Aunque Colombia es un país laico (independiente por la Constitución del 91 de cualquier confesión religiosa oficial), sí es mayoritariamente católico. A pesar de esto, cientos de miles de personas creen en otras deidades y filosofías espirituales.

Iglesia Católica

Monseñor Héctor Fabio Henao, director de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal de Colombia.

La Conferencia Episcopal de Colombia, representada en esta coyuntura por monseñor Héctor Fabio Henao, el director de Pastoral Social, ha tomado una posición activa y de mediación en el Paro Nacional. Henao hace parte actualmente de la mesa de negociación nacional entre el Gobierno y los representantes del paro, para buscar una salida a la crisis.

“Consideramos que existe una crisis social profunda en Colombia y consideramos que puede agravarse aún más. Miles de personas sufren de carencia alimentaria y los jóvenes se encuentran en una altísima vulnerabilidad por la falta de oportunidades y empleo. La conferencia episcopal busca un plan de recuperación social y económica del país para reducir la inequidad existente”, expresó Monseñor.

Incluso desde el Vaticano se insiste en una salida dialogada a la actual situación de violencia del país. “El papa Francisco ha tenido tres pronunciamientos recientes sobre la crisis colombiana. Ha llamado a fortalecer el diálogo, a dar respuestas eficientes a las problemáticas sociales existentes y ha hecho referencia a las distintas formas de violencia que aquejan a Colombia. Solo el respeto y el diálogo son eficientes en estos momentos”, asegura.

A pesar de las intenciones expresadas por el prelado, en las calles, el papel de la Iglesia católica se cuestiona con firmeza. Muchos consideran que los jerarcas colombianos han estado más de lado de los influyentes y poderosos que del pueblo, casi siempre vulnerado.

“La Iglesia históricamente tiene una participación clara a favor del bien común y de construcción de país. No comulgamos con partidismos políticos, sino con la democracia y las instituciones. No buscamos distanciarnos de la realidad, pero defendemos nuestra autonomía”, aclara Henao ante los señalamientos.

Con respecto a los graves problemas psicológicos y emocionales que sufre la población colombiana, monseñor invitó a las personas a volver al templo para encontrar regocijo y alivio en Dios.

“Uno de los impactos más graves dentro de esta mezcla entre pandemia con aislamiento y estallido social son los sentimientos de soledad, tristeza y desasosiego. Las realidades espirituales son más importantes hoy pues nos ayudan a confortarnos y a encontrar respuestas a aquellos eventos que no podemos controlar”, concluyó.

Religión judía

Marcos Peckel, representante de la comunidad judía en Colombia. | Foto: Revista Semana

El representante de esta confesión en Colombia, Marcos Peckel, es más dado a creer que la salida a esta caótica situación vendrá de la institucionalidad.

“Tenemos seguridad en que el Gobierno nacional está haciendo lo necesario para salir de esta crisis: ha creado programas para los jóvenes, los empresarios, los estudiantes, microempresarios y campesinos, y creemos que con esto se han dado pasos importantes para solucionar”, expresó.

Peckel dejó sentada su posición: “Rechazamos la violencia y el vandalismo, así como los ataques a las fuerzas de seguridad del Estado y los bloqueos. No conducen a nada bueno”.

Sobre el rol que ha decidido adoptar el judaísmo en Colombia frente a este estado de las cosas, Peckel aclara que su papel se encuentra en el empresariado y el desarrollo. “Nosotros seguimos generando empleo y hacemos parte de la mesa nacional de asuntos religiosos del Ministerio del Interior. Nos reunimos con el presidente Duque y nos ofrecimos como facilitadores de espacios de diálogo, especialmente en las regiones”.

También ha levantado ampolla la reunión entre influyentes miembros de la comunidad judía (como Jean Claude Bessudo, dueño de Aviatur) y el precandidato presidencial Gustavo Petro, a lo que Peckel respondió: “De manera rutinaria nos reunirnos con políticos de todas las corrientes y partidos políticos del país. No hay nada de especial”.

Islam - fe musulmana

Sheik Ahmad Tayel, vocero de la comunidad musulmana en Colombiana. | Foto: Revista Semana

El Sheik o jeque es un título de origen árabe aplicado a líderes religiosos o políticos a nivel local, etimológicamente comparable al arquetipo del viejo sabio. Ahmad Tayel lleva ese título desde que llegó a Bogotá de Damasco (Siria), donde tuvo que vivir los rigores de la guerra civil. Le entristece comenzar a avizorar un panorama similar aquí.

“Siria ha estado a punto de desaparecer en todo sentido por cuenta de la violencia que causan la polarización y las disputas políticas, históricas, territoriales y sociales. Reconstruir el país y la democracia será muy difícil y no quiero que eso le pase a Colombia. Siria debe ser un espejo para nuestro país, un ejemplo para cambiar el rumbo y discutir nuestras diferencias en paz”, afirma.

La comunidad musulmana, más extensa en fieles en el país y tan económicamente poderosa como la judía, aún no ha sentado una posición oficial frente al Paro Nacional. Aún así, y en contra de los mitos sobre ellos, rechazan de tajo las vías de hecho en las calles.

“La gente cree que el mundo musulmán es solo lo que ve en televisión y la internet. Somos 1.800 millones en todo el mundo y así como hay personas moderadas y pacíficas, hay extremistas (como el Ku Kux Klan de los protestantes norteamericanos o las guerrillas budistas en Myanmar). Los musulmanes colombianos somos muy reflexivos y pacíficos, por eso creemos en la democracia y sentimos que las experiencias extranjeras nos enseñan a exigir nuestros derechos sin violencia”, agrega.

La opinión de Tayel se suma a la de los otros representantes religiosos: el diálogo es el camino. “Estamos a favor de la democracia y la libertad de expresión, pero rechazamos el vandalismo, la violencia, el saqueo, los robos y en general todo tipo de daño a cualquier ser humano”, asevera.

Aunque su deseo es ayudar en la mediación del conflicto, Ahmad no ha encontrado el espacio oficial para ello. “No hemos recibido llamados de la mesa interreligiosa de Bogotá para mediar dentro del actual Paro Nacional. Sentimos que puede tener que ver con el hecho de que al ser una comunidad muy pequeña, no nos han tenido muy en cuenta dentro de la coyuntura social del país”, puntualizó.

Budismo

Olga Lucía Sierra Santos, representante del budismo guelupa en Colombia (indo-tibetano). | Foto: Revista Semana

“La ignorancia es la raíz del sufrimiento: es creer que mi forma de percibir las cosas es la correcta y esa es una concepción equivocada. El Paro está impregnado por intereses individuales y eso va a llevar a más sufrimiento, pues no se está considerando el bienestar del colectivo”, es la reflexión de la líder budista Olga Lucía Sierra, quien cree que vivimos un momento karmático (karma = negativo) a causa de nuestra irresponsabilidad y corrupción, no solo como Estado sino individualmente.

“Podemos interpretar la pandemia del coronavirus y la actual crisis social –en este caso colombiana- como una enorme respuesta del karma colectivo. Esto significa que hemos perdido los límites que garantizan el bienestar colectivo y nos hemos vuelto profundamente individualistas, lo que ha degenerado en el grave estado actual de las cosas. Somos responsables y los cambios no vendrán solo desde la negociación entre Gobierno y manifestantes, sino desde nuestro cambio de conciencia y comportamiento: desde la eliminación de nuestras pequeñas corrupciones individuales y cotidianas”, explicó.

Como sus contrapartes religiosas, rechazó los enfrentamientos violentos entre manifestantes y Policía. “Personalmente, estoy de acuerdo con la manifestación no violenta, porque creo que podemos expresarnos sin agredir al otro. Cuando tengo que usar la violencia en una protesta es porque quiero imponer mi argumento sobre el de los otros. El miedo es la raíz del enojo y es un círculo vicioso en el que ha derivado el paro. Es hora de detener la violencia y las posiciones impositivas”, comenta.

Incluso considera que Duque necesita reunirse con los jóvenes y la izquierda, y no solo con quienes le parecen interlocutores válidos. “La paz no se experimenta con aquellos que piensan igual a mí, sino cuando estoy en armonía con quienes creen y sienten distinto”.

¿La religión y la política deben estar separadas? Olga no lo cree así. “Si bien el Dalai Lama es el representante espiritual de nuestra religión, hace algún tiempo también era el líder político del Tibet. No podríamos decir que política y religión son tan opuestos, pero nuestra política es la de la no violencia: el pacifismo también es político”, argumentó.

“Equilibrio” es la palabra que resume la entrevista con esta sabia líder budista. “Nuestros líderes necesitan meditar. Los que luchan en las calles necesitan meditar. Los que se sienten preocupados y compungidos por toda esta crisis necesitan meditar. Necesitamos parar y reflexionar serenamente como país”, concluyó.