Ya muchas regiones colombianas están sintiendo las olas de calor y aunque a nivel mundial se anunció el inicio oficial del fenómeno del Niño, en nuestro país aún hay un margen de espera, pues todos los pronósticos apuntan a que el evento llegue en el segundo semestre de este año, con un efecto mayor en 2024.

Son múltiples los efectos que puede traer el fenómeno climático, el cual, se caracteriza principalmente por sequía. En Colombia, de acuerdo con un análisis realizado por el centro de pensamiento Anif, en la baraja está el riesgo de racionamiento o el incremento de los precios, lo que confluye en un posible retorno de la inflación al alza.

La gran conclusión de Anif es que lograr mantener precios bajos de la energía y evitar un racionamiento en medio de un fenómeno del Niño “es una trinidad imposible”.

El centro de pensamiento puso sobre el tapete la alta dependencia que tiene Colombia de las centrales hidroeléctricas para la generación de energía. En la matriz energética está explícito que el 70 % del abastecimiento de ese servicio clave, tanto para la producción de las industrias, como para la productividad de las personas, depende del agua. En consecuencia, podría causar un efecto dominó.

Facturas más caras, lo que se ve venir durante y después del fenómeno del Niño. | Foto: Getty Images

“La generación de energía hídrica se presenta como una alternativa limpia, abundante y de bajo costo, que aprovecha de una forma eficiente los recursos hídricos del país. No obstante, la dependencia de la matriz energética en las hidroeléctricas aumenta su vulnerabilidad frente a choques externos, especialmente si su efecto es impredecible. El caso del fenómeno del Niño es un ejemplo de un choque externo que amenaza con disminuir las precipitaciones y aumentar las temperaturas”.

Tremendo dilema

Al decir de Anif, en el contexto de lo que se ve venir con el fenómeno del Niño, “los proveedores se enfrentan al dilema de subir los precios o poner en riesgo la sostenibilidad de la generación de energía”. En otras palabras, es como plantearle a la gente, cuál de estos dos males le parece menos peor: una subida de precios o un racionamiento de energía.

Si bien, hasta ahora los proveedores de energía han dado la señal de estar preparados para la coyuntura que se aproxima, es claro que ‘el colchón’, ante una eventual sequía, es la energía térmica, que resulta más costosa. A ello se le agrega que, de acuerdo con las estadísticas que ha entregado XM, el operador del sistema interconectado nacional, la demanda energética viene creciendo y podría aumentar más en la medida en que el fenómeno climático se haga más visible.

Alerta

Por ello, “en Anif nos sumamos a la discusión y alertamos sobre los potenciales impactos del fenómeno del Niño con un tiempo prudente para que así los tomadores de decisión en el país puedan elaborar estrategias viables para su mitigación, sin comprometer algo tan vital como la provisión de energía”.

La preocupación es el riesgo de un racionamiento de energía. | Foto: Getty Images

Lecciones anteriores

Para Colombia, las lecciones con eventos climáticos del fenómeno del Niño, ocurridos en el pasado, deberían ser traídas al presente, para evitar caer en las mismas situaciones.

Así, en 1992, por ejemplo, fue necesario un racionamiento energético. Fue un año durante el cual, se programaron apagones entre las 5 de la tarde y las 9 de la noche. La falta de luz en los hogares llegó a ser de nueve horas en ciudades como Bogotá y hasta de 18 horas en zonas como San Andrés. Por supuesto, el coletazo mayor fue para la economía, por las enormes pérdidas en las empresas.

Para entonces, se habló de la necesidad de mejorar el parque térmico, que era el que se usaba para entrar a reforzar el abastecimiento que se hacía con la energía proveniente del agua, la cual se vio severamente afectada por la sequía. Pero se abrió la competencia privada y se fortaleció la regulación del sector.

Planta de energía de carbón con contaminación. | Foto: acilo

Si bien en esa ocasión hubo un fuerte efecto en los embalses, por cuenta del fenómeno climático, también tuvo peso el hecho de que se hubiera sobreestimado la capacidad del sistema eléctrico. Anif agrega la falta de mantenimiento de las unidades térmicas, al igual que las dificultades financieras de las empresas eléctricas.

Y no se quedó atrás el retraso en los cronogramas de construcción de nuevos proyectos hidroeléctricos, por lo que es mejor estar preparados, pues se pueden estar teniendo expectativas con fuentes energéticas que aún están crudas, como lo son las energías alternativas, y la entrada de la hidroeléctrica Ituango.

Otra lección del pasado fue la que dejó el año 2016. Muchos analistas equipararon lo sucedido en dicho periodo con los hechos de 1992. Y pareció que poco se aprendió. Con la llegada del nivel de los embalses, a solo un 30 %, Colombia tuvo que traer energía de Ecuador. De igual manera, fue necesario adelantar campañas de ahorro de energía.

Soluciones sin populismo

Ahora, de acuerdo con el análisis de Anif, “hay un factor que se asemeja a lo vivido en las crisis energéticas de 1992 y 2016, es el exceso de demanda”.

Por todas esas razones, para el centro de pensamiento económico “enfrentar un Niño sin racionamiento y con precios bajos es una trinidad imposible. Por tanto, la única manera de evitar los apagones, así como los daños económicos que estos trajeron para los hogares y empresas colombianas, tiene que partir por no implementar medidas populistas que buscan intervenir el mercado energético para generar controles de precios en el mercado”.

El costo de la energía subiría, si o si. | Foto: Air-e/Web