- “Se han convertido en un lenguaje común”
Los ODS han logrado alinear gobiernos, empresas, academia y ciudadanía bajo un mismo marco, facilitando agendas más integradas entre lo social, ambiental y económico. Sin embargo, “la implementación sigue siendo fragmentada. Muchos actores aún miden metas de forma aislada, sin considerar sus interdependencias”. Esa desconexión reduce su potencial transformador, su impacto colectivo y limita la posibilidad de soluciones estructurales.
- “La sostenibilidad ya no se limita a la ‘responsabilidad social’”
Cada vez más empresas reconocen que los ODS no son una carga adicional, sino una herramienta estratégica. “Reconocen beneficios competitivos y de gestión de riesgos a largo plazo”. Incorporarlos en el modelo de negocio permite anticiparse a transformaciones regulatorias, sociales y climáticas.
- “La pobreza extrema sigue siendo una realidad en América Latina”
“Colombia ha liderado en mediciones multidimensionales de pobreza, pero la pobreza extrema sigue siendo estructural en América Latina. Los ODS ofrecen un marco para respuestas más integradas frente a la exclusión”. Esa integración es clave para cerrar brechas históricas y dar respuestas que conecten educación, salud, empleo y territorio.
- “Entre 2019 y 2022, la financiación global para adaptación cayó del 7 por ciento al 5 por ciento”
La mayoría de los recursos se destinan a mitigación, cuando la adaptación es crucial. “Esto limita la capacidad de los países, especialmente de los más vulnerables, para fortalecer su resiliencia”. La reducción en la financiación compromete la preparación ante fenómenos extremos y retrasa avances en soluciones basadas en la naturaleza. Una vía clave para revertir esta tendencia es aumentar el capital destinado a soluciones basadas en la naturaleza, que no solo reducen emisiones, sino que también fortalecen la adaptación.
- “No se trata solo de rediseñar la arquitectura financiera, sino también de corregir una desigualdad histórica”
Aunque los pueblos indígenas protegen gran parte de la biodiversidad del planeta, reciben solo el 2 por ciento del financiamiento climático. “Este tema será central en la COP30 en Brasil”. Las comunidades deben recibir más recursos para ejercer su rol con autonomía, fortalecer sus sistemas de gobernanza y asegurar que la conservación sea también una vía de desarrollo digno.
- “Es fundamental entender que muchas inversiones ‘ambientales’ también generan beneficios económicos y sociales”
Más de la mitad del PIB global depende directa o indirectamente de la naturaleza. En América Latina, sectores como el agropecuario, el hídrico y el energético se sostienen en recursos naturales y en los servicios que estos proveen. Comprenderlo permite superar la falsa dicotomía entre desarrollo y conservación.