañas del mundo, tanto así, que es el vino favorito del agente 007.

Es a la famosa Tante Lily a quien debemos la mejor síntesis del champaña: cuando se le preguntó ¿cuándo toma champaña?, respondió “solo tomo cuando estoy feliz o cuando estoy triste. A veces cuando estoy sola. Cuando me visitan lo considero obligatorio. Juego con la copa si no tengo hambre y si tengo, me la tomo. En las demás ocasiones, nunca la pruebo a menos que tenga sed”.

Las refinadas burbujas francesas
El mercado de la champaña viene en ascenso. No solo por la caída de sus precios, sino por la gran cantidad de novedades que ha traído este 2013.

A continuación cuatro hermosas botellas rebosantes de burbujas, elegancia y alegría. (Véalas en las notas relacionadas a este artículo).