No tiene problema en hablar del tema. Las heridas están sanas e insiste en que no tiene secretos.
Adelina Guerrero, la esposa del ministro del Interior, Armando Benedetti, habló por primera vez de un espinoso tema que le dio la vuelta al país, que sacudió a la Cancillería en Colombia y que, en su momento, llevó a los organismos de control a encender las alarmas: un episodio de, aparentemente, violencia intrafamiliar en Madrid, España, cuando él era embajador de Colombia ante la FAO en Roma.
Pero recordó que este hecho se salió de control “porque hubo muchas personas que se involucraron y no han debido hacerlo, entre esos los medios de comunicación”.
Según ella, Armando: “Nunca me agredió y nunca me amenazó con un cuchillo como dicen por ahí. Les fascina decir eso, pero no es verdad. Lo que sí hizo fue que me rompió unos objetos personales. ¿Qué ocurrió? Él y yo tuvimos una discusión de 30 segundos y me fui del lugar para calmar los ánimos. Y él hizo lo que hizo en ese instante. A raíz de esto, comenzó un proceso de pareja. Nunca salí a hablar a los medios porque no tenía por qué, pero, cuando el tema se salió de control, tuve que aclarar que nunca me agredió ni me amenazó con un arma blanca”.
Relató que la policía de Madrid llegó hasta el sitio en el momento de los hechos, donde estaba Armando Benedetti enfurecido.
“Los uniformados llamaron a la embajada y por ahí se filtró a la prensa. No fue a través de mí. El propio Armando informó que estábamos en un proceso de divorcio y sí estuvimos con abogados. Fue un tema muy difícil para mí. Estuve muy vulnerable porque, además, duré un mes en un sitio que no era mi ciudad (Madrid), con mis dos hijos pequeños. Fue difícil. Muchas personas trataron de aprovecharse de mi vulnerabilidad”.
La crisis entre ambos tocó fondo y ese episodio que presenció Adelina Covo —la madre de Adelina Guerrero— provocó una ruptura matrimonial.
“Estuve separada de Armando casi cuatro o cinco meses, pero volvimos a hablar dos meses después. Él volvió a Colombia, se sometió a unos exámenes, yo le saqué la cita y lo acompañé. Tengo un amor muy grande por Armando. En ese momento no estábamos juntos; incluso, él estaba en la casa de sus papás y yo en la mía en Barranquilla, es decir, no dormía en mi casa. Pero lo acompañé a sus citas, a una cirugía porque tuvo un precáncer. A raíz de eso, empezó a analizar y a evidenciar que tenía que cambiar ciertas cosas. Tuvo un verdadero cambio de vida”, dijo.
Hoy, a juicio de Guerrero, Benedetti es otro. Y, aunque siempre ha sido un padre y esposo presente, hoy lo es mucho más, dijo. Contrario a su pasado, asiste a misas todos los domingos, se confiesa ante un párroco en Barranquilla y busca constantemente ayuda espiritual.