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"Si Panamá no entrega información es cómplice de los evasores." Carlos Peñaranda, Bogotá.

18 de octubre de 2014

Error muy grave

La declaratoria de ‘paraíso fiscal’ de Panamá por parte del gobierno de Colombia (SEMANA n.° 1693)  es quizás uno de los errores de política internacional y económica más graves que ha cometido Colombia. Es además un acto de imperialismo en contra de un país del tamaño de un departamento colombiano y de una población de 3,8 millones de habitantes. Es claro a estas alturas que el ministro de Hacienda no midió las consecuencias de esa decisión en su afán de estar construyendo los cimientos de una candidatura presidencial.

En Panamá operan más de 120 bancos internacionales por donde pasan billones y trillones de dólares anualmente y es ese sistema financiero uno de los pilares de su economía al igual que el canal, que le aporta millonarios ingresos. Qué no decir de Colón, el puerto comercial a donde llegan miles de containers de Oriente para su distribución a lo largo y ancho de América. Esta actividad comercial es una fuente de abastecimiento del comercio legal e ilegal en Colombia y posiblemente de lavado de dinero. Poco ha hecho el gobierno para controlarlo. ¿Acaso no sabe el director de la Dian en dónde se venden esos productos? ¿Por qué no los decomisan todos los días sino cada seis meses para buscar un titular de prensa? Para el ministro Cárdenas las cosas parecen blanco o negro y la realidad es que son grises. Siempre lo han sido, y siempre lo serán.

Uno de los ‘paraísos fiscales’ más grandes del mundo es el estado de Delaware en Estados Unidos. Allí tienen su sede las principales empresas y el Estado les guarda su secreto. ¿Tendrá el valor el ministro Cárdenas de decretar a Estados Unidos como paraíso fiscal?  “El loro sabe a qué estaca se monta”.
Por el momento, este error le puede costar al ministro la pérdida de varios peldaños en su escalera política, pues se creyó Goliat y se encontró con un David. A lo mejor no podrá dar el siguiente paso.

Luis Carlos Orozco
Medellín


Apóstol de la medicina

Respecto a la publicación de su edición n.° 1692, no me parece apasionante lo ocurrido a la doctora Ana María González, oncóloga colombiana, porque está en juego su honor, profesionalismo y toda una vida de por medio al servicio de la medicina.

Lo que existe es una astucia, intriga, complot, celos profesionales, xenofobia, oportunismo y manipulación del subordinado doctor George Blumenschein. Lástima que no ejerciera en Colombia para darle el estatus que se merece. Buena suerte para su segunda instancia.

Amparo López Arango
Cali

Emergencia de tráfico

Tal como lo plantea su artículo  ‘Qué desespero’ (SEMANA n.° 1693) el problema del trancón es casi insoluble  Dada la gravedad se requieren medidas heroicas para atenuar el caos  amparadas en una Declaratoria de Emergencia  para que estas medidas sean rápidas.

En primer lugar es irresponsable que se  sigan vendiendo carros en forma indiscriminada. Mientras no haya más vías se debería establecer un cupo de ingreso de nuevas unidades.  Además, subir el impuesto de rodamiento y gravar más a los 4x4 que ocupan más espacio. Esto, complementado con una campaña educativa que permitiría aliviar el componente del problema causado por la falta de cultura ciudadana  Esta campaña sería financiada por una sobretasa a las ventas de vehículos. La educación es fundamental ya que la mayoría de compradores son propietarios por primera vez.

Francisco Gaitán
Bogotá


Hubo autores intelectuales

Con toda atención me refiero al artículo sobre el magnicidio del general Rafael Uribe Uribe publicado en su edición n.° 1691, para hacerle el siguiente comentario:

En el libro ¿Quiénes son?, publicado en 1917 por el escritor M. T. Anzola Samper, se afirma que los asesinos Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal, fueron enfáticos en declarar que lo habían hecho por su cuenta y por actuaciones políticas del general, pronunciando frases como si tuviesen alguna formación intelectual, siendo ellos casi analfabetas y carentes de elemental cultura. No obstante, el fiscal de la causa, el doctor José Antonio Montalvo –célebre después en política en 1950– hizo hincapié en que no hubo autores intelectuales.  Durante su cautiverio gozaron de excelente solvencia económica, sin saberse quién se la suministraba.

El Tiempo en su sección ‘Hace 25 años’, cuando uno de ellos cumplió su pena de 20 años y salió de la prisión –el otro ya había fallecido– informó que el sobreviviente había viajado a Venezuela donde adquirió bienes y pasó sus últimos años con bonanza económica.

Lo anterior no deja duda que sí hubo autores intelectuales, más cuando Uribe Uribe había publicado su artículo ‘El liberalismo no es pecado’ y según el historiador Rodrigo Llano Isaza , como autores intelectuales fueron señalados el general Salomón Correal, director de la Policía, a quien el vulgo llamó el general Hachuela, algunos jesuitas como Rufino Berenstein, Marco A. Restrepo, Rafael Tenorio y Fernando Araújo, que desde los púlpitos predicaban contra Uribe Uribe y el general Melesio Gómez R., jefe de la Dirección Central de la Policía y otros.

Luis A. Patiño M.
Bogotá

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