Aunque las huellas de carbono individuales pueden verse eclipsadas por las de las compañías globales de combustibles fósiles, aún podemos marcar la diferencia.

Frente a incendios forestales, ciclones e inundaciones más frecuentes e intensas relacionadas con el cambio climático, es fácil sentirse impotente. Muchos creen que las empresas de combustibles fósiles contaminantes no se pueden detener, que los Gobiernos jamás las regularán, que los objetivos de reducción de emisiones nunca se cumplirán.

Pero, individualmente y, al final, colectivamente, hay mucho que podemos hacer para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero que sobrealimentan el calentamiento global.

1. Cambiar aviones y vehículos de gasolina por autobuses, trenes o bicicletas

El transporte genera alrededor de una quinta parte de las emisiones mundiales, con el tráfico rodado como peor infractor. Una forma fácil de reducir las emisiones es cambiar los automóviles de gasolina por trenes, bicicletas, vehículos eléctricos y, siempre que sea posible, caminar.

En las ciudades, las opciones de transporte eléctrico, desde scooters hasta buses, se están convirtiendo en una forma de moverse con bajas emisiones. Un automóvil de gasolina emite más de 10 veces más carbono que un scooter eléctrico, incluso si se tienen en cuenta las emisiones de fabricación y eliminación.

Para aproximadamente el 10 % de la población mundial que ha abordado alguna vez un vuelo, preferir los trenes a los aviones también puede tener un gran impacto. Un viaje típico en tren entre ciudades europeas, por ejemplo, emite hasta un 90 % menos de CO2 que un vuelo equivalente.

2. Comer más plantas en vez de animales

La producción de carne y productos lácteos contribuye con alrededor del 15 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, sin mencionar la pérdida de biodiversidad, la contaminación de los suelos y la polución.

Entonces, convertirse en vegetariano, o vegano, podría ser el camino. Pero hasta ahora, las plantas solo proporcionan el 2% de las proteínas, aunque se espera que aumenten al 11 % para 2035 y podrían acelerarse más si se reduce la demanda de carne y lácteos, según el Boston Consulting Group.

3. Presionar a los Gobiernos para tomar medidas

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Los escolares de Fridays for Future demostraron que es posible tomar partido colectivamente por el clima a través de protestas, campañas en las redes sociales o escribiendo a representantes locales. Puede que los políticos no estén haciendo lo suficiente, pero se han visto obligados a escuchar mientras las preocupaciones climáticas impulsan a los votantes en elecciones de todo el mundo.

Y a veces los tribunales también escuchan. En abril de 2021, los jóvenes de Fridays for Future argumentaron con éxito en un tribunal superior alemán que la falta de acción climática amenazaba sus libertades fundamentales y era inconstitucional. Como resultado, el tribunal obligó al Gobierno a fortalecer sus objetivos de reducción de emisiones.

4. Cambiar a proveedores de energía verde y (si es posible) instalar renovables

Elegir electricidad verde de fuentes limpias y renovables, como la eólica o la solar, es una excelente manera de contrarrestar la quema de combustibles fósiles para obtener energía, la mayor fuente de emisiones globales de gases de efecto invernadero.

En la Unión Europea, el uso de generación de electricidad renovable se duplicó desde 2005, llegando a representar el 34 % de toda la generación de electricidad en 2019.

5. Apagar las luces y bajar la calefacción (o el aire acondicionado)

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Algo tan simple como bajar la calefacción (o el aire acondicionado) puede ahorrar mucha energía. Es por eso que el Gobierno alemán, enfrentado a una crisis energética debido a la dependencia del país del gas ruso, limitó las temperaturas de calefacción interior a 19 grados Celcius en los edificios públicos este invierno.

Apagar las luces al salir de una habitación, apagar las computadoras por la noche y desconectar los dispositivos electrónicos inactivos son otras medidas que podemos tomar fácilmente. Usar electrodomésticos de alta eficiencia energética (inducción en lugar de estufas de gas, por ejemplo) es otro paso adelante. Además, podemos exigir al Gobierno apagar las luces nocturnas de monumentos y edificios, una política implementada recientemente en Berlín.

6. Desperdiciar menos comida

Cerca de un tercio de los alimentos cultivados en todo el mundo se tira. Este desperdicio es responsable de emisiones de carbono, cuando se calcula la producción, el transporte y el manejo de los alimentos: los que terminan en vertederos también generan metano, un gas de efecto invernadero muy potente a corto plazo.

En EE. UU., el desperdicio anual de alimentos genera 170 millones de toneladas métricas de emisiones de dióxido de carbono (sin contar las de los vertederos). Estas son equivalentes a las emisiones anuales de 42 centrales eléctricas de carbón.

Si no podemos comer todo lo que hay en el refrigerador, al menos hagamos compost con el resto, para fertilizar el jardín o para biogás. Presionemos a los supermercados para que dejen de tirar comida y la ofrezcan a bancos de alimentos u organizaciones benéficas. O pidamos a los restaurantes que ofrezcan “bolsas para perros” con las sobras. Ambas medidas están incluidas en una ley de desperdicio de alimentos aprobada recientemente en España.

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7. Plantar árboles

Los árboles son sumideros de carbono vitales, pero la deforestación continúa a un ritmo alarmante: la tala de la selva amazónica, por ejemplo, aumentó un 20 % en 2021. Más que nunca, plantar árboles es una de las mejores cosas que podemos hacer para reducir el CO2 en la atmósfera.

Limpian el aire, aumentan la biodiversidad, mantienen los suelos saludables, y ahorran energía, especialmente en ciudades donde conservan el ambiente más fresco y reducen la necesidad de aire acondicionado. En invierno, pueden proteger las casas del viento, lo que ayuda a reducir los costos de calefacción hasta en un 25 %.