Un nuevo informe de la Administración Federal de Aviación (FAA) muestra la magnitud del caos: varios de los aeropuertos más transitados de Estados Unidos enfrentan hoy tasas críticas de cancelaciones y retrasos.

La situación afecta a miles de pasajeros y evidenciando cómo la crisis política se ha trasladado directamente al transporte aéreo.

Aeropuertos en crisis

Aeropuertos como Chicago O’Hare, Denver, LaGuardia y Boston Logan, registran algunas de las peores cifras de disrupciones del país, de acuerdo a lo que se registra en Newsweek.

Solo en las últimas 24 horas, se han contabilizado 884 cancelaciones y 559 demoras dentro, hacia o desde territorio estadounidense. Las cifras reflejan una tensión creciente en el sistema aéreo que, según los expertos, podría agravarse si el Congreso no logra destrabar la situación presupuestal del gobierno federal.

El motivo principal detrás de esta crisis está relacionado con la paralización parcial del gobierno, que ha obligado a la FAA a pedir a las aerolíneas la reducción de entre un 4 % y un 6 % de los vuelos diarios en 40 aeropuertos clave.

La falta de personal en los centros de control de tráfico aéreo es ya una emergencia nacional. “Si la Cámara no actúa, veremos más del 10 % de disrupción y posiblemente, aerolíneas que dejen de operar aviones por completo”, advirtió el secretario de Transporte, Sean Duffy.

Chicago O’Hare aparece como el aeropuerto más afectado, con un 3 % de vuelos cancelados y un 4 % con retrasos, seguido por Denver International, LaGuardia y Boston Logan, que registran cifras cercanas al 4 %, informa el medio en mención.

En terminales más pequeñas, como Anchorage, Miami y Atlanta, los porcentajes se mantienen por debajo del 3 %, aunque la tendencia apunta a un aumento conforme se prolongue el cierre gubernamental.

Aeropuertos como O’Hare, LaGuardia y Denver concentran la mayoría de los vuelos cancelados por falta de personal de la FAA, una situación que amenaza con extenderse durante todo noviembre. | Foto: Getty images

El costo lo pagan los pasajeros

Miles de viajeros se han visto atrapados en salas de espera abarrotadas, mientras el personal esencial de control aéreo continúa trabajando sin recibir salario debido a la paralización.

La situación afecta no solo a quienes vuelan por negocios o placer, sino también a quienes dependen del transporte aéreo para traslados médicos o familiares.

En temporada alta, los retrasos masivos provocan pérdidas millonarias para aerolíneas, aeropuertos y destinos turísticos.

La crisis también tiene un impacto sistémico y las consecuencias se extienden a la economía: cadenas de suministro afectadas, mercancías demoradas y una pérdida de confianza del público.

Cada vuelo cancelado representa no solo un pasajero frustrado, sino también una señal de alarma sobre la fragilidad del sistema aéreo frente a los vaivenes políticos.

Mientras tanto, las autoridades recomiendan revisar el estado de los vuelos antes de salir de casa, llegar con tiempo adicional y estar preparados para demoras en los controles de seguridad.

En caso de cancelación, los viajeros pueden exigir reembolsos o cambios sin costo, aunque las opciones son cada vez más limitadas ante la saturación de rutas alternativas.

En el frente político, el Senado aprobó una medida para reabrir el gobierno, pero la decisión definitiva recae en la Cámara de Representantes.

El presidente Donald Trump, por su parte, advirtió que los controladores que no se presenten a trabajar podrían perder su salario, aunque propuso un bono de 10 000 dólares para quienes permanezcan activos durante la crisis, sin aclarar de dónde provendrán los fondos.

El sistema aéreo estadounidense está enviando señales de alerta. Los retrasos y cancelaciones ya no son incidentes aislados, sino un reflejo directo del costo que tiene la parálisis política sobre la vida cotidiana de millones de ciudadanos.