Porque aquí sí pasa, Bogotá atraviesa por una transformación profunda en su movilidad. Por fin estamos viendo hacerse realidad las obras con las que soñamos por décadas, pero que, mientras se ejecutan, requieren de la paciencia de todos, y doble exigencia para quienes hacemos parte y movemos la columna vertebral de Bogotá desde TransMilenio.

La ciudad adelanta más de 1.000 frentes de obra, entre esos, la primera línea del metro, las troncales de la avenida carrera 68, la ciudad de Cali y la calle 13, entre otras. Es una buena noticia para el futuro, pero hoy implica reducción de carriles para TransMilenio, cierres temporales de estaciones, desvíos, nuevas intersecciones semaforizadas y, por lo tanto, menor velocidad en corredores clave. Aun así, el Sistema Integrado de Transporte Público mantiene conectada a Bogotá con cerca de cuatro millones de viajes cada día.

Solo en el tramo central de la avenida Caracas, aun con 10 estaciones cerradas y una reducción del 25 % en la velocidad, seguimos moviendo alrededor de 400.000 viajes cada día gracias a ajustes operativos, estaciones temporales, rutas circulares adicionales y refuerzos del componente zonal. Pero este resultado es sin novedades.

Hemos tenido que redistribuir flujos y flexibilizar aún más el componente zonal. Allí enfrentamos una reducción del 10 % en la velocidad promedio por cuenta de alrededor de 800 puntos de obra que afectan recorridos y tiempos de viaje; por eso movemos piezas con pinzas: reforzamos corredores alternos, cambiamos trazados, regulamos frecuencias y priorizamos la información oportuna.

Teniendo en cuenta la cantidad de personas que se mueven en nuestro sistema y en general en la ciudad (12 millones de viajes al día), los cerca de 11.000 buses, las 150 estaciones, los más de 7.000 paraderos y los casi dos bloqueos que sufrimos al día, las novedades están siempre en la agenda. Solo este año hemos atendido 9.436 eventos, desde plantones hasta bloqueos, activando protocolos que en cuestión de minutos evalúan la situación y coordinan acciones con las demás entidades de la ciudad para restablecer nuestro servicio a los usuarios.

Como gerente lo digo con claridad: cuando es técnicamente posible, nos adaptamos en minutos para recuperar la normalidad. Gestionar el sistema en medio de una ciudad en obras y donde ocurren bloqueos a las vías diariamente, es un reto enorme. Detrás de este servicio hay 35 mil personas que sostienen la operación desde los patios, las estaciones, los buses y un centro de control que funciona 24/7. Nos apoyamos en 122 técnicos de control y más de 22.000 cámaras para ajustar en tiempo real desvíos, salidas a vía mixta, regulación de rutas, control de flujos y orientación en estaciones. La comunicación ocurre ahí mismo: pantallas, personal en campo y redes sociales informan cada cambio.

La integración troncal-zonal-cable y la flexibilidad de nuestro Sistema, hoy más que nunca permite movernos y conectarnos con toda la ciudad. Pero nada de esto borra la incomodidad de viajar con obras o bloqueos. La reconoce quien hace una fila más larga, quien debe caminar unos metros extra o quien tarda unos minutos más. Pero también nos recuerda que cada afectación en un corredor se irradia al resto de la red; y que nuestra tarea es absorber ese impacto y recuperar la normalidad cuando las condiciones técnicas lo permiten. No prometemos magia: garantizamos reacción, transparencia y acompañamiento.

A quienes usan el sistema —y a quienes lo van a usar por primera vez— les propongo un pacto sencillo para movernos mejor mientras duran las obras: planeen su viaje y consulten canales oficiales antes de salir, recarguen su tarjeta previamente; tengan presente el aumento en los tiempos de desplazamiento, sobre todo en hora pico; sigan la señalización y las indicaciones en vía; y den prioridad al flujo en puertas (dejar bajar antes de subir hace una diferencia enorme). Cada decisión individual suma a la fluidez de todos.

No pedimos paciencia a ciegas. Lo primero es garantizar nuestra respuesta oportuna y seguir demostrando por qué el transporte público integrado sigue siendo la mejor alternativa para moverse mientras la ciudad se transforma: entre 2026 y 2027 llegarán 680 buses eléctricos de última generación que triplicarán la confiabilidad en su operación. Entre 2028 y 2030, con metro integrado, troncales nuevas y modernizadas —incluida la Caracas con 12 estaciones renovadas—, proyectamos reducciones de 30 % a 36 % en tiempos de viaje y una oferta de servicio hasta 200% mayor. Esa es la ciudad que estamos construyendo mientras resolvemos cada día el viaje de hoy.

TransMilenio no se detiene. Bogotá tampoco. Nuestro compromiso es que lo público funcione incluso en su prueba más exigente: operar en una ciudad en obras y seguir conectando oportunidades para millones de personas. Porque mover una ciudad no es solo llevar buses de un punto a otro: es cuidar el tiempo y la tranquilidad de quienes la habitan. Y en eso no ahorramos esfuerzos.