Los beneficios que aporta a los niños y adolescentes la práctica de deportes al aire libre no son una novedad. Sin embargo, durante la pandemia retomar la actividad física se ha convertido en una necesidad. Con el confinamiento, se incrementaron las horas de los menores frente a los dispositivos, quienes, por ejemplo, en el caso del fútbol, comenzaron a sentirse bastante cómodos con los partidos virtuales. Al principio, era lo más seguro frente al covid-19, pero ahora entrenadores y padres advierten de la necesidad de regresar a los parques y canchas para la salud física y mental de los menores.

Dayana Melissa Revelo tiene 23 años y antes de la crisis sanitaria trabajaba para un club donde daba clases de fútbol, que con la llegada de la pandemia comenzó a operar virtualmente. “Fue muy difícil, los niños ya no prestaban atención o miraban a la cámara, cuando lo hacían enviaban emoticones o se iban y no los veía más en la clase”, comenta. Allí estuvo durante un mes, cuando dejó de trabajar para finalizar sus estudios universitarios; graduada, a los dos meses, decidió conformar Football Kids una “empresa de personalizados”.

En junio de 2020, imprimió tarjetas y volantes para ofrecer entrenamientos de fútbol y otros deportes de forma presencial. “Al principio solo podía estar un niño o niña por clase, porque los papás tenían bastante miedo por el tema de la pandemia, pero también les preocupaba mucho que sus hijos se quedarán pegados a un dispositivo; me decían ‘menos mal profe apareciste, aquí la niña está todo el día en el computador, o todo el día en el televisor, y cada vez que le decimos que salgamos a hacer algo, no quiere’”. Hoy en día, además de los entrenamientos personalizados, ofrece clases a grupos, de máximo cuatro participantes.

Cuando Revelo comenzó a entender las necesidades de su mercado potencial, creó planes de entrenamiento enfocados en todos los deportes, porque había niños a quienes no les gustaba el fútbol. Así aparecieron en su programa de actividades al aire libre juegos tradicionales como ponchados, stop o congelados, y otros más específicos como patinaje y baloncesto. “Hubo casos complicados porque había niños que en realidad no querían entrenar; algunos de ellos asocian la actividad física con un castigo. Entonces hablaba con ellos sobre sus gustos y jugábamos, o corríamos o simplemente lanzábamos el balón, los hacía moverse y sudar y garantizábamos el gasto energético”.

Para la profesional en Ciencias del Deporte, la pandemia promovió el “furor de la actividad física en niños y adultos”. Entre sus clientes hay niños y adolescentes de edades comprendidas entre 3 y 18 años, y adultos, entre 34 y 40 años. “Entrené a una señora de 70 años, que buscaba ejercitarse porque decía que la volvía loca el encierro en casa. Tomaba tres clases a la semana y eran muy personalizadas. Un día me decía ‘me duele la rodilla’ y entonces nos enfocábamos en fortalecerla. Hay que dejar de lado el tabú de que los adultos no pueden hacer ejercicios como los niños; la única diferencia es la intensidad”.

Melissa recorre a diario la ciudad de Bogotá, de norte a sur en bicicleta, para cumplir con sus compromisos. “Pasa que los papás ya no pueden llevar a los chiquitines a recibir clases en lugares distantes de sus residencias, por el tema del trabajo en casa, y también por temas de prevención y bioseguridad. No quieren que estén cerca de multitudes, con otros niños”. Por esta razón, ofrece sus servicios en los lugares que los representantes decidan, que suelen ser en sus casas, dentro de los conjuntos o en parques cercanos.

Durante la pandemia retomar la actividad física se ha convertido en una necesidad. Los padres buscan actividades que los niños puedan realizar en parques cercanos a sus viviendas. | Foto: Getty Images

Fútbol, con tapabocas y distanciamiento

Las escuelas de fútbol de Bogotá también han buscado rutas para la reactivación. Después del cierre total en los periodos más radicales de las cuarentenas, el retorno ha sido lento y progresivo, en medio de los picos de la pandemia. Ha sido un proceso que avanza entre pausas y que ha dependido de la apertura de otros escenarios y sectores, como el educativo. “Han ido reincorporándose niños pero no como esperábamos, porque había mucho miedo, pese a las condiciones favorables que aporta el espacio al aire libre”, explica el exjugador profesional Jairo Becerra, quien dirige la Escuela de Formación Talentos F.C., que opera en las canchas de la Universidad ECCI-Campus, al norte de la ciudad, y capacita a niños de entre 5 y 17 años.

Becerra, quien es licenciado en Educación Física, explica que las dinámicas de bioseguridad forman una parte importante de la cotidianidad. Las personas adoptaron el lavado de manos, distanciamiento y uso de tapabocas dentro de sus rutinas y eso ha favorecido la reactivación. “Hay niños que lo tienen muy claro por lo aprendido en casa, a algunos más que a otros se les nota que sus padres les recalcan de forma permanente la importancia de seguir las normas porque lo aplican cuando están con nosotros; pero ahora parte de nuestro trabajo es supervisar que, por ejemplo, no se quiten el tapabocas durante los entrenamientos, porque no es fácil mientras se realiza una actividad física. Tomar distancia y un pasito más atrás, como le decían en el colegio a uno, es una instrucción permanente“, explica Becerra.

Adriana Serna es la mamá de Ana y Sebatián, de tres y seis años, respectivamente. Inscribió a los niños en Talentos F.C. porque después de año y medio encerrados en casa, quería que hicieran una actividad física los fines de semana “para que refuercen su disciplina, aprendan a seguir instrucciones en un escenario distinto al de su casa, mientras descargan la energía que acumulan durante toda la semana”. La decisión de que practicaran un deporte junto a otros niños fue analizada y consensuada con su papá. Lo primero que hicieron fue asistir a un entrenamiento para constatar que tan rigurosa era la escuela con su bioseguridad.

“Los niños están felices. Los sábados y domingos se levantan temprano sin ninguna dificultad porque les encanta ir a su fútbol. Se disfrutan mucho los entrenamientos y a nosotros no da confianza saber que podemos acompañarlos y contribuir con los profesores para garantizar que siempre usen el tapabocas”, comenta Serna, quien tiene claro que toda actividad que se realice fuera de casa tiene un nivel de riesgo, pero ha pesado más “que los niños merecen tener un espacio de esparcimiento, después de tanto tiempo encerrados”.

La mayoría de los niños de la Escuela de Formación Talentos F.C. entran a practicar fútbol por hobby, explica Becerra, pero con la pandemia la necesidad de realizar una actividad al aire libre se incrementó. “Hay padres que los inscriben para que el niño esté ocupado, para sacarlos de la rutina del encierro, de las clases virtuales y distanciarlos de los videojuegos, algo en lo que han invertido una buena parte de su tiempo en confinamiento pandemia. Es un desahogo”.

Ahora, Becerra opina que complementar las clases de fútbol presenciales con videojuegos puede llegar a ser algo positivo “si estos son de fútbol, porque les permite a los niños aprender con más facilidad, por ejemplo, qué es un saque de banda, cómo juega un delantero, un defensa, qué es lo que hace el arquero, pero de a poquito, no en exceso”.

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