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Andrew Garfield como Desmond Doss.

Tiene seis nominaciones a los Óscar.

Entre la brutalidad y la espiritualidad

Una década después de filmar 'Apocalypto', Mel Gibson regresa a la silla de dirección con 'Hasta el último hombre', la historia de un soldado cristiano que, sin jamás empuñar un arma, salvó la vida de decenas de compañeros en la Segunda Guerra Mundial.

Ana Gutiérrez
3 de febrero de 2017

Al final de Hasta el último hombre, dirigida por Mel Gibson y protagonizada por Andrew Garfield, aparece en pantalla material documental. En la secuencia, los personajes que inspiraron la película narran su historia en un esfuerzo por hacerle entender al espectador que sí, todo lo que vio, hasta lo más insólito, sí ocurrió. Es más, Gibson eliminó algunos de los elementos más inverosímiles. 

El largometraje cuenta la historia de Desmond Doss, un soldado estadounidense pacifista que, sin jamás empuñar un arma, se distinguió como médico de combate en el frente del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. La insólita vida de Doss, interpretado por Garfield, parece mandada a hacer por Gibson: fue un cristiano devoto que se mantuvo firme a sus creencias aun cuando descendía hacia el infierno de la guerra. La película no escatima la brutalidad del campo de batalla: los cuerpos son mutilados frente a la cámara, las tácticas son confusas, la muerte es omnipresente al punto de volverse horripilante. Gibson, de hecho, alegremente busca nuevas y creativas maneras de destruir cuerpos frente al lente de la cámara, al punto que menoscaba el presunto mensaje contra violencia de la película.

Tampoco ayuda que la cámara admira la violencia de los otros soldados de la unidad de Doss, quienes lo rechazaron inicialmente por su pacifismo. Aunque el largometraje carece de sutilidad (de niño, Doss y su madre explican por qué matar es un pecado prohibido por los mandamientos, al tiempo que una luz celestial baña al futuro soldado), el mensaje se pierde. Nunca es claro qué quiere decir Gibson más allá de celebrar a Doss, su fe y la religión cristiana en general. Si no fuera por la violencia gráfica, Hasta el último hombre se convertiría en un clásico de los salones de clase de religión.

Garfield hace lo que puede por elevar al personaje por encima de su arquetipo mesiánico y brilla cuando Doss está en el campo de batalla. Empapa al personaje con una energía extraña: logra que sea un hombre “diferente a los demás” (algo que repiten los personajes de la película, por si no ha quedado claro) sin llegar a enajenar. Incluso es entrañable. El reparto también cumple con su función, si bien el único otro personaje que se desarrolla en profundidad es el padre de Doss, un veterano traumatizado, interpretado magistralmente por Hugo Weaving.

Hasta el último hombre cuenta con seis nominaciones a los premios Óscar, entre ellas Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actor. La única que se siente justificada es la de Garfield. El largometraje entretiene, aun con su énfasis en lo gráfico, pero al final la alegría viene más de escapar la brutalidad del campo de batalla que de un entendimiento de un hombre tan excepcional como Doss. O, en las palabras de Bill Mechanic, uno de los productores de la obra: "Doss, un verdadero héroe entre héroes, era una contradicción. No tratamos de resolver esa contradicción en la película".