RAÚL ÁVILA FORERO
Y cuando todo pase…
La coyuntura a la que nos enfrentamos es realmente compleja. Hoy estamos tratando de sobrellevar una pandemia de categoría mundial y debemos prepararnos para un ciclo económico y social marcado por la recesión y la gestión de la crisis poscoronavirus.
Nos hemos visto en una serie de eventos y situaciones cruciales para adaptarnos a las medidas que salen día a día para protegernos y evitar el contagio del covid-19. Cada uno de nosotros es testigo de un aumento en el consumo de compras de medicamentos, productos de aseo personal y de hogar, y de comida no perecedera. Muchos hemos visto o soportado las largas filas que ahora se hacen en las puertas de los supermercados y de los hipermercados para intentar abastecernos de lo necesario, los afortunados que tenemos con que comprar…
Asimismo, muchos se han visto en dificultades por la reducción en el transporte público. Hasta la cancelación de vuelos nacionales e internacionales nos ha impactado de una u otra forma, sea a nivel laboral o por recreación. De hecho, el sector turismo es uno de los que más pérdidas tiene, y con el paso del tiempo la cifra aumentará.
En realidad, podemos pensar en muchas situaciones, que implicaron fuertes cambios en los patrones de consumo, derivadas de la llegada del coronavirus a todo el mundo. Pero ¿y luego qué nos deparará el día a día? Raddar CKG es una firma colombiana, dedicada a la investigación de las tendencias de consumo de las personas y hogares, que recopila en sus más recientes informes las perspectivas y proyecciones más importantes que se tienen en el corto plazo.
Con el significativo aumento en la tasa de cambio, los precios de los productos importados subirán mucho más los próximos meses. Según Raddar, no solo debemos preocuparnos por los productos terminados, sino también por los productos importados que son demandados para la producción de bienes fabricados en el país. Y la problemática se agudiza cuando los pronósticos ya no apuntan a los $3.500 por dólar en lo que resta del año, que era el pronóstico más alto de inicio de año, sino a cifras cercanas a $4.000 por dólar.
Y, como bien sabemos los analistas económicos, la regla de oro, que se ha presentado desde la década pasada, es que el petróleo tiende a bajar y el precio del dólar sube en el país. De hecho, la misma investigación resalta que el precio del petróleo ha estado en puntos bajos durante los últimos años.
No obstante, el análisis manifiesta un impacto económico mundial, cuyo epicentro es China, pero va migrando a Europa y se recrudece con Estados Unidos. Se espera que el mundo completamente, a raíz de los efectos del coronavirus, demande menos petróleo, lo que desencadenará una caída más fuerte en el precio del crudo. Y, ante tal comportamiento, las bolsas entrarán en pánico causando que miles de inversionistas vendan sus acciones para debilitar este mercado, efectos que ya vemos en el día a día.
Por el lado de Colombia, se espera que el valor de las exportaciones totales disminuya. Como la mayor parte de nuestra canasta exportadora es petróleo, el flujo de dólares que recibiremos por este concepto se contraerá y afectará el recaudo comercial. De igual manera, la escasa rentabilidad que dejará estos productos también llevará a una disminución en la inversión extranjera relacionada con exploración y explotación de hidrocarburos.
En términos de confianza, Raddar manifiesta que la llegada del coronavirus a Colombia empeorará el panorama. La desesperación y la incertidumbre que se toman a los hogares colombianos por temas como la inestabilidad y la fragilidad laboral, y el pesimismo macroeconómico. En definitiva, los consumidores están en medio de una situación muy difícil, por lo que su confianza se desplomará.
Y mientras el consumidor monitorea con alta desconfianza al mercado, las empresas no están lejos de este melodrama. El flujo de caja, especialmente el de las pequeñas y medianas empresas, se disminuirá hasta llegar a un punto en el que será inevitable considerar mayores niveles de endeudamiento, o una inevitable clausura de varios establecimientos.
Por ello es indispensable pensar, desde el marco político, en más iniciativas que le tiendan la mano al tejido empresarial en el mundo. Ahora el asunto de disponibilidad de dinero no se centra en considerar compras o inversiones de largo plazo, sino en tener recursos disponibles en caso de ser necesarios. La flexibilidad en los cobros y un mayor acceso a mejores modelos de créditos será indispensable para salvar a una gran parte de los negocios.
Finalmente, el informe refleja también un freno en la variable del gasto por un cambio en las prioridades para enfrentar esta crisis. Desde los gobiernos se han elaborado iniciativas que aumentan el gasto público, mientras en paralelo se exponen a una reducción en el recaudo. A corto o mediano plazo, al menos en Colombia, lo más probable es que la situación actual sirva como pretexto para una nueva reforma tributaria para intentar amortiguar el duro golpe en la caja del Estado por un menor flujo de ingresos.
Por lo pronto, son varias las medidas que naciones latinoamericanas han tomado para intentar mitigar los impactos negativos que esta epidemia generará a corto plazo. Costa Rica acordó la disminución de las tasas de interés, Honduras congeló los precios de la canasta básica para evitar el aumento desbordado y abusivo del precio de estos productos, Guatemala creó un fondo de garantías para apoyar el financiamiento a Pymes, y El Salvador suspendió los créditos por tres meses.
Sin embargo, recordemos que medidas como el confinamiento obligatorio en varios países de la región ponen entre la espada y la pared al segmento laboral más vulnerable: el informal. No es fácil tener que violar la cuarentena por la necesidad de buscar el sustento diario en un hogar. Es elegir entre una o la otra. Infortunadamente, en Colombia este es un segmento grande que estará a la intemperie durante y después de esta dura época.