La reducción de la sal en la dieta es una de las medidas recomendadas por la reciente Cumbre de las Naciones Unidas para prevenir las enfermedades no transmisibles y señalada como una de las mejores estrategias para mejorar la salud de la población, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Además, el exceso de sal en la dieta incrementa la presión arterial, causando aproximadamente el 30 % de hipertensión, representa un posible carcinógeno para el cáncer gástrico y está asociada con la insuficiencia renal y la osteoporosis.

Sobre la misma línea, la OMS reveló algunas ideas erróneas acerca de la reducción del consumo de sal:

  • “Cuando hace calor y hay humedad, y uno transpira, se necesita más sal en la alimentación”.
  • “La sal marina no es ‘mejor’ que la refinada por el simple hecho de que sea ‘natural’”.
  • “La sal agregada en la cocción no es la fuente principal de la ingesta de sal”.
  • “No se necesita sal para que los alimentos tengan un sabor apetitoso”.
  • “Los alimentos sin sal no tienen sabor”.
  • “Solo las personas de edad se deben preocupar por la cantidad de sal que consumen”.
  • “La disminución de la sal podría ser nociva para mi salud”.

Por su parte, hace un tiempo Enrique Jacoby, el exasesor en alimentación sana y vida activa de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la oficina regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la región de las Américas, aseguró que “el azúcar no es un nutriente esencial y hay evidencia sólida que muestra que en realidad puede ser perjudicial al contribuir al sobrepeso, la obesidad y la caries dental”.

Dicho lo anterior, para los adultos, la OMS recomienda consumir menos de 5 gramos (un poco menos que una cuchara de té) de sal por día. Además, toda la sal que se consume debe ser yodada, es decir, enriquecida con yodo.

Sobre el azúcar, la recomendación es limitar la ingesta de azúcares libres a menos del 10 % de la ingesta calórica total de azúcares libres, que equivale a 50 gramos (o unas 12 cucharaditas rasas) en el caso de una persona con un peso corporal saludable que consuma aproximadamente 2.000 calorías al día, aunque para obtener beneficios de salud adicionales lo ideal sería un consumo inferior al 5 % de la ingesta calórica total.

De hecho, hay que señalar que los azúcares libres son todos aquellos que los fabricantes, cocineros o consumidores añaden a los alimentos o las bebidas, así como los azúcares naturalmente presentes en la miel, los jarabes y los zumos y concentrados de frutas.

Opciones para reducir la sal y el azúcar

  • No agregar sal durante la preparación de los alimentos.
  • No poner saleros en la mesa.
  • Limitar el consumo de tentempiés salados.
  • Escoger productos hiposódicos.
  • Comer menos caramelos y postres dulces, como helado, galletas y pasteles.
  • Leer las etiquetas de los alimentos en busca de azúcares agregados en condimentos empacados y salsas.
  • Elegir fruta fresca para el postre en lugar de pasteles, galletas, tartas, helados y otros dulces.
  • Elegir refrigerios ricos en nutrientes como verduras, frutas, queso bajo en grasa, galletas saladas integrales y yogurt bajo en grasas y calorías en lugar de dulces, pasteles y galletas.

De todos modos, lo primero que hay que hacer es consultar a un experto de la salud para que sea este quien guíe el proceso e indique que es lo más adecuado para cada persona, pues la información antes dada de ninguna manera sustituye la asesoría médica.