Andrés Peña es propietario de una camioneta Ford Escape, que compró en 2018 por 80 millones de pesos, y, para su sorpresa, este año, cuando fue a renovar la póliza de su vehículo, esta le costó un millón de pesos más que el año pasado. Al pedirle una explicación al corredor de seguros, su respuesta es que el carro también había subido de precio y que hoy vale 98,5 millones, según la guía de precios de Fasecolda, que es la que sirve para establecer las tarifas de los seguros.

Una sorpresa completa para Andrés, quien, a sus 45 años, tenía claro que los carros, una vez salen del concesionario, empiezan a perder valor y que, por eso, no eran un activo, sino un pasivo.

Esto no solo les ocurre a quienes tienen camionetas tipo SUV, ni carros de alta gama, pues datos de la Asociación Nacional de Concesionarios (Asonac) indican que el precio del Chevrolet Spark 1.0 usado pasó de costar un poco menos de 20 millones de pesos en 2020 a entre 25 y 30 millones de pesos hoy; es decir, que en estos tres últimos años se ha valorizado 39 por ciento. Igualmente, el Chevrolet Sail de cuatro puertas subió 37 por ciento en igual periodo.

¿Qué está pasando con los carros usados? Las explicaciones son varias y además evidencian una distorsión del mercado que no solo se da en Colombia, sino también en una nación desarrollada como Estados Unidos, donde los precios de los usados llegaron a crecer 37 por ciento después de la pandemia.

La escasez de chips, los retrasos en producción de las automotrices por la crisis sanitaria y las alteraciones de las cadenas de suministros llevaron a una disminución en la oferta global de vehículos, que obligó a muchas marcas a crear listas de espera de más de seis meses para poder entregar carros nuevos. Numerosos compradores han sido pacientes y esperan la llegada de sus automóviles, lo cual se evidencia en las ventas de vehículos nuevos, que este año crecen 9,6 por ciento anual y entre enero y septiembre alcanzaron 195.410 unidades.

Sin embargo, hay un grupo grande de compradores que no quiere o no puede esperar un carro por seis meses, también están quienes simplemente no les alcanza para uno nuevo (hoy no se consigue un carro nuevo por menos de 50 millones de pesos). Como resultado, se disparó la demanda por usados, empujando así sus precios. Cálculos de la Asociación Nacional de Movilidad Sostenible (Andemos) indican que entre enero y septiembre se realizó el traspaso de 834.099 carros y su estimación es que al final de 2022 se traspasarán más de 1,2 millones, un récord para el país.

Tanto en Estados Unidos como en Colombia ha mejorado la producción de las automotrices, aumentando la oferta de carros nuevos, pero así se corrija este factor, en el corto plazo no se ve una rebaja en los precios, ni en los seguros de los vehículos, pues hay factores que no ayudan como la inflación y el dólar bordeando los 5.000 pesos, que encarece los carros importados y los componentes de los que se ensamblan acá, así como las autopartes, cuyos precios están por las nubes y aún mantienen un alto índice de escasez. Este punto es el que más afecta el valor de las pólizas todo riesgo de autos, pues si bien un componente importante está en lo que costaría la indemnización en caso de pérdida total o robo (en donde se toma como referencia la guía de precios de Fasecolda), otro factor clave es el valor de los repuestos. De hecho, las reparaciones por pérdidas parciales son lo que más se usa en estos seguros. Cálculos de Fasecolda indican que por cada 100 pesos que pagan en siniestros, entre 70 y 75 corresponden a reparaciones.

Santiago Lozano, vicepresidente de suscripción en Allianz Colombia, reitera que en el valor asegurado de las pólizas de vehículos pesa tanto el precio de los carros como el de los repuestos y que, si una persona desea actualizar ese valor antes de que sea el momento de renovar su póliza, simplemente debe llamar a su intermediario o a su aseguradora.

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“Esa actualización se puede hacer en cualquier momento de la vigencia del seguro, se realiza a la fecha, no de forma retroactiva. Es importante tener en cuenta que produce una modificación valorable que generará cobro o devolución de prima”, explica Ana Marcela Rincón, gerente de Operaciones de Movilidad de Sura.

En efecto, al actualizar el valor asegurado sube la prima –como le pasó a Andrés, que este año debió pagar 2,6 millones de pesos por la póliza de su camioneta–, pero hay que tener en cuenta que la idea del seguro es proteger el patrimonio y si no se hace la actualización, se corre el riesgo de no recibir el valor actual del carro en caso de una pérdida total o un robo.

De hecho, los robos de automóviles están al alza, en especial de los modelos más antiguos, que tienen menores sistemas de seguridad que los nuevos. La motivación es desguazarlos para suplir la gran demanda de repuestos en un mercado de autopartes afectado por el desabastecimiento mundial.

Mientras el negocio de seguros de autos crece (entre enero y agosto las primas emitidas alcanzaron 2,9 billones de pesos, con un crecimiento anual de 26,6 por ciento), el mercado automotor vive una coyuntura atípica con carros usados que no se desvalorizan y que, según Oliverio García, presidente de Andemos, empeora la edad del parque automotor nacional, que en 2007 era de 15 años y ahora subió a 17,5.

“Uno podría pensar que los carros más viejos los compran los hogares de estratos medios o bajos, que se están motorizando por primera vez, así como en la ruralidad. El parque automotor colombiano es, en promedio, obsoleto porque hay una política pública que promueve los carros más viejos. Entre más años tiene un vehículo, paga menos impuestos, sin tener en cuenta que esos carros son los que más contaminan, en especial los de carga o los famosos camperos, que son muy frecuentes en las zonas rurales”, dice.

Álvaro Jaramillo, gerente de vehículos usados de Autonal, cree que el desajuste del mercado se irá arreglando poco a poco, a medida que las marcas envían los carros y los repuestos. “Para automotrices con una buena participación en el mercado colombiano, como Renault o Mazda, ya se ve una mejora de inventarios, mientras que otras como Peugeot, que no son tan fuertes acá, todavía se demoran”, explica.

La expectativa es que a medida que se normaliza la oferta de vehículos nuevos –no tanto que bajen sus precios, porque eso está más complicado–, se reduce la presión sobre los usados y también sobre las pólizas de seguros.