El Premio Empresario Colombiano del Año UR nació en 2005 como una iniciativa de la Universidad del Rosario para reconocer el papel esencial de quienes, desde el sector productivo, contribuyen a construir país. En sus dos décadas de historia, ha distinguido a más de 50 empresas y líderes que, con visión y compromiso, han aportado al desarrollo económico y social de Colombia, y ha consolidado una cultura corporativa que combina eficiencia con sensibilidad social.
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En esta edición 2025, bajo la temática “Ecosistema de innovación: colaborar para competir mejor”, el Premio invita a fortalecer la cooperación entre empresas, academia y comunidades como motor de desarrollo sostenible. La gala, organizada por la Escuela de Administración y Foros Semana, reunirá el 6 de noviembre en Bogotá a la comunidad empresarial, académica y de egresados en una noche dedicada al liderazgo con propósito y al reconocimiento de quienes contribuyen al progreso económico, social y sostenible del país, aun frente a los desafíos del entorno.
¿Qué motivó al Rosario a crear este reconocimiento?
Mauricio Sanabria (M.S.): La creación del premio está vinculada a la misión histórica de la universidad de formar líderes con ética, sentido social y visión de desarrollo humano. Por eso, se institucionalizó en octubre de 2026 mediante decreto rectoral y se consolidó como un reconocimiento a los empresarios que, con ejemplo y compromiso, consolidan organizaciones sostenibles y perdurables. El propósito va más allá de un homenaje. Busca inspirar nueva forma de liderar; una cultura empresarial que combine eficiencia económica con sensibilidad social y se entienda a la empresa como actor clave en la transformación económica y social del país.
En estas dos décadas, ¿qué valores han sido la base del premio y lo han mantenido fiel a su espíritu original?
M.S.: El premio se ha sostenido en valores que reflejan la identidad de la Universidad del Rosario y de la Escuela de Administración. El primero es la perdurabilidad, entendida como la capacidad de las organizaciones para mantenerse y evolucionar sin perder su compromiso con la justicia y la calidad de vida. El segundo es la responsabilidad social, porque el éxito económico solo tiene sentido cuando genera bienestar en las personas y las comunidades. Y el tercero es el liderazgo ético y de servicio, que se ejerce con coherencia, propósito y visión de largo plazo, dejando un legado que trasciende.
Seleccionar a los mejores no es solo cuestión de cifras. ¿De qué manera el proceso de evaluación logra reflejar tanto la reputación como el impacto real de los postulados?
M.S.: La selección combina análisis cuantitativos, cualitativos y reputacionales. El proceso comienza con una preselección sustentada en información oficial, como la de la Superintendencia de Sociedades, para identificar compañías con capital colombiano mayoritario, trayectoria comprobada y al menos cinco años de solidez financiera. Luego se realiza una revisión de riesgo reputacional, en la que se consultan bases internacionales y medios especializados para validar que la trayectoria de los postulados sea íntegra.
¿Quiénes intervienen en esa elección?
M.S.: Los comités de evaluación reúne voces de distintos sectores, que incluyen directivos y profesores de la universidad, Revista SEMANA, la firma Talengo y expertos invitados. Este aspecto es fundamental. La deliberación interdisciplinaria y transparente garantiza el resultado.
El lema de esta edición invita a “colaborar para competir mejor”. ¿Qué impacto tiene esa visión en la forma de innovar en Colombia?
M.S.: La innovación hoy no surge en el aislamiento, sino en la colaboración. Los ecosistemas de innovación reúnen empresas, universidades, Gobiernos y comunidades para interactuar y cocrear soluciones que generen valor colectivo. Colaborar permite superar modelos solo competitivos y avanzar hacia la cooperación estratégica. Para Colombia, donde existe gran diversidad y talento, la innovación abierta mejora la productividad, la transferencia tecnológica y la sostenibilidad del tejido empresarial.