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Descifrando el reguetón paisa
La editora de Billboard, Leila Cobo, analiza en donde está el éxito de este ritmo que han popularizado artistas como J Balvin y Maluma.
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Los movimientos musicales no nacen en los estudios de grabación, en las oficinas de las disqueras ni en las consolas de los productores. El grunge nació en los bares de Seattle, el motown en las esquinas de Detroit. Y el reguetón es de los caseríos de Puerto Rico, donde esa mezcla de rap con reggae y dancehall encontró su punto de ebullición.
Y si bien Puerto Rico vio nacer el reguetón como movimiento musical caribeño, Medellín –una urbe en la mitad de los Andes, a más de 500 kilómetros del Caribe– ha sido testigo y artífice de su segunda llegada. No uso este término a la ligera. Cinco de los primeros 20 puestos del Hot Latin Songs de Billboard, que mide tocadas en radio, venta digital y streams, le pertenecen a esta ciudad suramericana; o sea, un cuarto del chart es propiedad de Medellín, que ni siquiera es la capital de un país, esto es un hecho sin precedentes.
En los premios Billboard de la Música Latina 2017, Nicky Jam, un reguetonero puertorriqueño cuya carrera renació en Medellín, lideró las nominaciones con nueve. A su vez, los medellinenses J Balvin y Maluma, los exponentes más grandes de la música urbana colombiana, fueron finalistas en siete categorías cada uno. Quizá sea aún más relevante que dos de los cuatro finalistas a Productor del año eran colombianos: Alejandro ‘Sky’ Suárez (trabaja con Balvin), y Saga Whiteblack (equipo de Nicky Jam).
El reguetón de Medellín tiene su propio ritmo: más lento, más melódico, romántico y lírico, y con sutiles toques de influencia de otros géneros tropicales.
“Así vemos este género. Empezamos a tocar el reguetón a nuestro modo”, me dijo Sky hace un par de años, cuando su sonido llegó a las listas globales con 6 A.M., el hit de Balvin con el boricua Farruko.
Muchas de las canciones que dominan los listados populares son deudoras del sonido de la capital antioqueña (piensen en Despacito, para no ir más lejos). En palabras de Andrés Castro, productor de Carlos Vives y Chocquibtown, el reguetón paisa mezcla lo “baladoso” con lo bailable. “Une dos mundos en algo que es accesible para la gente”.
La historia del reguetón en las montañas andinas es bien particular. Mientras el género que dio a conocer Daddy Yankee, en 2004, con Barrio Fino (que incluía la Gasolina), empezaba a opacarse dándole paso a la invasión de la bachata, en Medellín comenzaba una revolución distinta. Ayudó, sin duda, que un grupo de estrellas ‘veteranas’ como Shakira, Vives y Juanes, le hubieran dado credibilidad a la música colombiana en todo el mundo.
Sin ellos, nada de esto estaría pasando. También es indiscutible la madurez de la industria musical en el país. Hace 30 años no existía. Pero en este siglo no solo hay muchas facultades de música en las que prima el enfoque comercial y donde se forman cantantes, productores e ingenieros, sino que hay una infraestructura que los apoya. Por último, fueron claves el concepto DIY (Do It Yourself) o Hazlo tú mismo, que permite que se compongan canciones con una consola en la sala de la casa; y el streaming, que ayuda a que la música se difunda por Youtube o Spotify sin tocar la puerta de una distribuidora global.
Medellín fue muy receptiva a la agresividad del reguetón puertorriqueño. Los jóvenes de la ciudad hallaron una música hecha por gente de su edad, que les hablaba de manera directa, con franqueza, en su idioma. Estas no eran las baladas cursis de los papás, o la salsa dura –que tanta fuerza tuvo en la ciudad de Cali–, o el vallenato –que les llenaba los oídos a los bogotanos–. El reguetón era de la calle, real, tangible. Sus artistas, hasta los más grandes como Daddy Yankee, Vico C y Don Omar, se dejaban tocar y sentir. El reguetón era prueba viva de que no había que pedir permiso para hacer música y ser exitoso; todo estaba ahí, disponible para quien quisiera meterle mano.
Medellín poco a poco se convirtió en el destino principal del reguetón en Colombia, y finalmente en su fuente. Ahí se creó un reguetón con letras más románticas, coros más melódicos, ritmos más complejos. Hoy, la lista de artistas urbanos que vienen de la ciudad sigue creciendo con nombres como Reykon, Sebastián Yatra y Karol G.
“El mercado nacional está aún lejos de alcanzar su punto de maduración. No creo que todavía haya un movimiento establecido”, me decía J Balvin hace pocas semanas. “En Puerto Rico y en República Dominicana sí hay un ‘movimiento’. En Colombia no hay tantos artistas todavía. Pero sé que se va a dar”.
*Pianista y periodista.