Tras migrar a Chile en 2020, la venezolana Suhey García se instaló con su familia cerca de un exvertedero de Santiago. Con la elección de un nuevo gobierno, puede ser deportada. Pero solo así se irá. “Tengo mi vida hecha acá”, dice.

Los extranjeros indocumentados, unos 337.000 y en su mayoría venezolanos, están en la mira del derechista José Antonio Kast, que enfrentará a la izquierdista Jeannette Jara en un balotaje el 14 de diciembre, tras la primera vuelta celebrada el domingo.

“Si me van a sacar, bueno, nada que hacer. Pero irme, yo misma tomar la decisión, no”, afirma García, de 30 años. Pese a no tener papeles, vive tranquila.

Vive en el asentamiento Nuevo Amanecer, al oeste de la capital chilena, donde unas 2.000 familias se encuentran apiñadas junto a lo que fue un vertedero de escombros. En gran número son haitianos, peruanos, venezolanos y colombianos, muchos indocumentados.

La colombiana Nancy Guevara se quedó irregularmente en Chile después de haber ingresado como turista en 2024. (Photo by Javier TORRES / AFP) | Foto: AFP or licensors

Construyeron modestas casas, una pegada a otra. Disponen de agua potable, pero no hay alcantarillado. Están conectados clandestinamente a la red eléctrica y los niños juegan entre las callejuelas de tierra.

La campaña para las elecciones en Chile se desarrolló en un contexto dominado por el temor a la inseguridad que una mayoría asocia con los indocumentados.

“Se siente miedo”

Si bien la tasa de homicidios se triplicó en la última década (de 2,5 a 6,7 por cada 100.000 habitantes), se ubica por debajo del promedio de la región, de 15 homicidios cada 100.000, según los últimos datos de la ONU.

La población migrante se duplicó en siete años en Chile y alcanzó al 8,8 % del total en 2024 en este país de 20 millones de habitantes, según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). El combate a la delincuencia y a la migración irregular centró los programas de todos los candidatos, pero con Kast los indocumentados serán personas no deseadas en Chile.

“Imagínate, me mandan para Venezuela y allá no tengo casa. Cuando ya mis hijos tienen una vida estable en Chile”, dice Suhey García.

Con su esposo y sus tres hijos —hoy de 13, 12 y 8 años—, ingresaron caminando desde Bolivia por un paso no autorizado.

“Una oportunidad”

Como los demás indocumentados, llevan una vida relativamente normal en el Chile de hoy. Aunque una reciente norma les impide regularizarse, no hay redadas antiinmigrantes, acceden a servicios de salud y pueden matricular a sus hijos en el sistema público.

También emplearse en el comercio informal o como repartidores, guardias o jornaleros en el campo. Beneficios que se esfumarían con Kast.

El candidato presidencial chileno José Antonio Kast, del Partido Republicano, es el favorito para ganar la segunda vuelta. | Foto: AFP or licensors

El candidato de derecha apuntaló su campaña en detener a los sin papales hasta expulsarlos, e impedir su ingreso con un muro y militares en la frontera por la que entró García.

“Me parece injusto porque todos somos seres humanos. Y por lo menos yo no vine a delinquir. ¿Por qué nos meten a todos en un mismo saco?”, se pregunta.

La colombiana Nancy Guevara se quedó ilegalmente en Chile después de haber ingresado como turista en 2024. Conoció a un haitiano que lleva ocho años indocumentado en el país y terminaron viviendo en Nuevo Amanecer.

Juntos han podido trabajar de manera informal. Mientras camina por una de las calles de tierra del asentamiento, envía un mensaje a Kast: “Tiene que darle como (una) oportunidad a la gente. Darle papeles para que no ande así ilegal”. Incluso migrantes con estatus legal temen la llegada al poder de la ultraderecha.

“Dicen que van a echar a los inmigrantes y (desalojar) las tomas (ocupaciones). (…) Pero no tenemos otro lado donde ir”, afirma Wilmer Carvajal.

Este peruano de 40 años, que reside en Chile hace 13, teme que si esto ocurre, los tiren a la calle con “niños y todo”.

*Reportaje de AFP.