Primer encuentro con ‘la isla feliz’

Lo primero que se siente al aterrizar en Aruba es una mezcla de brisa cálida y hospitalidad. El eslogan de ‘la isla feliz’ no es un simple lema turístico: se respira en cada sonrisa, en cada saludo y en la manera en que sus habitantes hacen sentir bienvenidos a los visitantes ―como también amablemente se le denomina―.

Oranjestad, la capital, recibe a sus visitantes con sus casas coloniales pintadas en tonos pastel y un aire caribeño que se mezcla con el orden y la limpieza de una ciudad que preserva su herencia holandesa.

Caminar por las calles de Aruba es detenerse en cada vitrina, en cada comercio, y dejarse llevar por la calma que parece no tener prisa.

Oranjestad es la vibrante capital de Aruba, una ciudad costera que combina arquitectura colonial holandesa de colores vivos con modernos centros comerciales, vida cultural y un animado puerto turístico. | Foto: Cristian Felipe Cubillos (SEMANA)

Playas de ensueño

Mucho se puede leer sobre las playas de Aruba, pero verlas en persona es otra historia. Eagle Beach, considerada una de las más bellas del mundo, ―de hecho, la número 1 del Caribe y la 3 del mundo, según los premios Travelers’ Choice de TripAdvisor 2025― deslumbra con su arena blanca, que parece harina, y sus icónicos árboles divi-divi, inclinados por el viento constante.

Palm Beach, en cambio, es perfecta para quien busca movimiento: hoteles, deportes acuáticos, bares y un ambiente animado hasta el anochecer. En el otro extremo, Baby Beach, es un refugio sereno, con aguas tan tranquilas que parecen una piscina natural, perfecta para nadar sin preocupaciones, ideal para familias con niños.

Baby Beach posee aguas tranquilas, un lugar ideal para familias con niños | Foto: Cristian Felipe Cubillos (SEMANA)

Naturaleza y aventura en el Parque Nacional Arikok

Pero Aruba no es solo mar. En el Parque Nacional Arikok se revela otra cara de la isla: árida, rocosa y misteriosa. Allí se encuentran la Fontein Cave, donde aún se conservan pictografías indígenas que guardan historias de hace siglos —además de ser el hábitat natural del murciélago de fruta—, y la Quadirikiri Cave, una cueva iluminada por la luz natural que se filtra a través de los agujeros en el techo.

Pictografías en la Fontein Cave. Se presume que fueron realizadas por los arauacos caquetíos, un pueblo indígena que habitaba la isla antes de la llegada de los europeos | Foto: Cristian Felipe Cubillos (SEMANA)

Caminar por los senderos de Arikok, entre cactus y caminos de tierra, es descubrir un Caribe distinto, donde la aventura se mezcla con la historia y la espiritualidad.

Fontein Cave. De fondo, detrás de la madera, el hábitat natural del murciélago de fruta | Foto: Cristian Felipe Cubillos (SEMANA)
Quadirikiri Cave, iluminada por la luz que se cuela por agujeros en el techo | Foto: Cristian Felipe Cubillos (SEMANA)

Dos Playa es uno de esos tesoros ocultos dentro del Parque Nacional Arikok. Se trata de dos pequeñas bahías gemelas separadas por una franja rocosa, rodeadas de acantilados y arena dorada. Aunque el mar aquí es fuerte y no se recomienda nadar, es un lugar perfecto para contemplar la fuerza del océano, caminar por la orilla o simplemente disfrutar del paisaje agreste y casi intacto. Muchos surfistas locales llegan atraídos por sus olas, mientras que quienes buscan tranquilidad encuentran en Dos Playa un rincón silencioso y auténtico de Aruba.

Dos Playa, en el Parque Nacional Arikok | Foto: Cristian Felipe Cubillos (SEMANA)
Aproximadamente, el 20 % de la electricidad se genera a partir de fuentes renovables. Por ejemplo, el parque eólico Vader Piet produce alrededor de un quinto de la energía consumida por la isla | Foto: Cristian Felipe Cubillos (SEMANA)

San Nicolás y el arte callejero

Uno de los rincones que más sorprende a los viajeros es San Nicolás. Antes conocida como la zona petrolera de Aruba, hoy se ha transformado en un lienzo a cielo abierto. Sus murales convirtieron al barrio en un museo callejero lleno de vida y color.

Murales en San Nicolás | Foto: Cristian Felipe Cubillos (SEMANA)

Cada esquina tiene una historia, un trazo y un mensaje que refleja la identidad multicultural de la isla y la historia de sus artistas. Recorrerlo, de la mano de Tito Bolívar, líder de la galería ArtisA, es descubrir un Aruba alternativo, distinto al turismo tradicional, con un alma propia que invita a quedarse más tiempo.

'Greetings from Aruba', mural en San Nicolás | Foto: Cristian Felipe Cubillos (SEMANA)

Sabores, descanso y vuelos directos

La gastronomía arubiana refleja su historia multicultural. En la isla, se encuentran platos tradicionales como el keshi yena, un queso relleno de pollo especiado, aceitunas y pasas que evidencia la herencia holandesa; el stoba di cabrito, un guiso de cabra cargado de sabor; y acompañamientos típicos como el funchi —similar a la polenta— o los plátanos fritos, que completan cualquier plato de pescado fresco. Cada bocado es un viaje por las influencias que han marcado a Aruba: europea, caribeña, africana y latinoamericana; más de 100 nacionalidades en sus platos.

En cuanto a la estadía, la oferta hotelera en Aruba es amplia, con grandes cadenas que garantizan confort y buenas experiencias. Una de ellas es el Courtyard by Marriott, un hotel reconocido por la comodidad de sus habitaciones y la atención cercana de su personal. Su ubicación en Palm Beach, cerca de la zona más animada de la isla, lo convierte en una opción ideal para quienes buscan combinar descanso y entretenimiento. Además, cuenta con piscina, gimnasio y espacios abiertos que invitan a relajarse después de un día de playa o excursión.

Llegar desde Colombia es sencillo gracias a los vuelos directos de Avianca. Muchos viajeros optan por la Business Class Américas, una experiencia que marca la diferencia desde el inicio: asientos reclinables más cómodos, un menú variado a bordo y acceso prioritario en los aeropuertos. Esa combinación de confort y eficiencia permite comenzar el viaje con la tranquilidad de sentir que la experiencia de Aruba empieza desde el mismo vuelo.

Los viajeros también pueden conocer otras posibilidades con otras aerolíneas.

Más que un destino, una experiencia

Lo que hace especial a Aruba no son solo sus paisajes de postal, sino la manera en que cada plan se convierte en experiencia: desde practicar snorkel para observar peces de colores, hasta cenar frente al mar mientras el sol se esconde en tonos naranja y violeta. Es un lugar que combina descanso, aventura y cultura sin perder su esencia cálida y alegre.

Un pícnic en Eagle Beach se disfruta entre la arena blanca más suave de Aruba, bajo la sombra de los icónicos árboles divi-divi y frente a un mar turquesa que invita a la tranquilidad. | Foto: Cristian Felipe Cubillos (SEMANA)

Viajar a Aruba es entender que la felicidad también tiene geografía, y que a veces basta con mirar el horizonte desde Eagle Beach para descubrir que, en efecto, hay lugares donde el tiempo se detiene para recordarnos lo afortunados que somos al estar vivos.

Un atardecer en Eagle Beach tiñe el cielo de tonos naranjas, amarillos y grises, mientras el sol se esconde sobre el mar sereno y las siluetas de los veleros y la gente contrastan | Foto: Cristian Felipe Cubillos (SEMANA)

¡Masha danki, Aruba!

¡Gracias, Aruba!