SEMANA: ¿Secretario, de qué se trata esa reunión de alto nivel de seguridad que arranca hoy en Bogotá?
CÉSAR RESTREPO: Se trata de la reunión de la Red Internacional de Seguridad Urbana, que es una iniciativa que ciudades, en principio, de América Latina, crearon con el fin de juntarse a discutir sobre los problemas de seguridad urbana y encontrar claves comunes para enfrentar esos problemas. Esa primera reunión fue en Buenos Aires, en noviembre del año pasado, y se consolida la red y se hace un programa de trabajo durante todo este año que culmina en la reunión que arranca hoy.
SEMANA: ¿Cuál es el papel de Bogotá en esa mesa de seguridad?
C.R.: En esta reunión, Bogotá recibe la presidencia de la red durante el 2026 y estamos encargados desde Bogotá de desarrollar toda la agenda hasta que entreguemos en el próximo diciembre la presidencia a otra ciudad. Eso es lo que yo diría que es la mecánica.
SEMANA: ¿Por qué se creó la Risu?
C.R.: La Red Internacional de Seguridad Urbana (Risu) nace porque hay varios elementos que confluyen en este momento de la historia. Estamos a 25 años de que el 75 por ciento de la población del mundo viva en ciudades. Eso es un elemento muy importante porque la aglomeración de seres humanos en núcleos urbanos representa unos desafíos inmensos que la gente todavía no ha logrado dimensionar en relación con la seguridad, con la convivencia, con la justicia, con los derechos y libertades de los ciudadanos y con el manejo de las emergencias y los desastres. Entonces es el momento en que las ciudades tienen que empezar a entender que van a ser los núcleos protagonistas de la vida de los seres humanos y tienen que prepararse para tener esa gran cantidad de ciudadanos que viven en ellas.
SEMANA: De todas las ciudades de Latinoamérica, ¿Bogotá ya cuenta con esas características de aglomeración?
C.R.: Nosotros en Bogotá tenemos una particularidad y es que aquí ya interactúan 10 millones de personas al día. Eso hace que casi que nosotros estemos en el futuro. Como nosotros estamos desde Bogotá promocionando la idea de que la seguridad y la estabilidad de la ciudad no es un asunto de policías contra ladrones, sino de diseñar una ciudad funcional en la que los criminales, los violentos y las personas no cívicas no tengan la oportunidad de tener éxito en sus comportamientos contra el resto de los ciudadanos, la Red nos dio en el segundo año la presidencia y la posibilidad de ejercer esta reunión. En este encuentro van a estar la mayoría de las ciudades capitales de América Latina y, adicionalmente, unas ciudades de Europa y Estados Unidos.
SEMANA: ¿Cuál es el objetivo de Bogotá durante la presidencia de la Red?
C.R.: Lo que pretendemos es, cada año, ir fortaleciendo la red y, a partir de eso, sacar provecho inmediato en el conocimiento de los problemas comunes que tenemos.
SEMANA: En esa medida, ¿cuáles fueron esos proyectos que se adelantaron durante el primer año y qué van a continuar haciendo en el segundo?
C.R.: En el primer año, nosotros lo que hicimos fue trabajar en la identificación de cómo el delito simple y el delito común estaban siendo capturados por organizaciones de crimen organizado, instrumentalizados y generando mayores niveles de violencia y de afectación a los ciudadanos en todas las ciudades de América Latina. Eso fue lo que se empezó a discutir desde noviembre pasado en Buenos Aires y a lo largo del año tuvimos esas conversaciones que vamos a retomar en Bogotá. Esta vez para trabajar en los siguientes temas que derivan de esas conversaciones, y es cómo la lucha integral contra el crimen y la violencia es un asunto local, pero con conexiones a nivel hemisférico, cómo los sistemas de riesgo, amenazas y desafíos a la seguridad urbana son fundamentales para la estabilidad de las ciudades contemporáneas, el papel de la justicia local en la generación de seguridad urbana.
SEMANA: ¿Cuáles han sido esos desafíos en común entre los países de la región que han podido identificar?
C.R.: Lo que nosotros hemos encontrado a partir de estos intercambios internacionales, del desarrollo de las redes y de las relaciones bilaterales con otras ciudades, es que las ciudades básicamente enfrentan el mismo menú de problemas. La diferencia está en el orden de magnitud de cada uno de los problemas y en el grado de afectación a los ciudadanos. Yo podría decirle que en grandes ciudades, la extorsión, el secuestro, el hurto de automotores, el hurto de celulares, la violencia intrafamiliar, la violencia de género, la violencia sexual, las riñas y el homicidio son elementos que son comunes a la estructura de riesgos de una ciudad.
SEMANA: ¿Entonces qué es lo que cambia de una ciudad a otra?
C.R.: Los órdenes de magnitud. Cuando nosotros empezamos en el marco de la Red, pero también en el trabajo que hemos hecho desde Bogotá, en nuestro trabajo de seguridad, en el diálogo con otras ciudades, lo que encontramos es que es muy importante empezar a trabajar sobre un criterio que es el de las ciudades que van a irse desarrollando de aquí a 25 años y que van a enfrentar los mismos problemas. Y ahí es donde el diálogo entre ciudades que tienen características diferentes, pero problemas similares significa una herramienta muy importante para el intercambio de lecciones aprendidas.
SEMANA: ¿Cómo está Bogotá en materia de seguridad (8:59) si la comparamos con la región?
C.R.: En tasas de homicidio, Bogotá en su plan de desarrollo se puso como meta una cifra de 8 homicidios por 100.000 habitantes. Uno podría decir que, en promedio, en las ciudades capitales de América Latina, están en 7 homicidios por 100.000 habitantes en general. Ahora, no solo es el homicidio. Por ejemplo, fenómenos como la extorsión y fenómenos como el secuestro exprés en muchas ciudades de América Latina están disparados. Sin embargo, sus sistemas de lucha contra esos delitos y sus sistemas jurídicos no tienen herramientas ni estrategias de documentación muy sólidas, por lo cual tener indicadores comparables es muy complicado. Además, hay que tener en cuenta que cada país tiene un marco jurídico que es diferencial, donde hacen una estructuración de los delitos y una valoración de los delitos que es de acuerdo con su estructura estatal y con su marco jurídico.
SEMANA: Pero, ¿Qué decir de Bogotá?
C.R.: Lo que podría decirle es que lo que hemos reconocido a lo largo y ancho del hemisferio es que el crimen transnacional se ha desdoblado en organizaciones de criminalidad local que explotan las ventajas que para el crimen tienen esas ciudades y generan mercados criminales locales muy robustos que terminan financiando las operaciones de crimen transnacional y que, dependiendo de ese orden de magnitud, debe generarse una fórmula que permita atacarlos. En aquellos delitos donde las otras ciudades no tienen sistemas de medición muy robustos, aquí está Bogotá para ayudarles a desarrollar esos sistemas de medición.
SEMANA: ¿Qué han detectado de la forma de operar de las estructuras criminales transnacionales como el Tren de Aragua, Satanás, Los Lobos…? ¿Y cuál es la estrategia para cerrarle fronteras al crimen?
C.R.: Uno de los objetivos más importantes de Risu es crear un diálogo permanente entre las ciudades que nos permita intercambiar información de manera permanente sobre la forma como se desarrollan los fenómenos delincuenciales, los fenómenos de violencia, de incivilidades y de crimen. Y a partir de esa información encontrar patrones comunes que nos permitan prender las alertas de los organismos de seguridad e investigación e inteligencia en los países donde cada una de las ciudades está ubicada para que haya acciones que articulen el esfuerzo entre naciones contra el crimen transnacional.
SEMANA: Y entonces, ¿cómo materializa Risu ese objetivo?
C.R.: En el marco de Risu, las ciudades lo que estamos es avanzando en la construcción de un nuevo nivel de diálogo sobre seguridad que nos permita identificar esos modus operandi, identificar esos posicionamientos, el traslado de mercados, la ubicación de líderes en esos mercados criminales y poder con las autoridades nacionales de cada país y con los organismos de seguridad articular acciones que rompan los lazos entre estas organizaciones.
Por ejemplo, hacia donde queremos caminar es a la captura de ese criminal alias Larry Changa que, desde Circasia, Quindío, era quien manejaba un mercado de delincuencia y de crimen en la ciudad de Santiago de Chile.
Lo que hemos visto es que a lo largo de América Latina estas organizaciones han desplegado gerentes de mercados locales, de delincuencia y de crimen que abastecen de recursos a unos integradores del delito en diferentes países, haciendo unas superposiciones muy complejas y muy peligrosas para la estabilidad de las naciones y la democracia.