Tania Rodríguez, de Soatá, fue elegido en Neiva como la reina del Bambuco. Para lograrlo, practicaba el Sanjuanero hasta 20 veces al día. | Foto: Mateo Rueda M.

CULTURA

¿Quién dijo que Boyacá no tiene reinas?

En el Concurso Nacional de Belleza las coronas han sido esquivas para las boyacenses. Esto podría cambiar, pues este año el departamento tiene dos soberanas vigentes, la del Bambuco y la del Joropo.

Adolfo Zableh Durán*
6 de agosto de 2018

Por un lado, 4.000, o casi, es el número de ferias y fiestas que hay en Colombia. Muchas de ellas vienen con reinado incluido, y aunque es imposible conseguir una cifra oficial, se calcula que hay más de 1.000 de ellos. Del coco en San Andrés, de la yuca en Atlántico, de la piña en Santander; en nuestro país cada alimento tiene su propio concurso de belleza.

Por el otro, Boyacá. Cuna de nuestra independencia, despensa de Colombia, centro minero y hasta fábrica de ciclistas, pero nunca reconocido como productor de reinas. Y no es en vano. De hecho, es uno de los departamentos que jamás ha logrado ganar la corona del Concurso Nacional de Belleza en Cartagena. Lo máximo a la fecha: un par de primeras princesas y el premio al mejor traje artesanal en la edición de 2017. Esto podría empezar a cambiar gracias a personajes como Tania Rodríguez (22 años) y Lendy Tovar (18), soberanas de los reinados del Bambuco y el Joropo, dos de los ritmos más famosos de Colombia. Boyacá tiene dos reinas vigentes y no es un detalle menor.

La primera cursa una licenciatura en educación artística con énfasis en artes escénicas, la segunda estudia secretariado ejecutivo y sueña con ser abogada. Mientras Tania tiene raíces en Soatá, Lendy es hija adoptiva del departamento y se siente como una boyacense más. Cuando se les pide que se definan, sin ponerse de acuerdo ambas dicen que más que por reinas, desean ser recordadas por ser personas buenas y alegres. Tal es el talante de los boyacenses.

Las dos son testimonio vivo del esfuerzo, porque más allá del brillo de las coronas y los reflectores, ser reina es una tarea complicada. Años de espera, meses de preparación, jornadas interminables, todo se justifica para cumplir los sueños. Y aunque estamos hablando de reinados de belleza, esta historia trata más bien de perseverancia y talento.

Desde que tiene uso de razón, Tania ha visto bailar a su madre y a sus tías y sin el ejemplo de ellas no habría llegado a donde está. Baila desde que tiene 6 años y lleva también ocho dedicada al ballet. Es tal su obsesión y talento que para quedarse con la corona del Bambuco en Neiva había días en los que practicaba el Sanjuanero hasta 20 veces; así, el momento de la final fue un día más en la oficina para ella.

Bailar la ha llevado lejos, y no es exageración. No solo ha recorrido el país a fuerza de pasos, sino que ha estado en festivales en México, España y hasta en las exóticas Hungría y Serbia.

Hace año y medio Tania abrió su propia empresa, la academia de Arte y Danza Taroca, y ya tiene cuatro profesores que le ayudan a formar a los bailarines del futuro. Y aunque es la idea, nadie puede asegurar que serán tan buenos como ella.

Lendy no es menos y para coronarse en Villavicencio como reina del Joropo se preparó dos años. Gimnasio por la mañana, clases de oratoria y fogueo periodístico por la tarde, ensayos de joropo por las noches; todo esto sin dejar de estudiar. Tanta fuerza no salió solo de ella, Lendy nunca estuvo sola. Sus padres y su hermana, sus entrenadores físicos, sus profesoras de oratoria, sus primos y amigos más cercanos, hasta sus estilistas y en especial su parejo de baile; todos influyeron, todos sumaron y la empujaron hasta la corona. Y si Tania empezó a bailar a los 6 años, a Lendy se le fue la mano y recuerda estar en esas a los 3, culpa de sus padres y su hermana, que ya llevaban tiempo en el oficio. Ahora tiene claro que su misión es llevar el joropo a todos los sitios a los que vaya y lograr que el país, en especial los jóvenes, se interesen en la cultura llanera.

En un país de reinas y reinados como Colombia, vivimos en tiempos donde mucha gente se opone a ellos por cosificar la imagen de la mujer. Más allá de que tengan o no razón, Tania y Lendy demuestran que un evento de este tipo no se trata solo de belleza, y que la disciplina y la constancia pesan más que cualquier cosa. Hoy sobre sus cabezas no solo descansan las coronas, sino el buen nombre de su departamento.

*Periodista.