SEMANA: ¿En qué consiste la agenda humanitaria que usted estructuró y le entregó al presidente electo Gustavo Petro?

ERNESTO SAMPER: Desde hace un par de años un grupo de organizaciones, entre ellas, Vivamos Humanos que yo presido, además de la Pastoral Social, la Conferencia Episcopal y organizaciones de cúpula en la parte étnica, los afrodescendientes, entre otros, hemos venido trabajando en la sincronización de los esfuerzos que se están haciendo en distintas regiones del país para aliviar la situación humanitaria que se vive en esos territorios y por iniciar aproximaciones tendientes a la reactivación de los diálogos de paz. Se trata de 14 regiones en las cuales viven aproximadamente 10 millones de personas, 1 millón de las cuales están en grave riesgo. En desarrollo de estos contactos invitamos a unos 260 líderes de esos territorios a Bogotá en abril pasado y creamos una forma de coordinadora humanitaria. La primera decisión fue proponerle al futuro presidente electo que se lanzara una agenda humanitaria para proteger a la población civil inocente de estas regiones de los riesgos inherentes a su vida, a su integridad física, a la posibilidad de movilizarse y sostenerse. Fue así como se identificaron 10 mínimos humanitarios.

SEMANA: ¿Cuáles?

E.S.: La distinción entre combatientes y no combatientes, la protección de bienes destinados a uso social como escuelas y hospitales, el no reclutamiento de jóvenes, el no desplazamiento, el no confinamiento a la población, la sustitución social de cultivos. Y conforme con ese mínimo humanitario se pensó en hacer una cumbre humanitaria que tuvo lugar la semana anterior en Bogotá con los representantes de los líderes que le presentaron al equipo de paz del gobierno las bases de nuestra propuesta y cómo se requería que hubiera un acuerdo del Gobierno con los actores armados irregulares para que hubiera un compromiso entre ellos y las fuerzas armadas de respetar estos mínimos humanitarios que permitieran que, mientras avanzan las conversaciones de paz, se proteja la vida y la integridad física de estas personas amenazas. Por eso, se le propuso a Gustavo Petro que, a través de esta agenda humanitaria, relanzara el proceso de paz desde los territorios y no desde una óptica nacional.

SEMANA: Sobre el terreno, ¿qué tan viable es su agenda humanitaria?

E.S.: En El Catatumbo, una de las zonas involucradas en estos acuerdos, ya hay una predisposición de los grupos alzados en armas que operan en esta zona a suscribir el acuerdo humanitario como un primer pacto que serviría de piloto para que otras regiones lo sigan. Además, existe un avance que ha logrado la Conferencia Episcopal y los obispos de Chocó que podría concretarse en otro acuerdo humanitario.

SEMANA: ¿Qué dijeron los grupos armados?

E.S.: Cuando fueron consultados algunos líderes sobre su disposición para aceptar unos mínimos humanitarios que beneficiaran a la población, ellos expresaron que estarían dispuestos, obviamente, si hace lo propio el Gobierno. En el Catatumbo hubo manifestaciones del ELN, una disidencia de las Farc, de los Pelusos, vinculados a los paramilitares.

SEMANA: Con ese trabajo humanitario que usted está haciendo, ¿podríamos decir que usted se busca reencauchar en el gobierno de Gustavo Petro?

E.S.: No. Yo no aspiro a tener ningún papel distinto al que tengo hasta ahora que es ser, desde mi condición de expresidente, un facilitador de los procesos que lleven a este país a la paz. Ahora, coincido que la propuesta del presidente Petro es más ambiciosa que los diálogos de paz con los grupos alzados en armas y estoy de acuerdo en que se necesita que todo el mundo pare su agresión.

SEMANA: ¿Usted será clave en el proceso de negociación con el ELN, lo han invitado?

E.S.: No, no tengo ninguna aspiración de carácter operativo en los acuerdos de paz. Quiero ser un buen componedor y amigable facilitador de que todas estas gestiones lleguen a un buen término.

SEMANA: ¿Qué tan fácil es negociar hoy con el ELN?

E.S.: Están dadas las condiciones especialmente por la forma agresiva como se comportó el gobierno que hoy termina con el ELN, con Cuba, y los países que estaban involucrados como garantes. Esa actitud agresiva contrasta con la actitud propositiva de Gustavo Petro en el sentido de continuar las conversaciones donde quedaron hace cuatro años y donde habían avanzado en tres temas importantes: el acuerdo de humanización del conflicto con el ELN, la participación de sectores sociales en las negociaciones, es decir, que no fueran acuerdos a puerta cerrada y tercero, su disponibilidad a un cese bilateral al fuego.

SEMANA: ¿Usted cree que el 7 de agosto, cuando se posesione Petro, habrá un anuncio de un eventual cese bilateral al fuego con el ELN?

E.S.: No lo sé, de todas maneras ya no quedan sino días. Lo que sí tengo certeza es que a partir del 7 de agosto este país vivirá un clima diferente, de paz, alejado del conflicto y de cualquier forma de violencia.

SEMANA: ¿Usted cree en la paz total? No es fácil sentar a todos los grupos armados…

E.S.: Es un objetivo necesario y deseable. Nada logramos con dejar la mitad de la casa en paz cuando la otra mitad está incendiada, pero para llegar a cada uno de esos actores armados y desmontar el mecanismo del conflicto, no necesariamente se tienen que dar los mismos pasos. En cada paso debe estudiarse unas estrategias distintas para el desarme de los espíritus y las personas.

SEMANA: De otro lado, Andrés Pastrana no irá a la posesión. ¿Usted ya alistó el traje?

E.S.: Yo tengo listo mi traje para la posesión desde hace cuatro años, esperando a que pudiera utilizarlo. Es nuevo. Tuve el privilegio de no ser convocado hace cuatro años en la Casa de Nariño. Por eso, espero volver al palacio presidencial y que también pueda ir la oposición que es lo que suele ocurrir en procesos democráticos.

SEMANA: Por cierto, ¿cuánto durará la luna de miel de Petro y el Congreso?

E.S.: Espero que dure lo suficiente para que se aprueben los tres ejes articuladores de la propuesta de Petro en los cuales vale la pena que se gaste su principal capital político: la reforma agraria, la tributaria y la política.

SEMANA: Por último, la congresista Katherine Miranda tiene listo un proyecto de ley con el que quiere acabar con la pensión de los expresidentes. ¿Qué opina?

E.S.: Yo estoy de acuerdo en que si quieren rebajar la pensión la rebajen, pero no tanto como que no se pueda vivir de ella, decorosamente. Yo vivo de la pensión.

SEMANA: Es decir, ¿Qué la reduzcan, pero que no les quiten la pensión?

E.S.: Sí, que no la quiten, porque entonces de qué vivimos. Aún tengo obligaciones por cumplir, pero si es una decisión colectiva, si hay necesidad de hacer un esfuerzo, todos tenemos que hacerlo, presidentes y no presidentes.