A las 7:43 a. m. suena el primer Tik Tak de hoy jueves 28 de julio en SEMANA y suena por los lados de lo que dice el gobierno entrante, que ha descubierto sobre la verdadera situación del país, que deja el gobierno saliente.

En entrevista con El Espectador, el joven economista Daniel Rojas, poco conocido por la opinión aunque él ocupa un lugar clave como coordinador del empalme entre ambos gobiernos, revela que no está satisfecho. ¿Con qué aspecto del empalme? Dice que primero que todo con la información recibida de la administración Duque, no obstante esta se ufane de que como nunca antes, se preparó esa información de la manera más completa sobre el inventario que deja el actual Gobierno.

¿De qué se queja concretamente el coordinador del empalme? De que lo que han descubierto es que Colombia es un país fiscalmente crítico, asegura que hay mucha plata comprometida en vigencias futuras, contratación amarrada y muy poco espacio fiscal para lograr grandes transformaciones y es por eso, ojo, por lo que la reforma tributaria se convierte, según el señor Daniel Rojas, en una medida de inmediata ejecución.

Es decir, esta situación es la de un partido que pasa de actuar en campaña con todas las promesas que se hacen entre la plaza pública a encontrarse con la realidad nacional. No solo porque hay restricciones fiscales, muy seguramente justificadas en buena parte por la supervivencia del país durante la pandemia, sino por porque hay una coyuntura internacional de encarecimiento general, deuda por depreciación del peso colombiano y algo sobre todo que no depende de lo que el gobierno Petro quiera o no quiera, le convenga o no le convenga, las decisiones de la Reserva Federal de Estados Unidos de aumentar las tasas de interés para controlar la inflación.

La meta que el director del empalme señala como única opción, es aumentar el recaudo en las altas capas y en las personas de más altos ingresos. Pero en todo el diagnóstico del empalme, es curioso que no hay una sola consideración sobre la austeridad en el gasto.

El futuro parecería estar montado sobre una ecuación, que tiene en un extremo la meta de cobrar impuestos y en el otro un Estado benefactor, proveedor, empleador, y en una palabra: un Estado ‘gastón’. La pregunta es: ¿hasta dónde se lo permitirá al nuevo gobierno la pura y dura realidad?