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AMOR Y PODER

Una historia de la vida real, en la más reciente película dePaul Newman.

10 de septiembre de 1990

Earl Long, tres veces gobernador del estado de Luisiana, es uno de los personajes más pintarescos de la política norteamericana de los últimos 50 años. Aficionado a la bebida y a las mujeres hermosas, populista que coqueteaba con el voto negro sin llegar a ofender a sus amigos blancos, Long ha sido convertida ahora en el protagonista de una película curiosa, dirigidapor un joven que comenzó su carrera hace dos años con "El campeón y la bella", Ron Shelton.

"El escándalo Blaze" está basada en un libro de memorias publicado por una agresiva mujer llamada Blaze Starr que, a los 20 años, se convirtió en la amante pública del gobernador Long, quien en esos momentos estaba llegando a los 60 años y empeñado en lograr su quinto período. El libro es audaz, explícito en lo relacionado con los apetitos y costumbres sexuales de Long, y sirve para que Blaze descargue de su alma todo el rencor que le quedó, luego de ser rechazada por la puritana sociedad de Luisiana tras la muerte de su amante.

La película gira alrededor de Blaze, desde cuando decide abandonar el hogar con una maleta casi vacía y un consejo de su madre: "Jamás confíes en un hombre que te mira a los senos y te dice: Puedes confiar en mí. Huye como si fuera la peste". Curiosa y divertidamente, Blaze tiene que huir del primer hombre que se encuentra, quien la contrata para un prostíbulo tras pedirle que confíe en él. Más tarde, al conocer al gobernador, éste por el contrario le pide que desconfíe de todo el mundo, comenzando por él. Convertida en la bailarina y "estriptisera" más buscada y aplaudida, provoca la reacción animal del gobernador, quien se enamora de ella y la hace su consejera. Con un tono de humor negro, una estupenda reconstrucción del ambiente de la época y diálogos divertidos y punzantes, Shelton ha logrado una película que si bien no profundiza en las relaciones sexo-política, permite observar las estupendas actuaciones de Newman y Davidovich, además de una historia de amor contada a la manera antigua.

Sólo un autor tan cáustico y punzante como Isaac Bashevis Singer, ganador del premio Nobel por sus historias llenas de humor al estilo judío, podía lograr una tragicomedia como esta. El espectador se topa con una línea argumental que a grandes rasgos cuenta como un sobreviviente de los campos de concentración es escondido, alimentado y cuidado por la muchacha polaca que era la sirvienta de su esposa, quien aparentemente ha muerto en medio de la confusión de la guerra.

El personaje, llamado Herman Broder, se marcha a Nueva York con su esposa polaca, Yadwiga, una mujer ingenua y buena que entiende poco el inglés y acepta que todas las semanas su marido se marche en viaje de negocios a otra ciudad. En esa otra ciudad, por supuesto, tiene una amante, una muchacha volcánica llamada Masha.

Hasta allí, el genio burlón de Singer y el tono incisivo de un realizador como Paul Mazurski, hacen de las suyas con el espectador. Pero aparece la tercera mujer, o mejor dicho, la primera. Y la película se convierte en un auténtico infierno porque es Anjelica Huston quien entra en escena.

Mazurski ha logrado una película madura, que penetra en los personajes y retrata ese Nueva York de 1949, con esa zona de Coney Island donde muchos sobrevivientes de los campos de concentración se refugiaron al amparo de los norteamericanos. Herman Broder es un mentiroso, un tramposo y un hombre con grandes necesidades afectivas. Por eso tiene dos mujeres, la tonta que lo idealiza como un marido perfecto a pesar de la desconfianza de las vecinas, y la hermosa amante que le saca hasta el último centavo. Ese universo de arrepentimiento, de doble moral, de burla permanente por una muerte, hace a los personajes agudos y apasionados. Por eso, cuando aparece la tercera mujer, el espectador no se sorprende porque sabe que hacía falta otro elemento para la confusión moral.

Divertida, pícara, inmoral, así es esta película que puede ubicarse entre las mejores de este año, gracias también a la fotografía lograda por Fred Baker y a la música melancólica de Maurice Jarre.

Esta película está basada en una de las mejores novelas policíacas y de terror de los años recientes, "Dragón rojo", de Thomas Harris. Es la historia de ese investigador dotado de poderes mentales muy especiales, los cuales le permiten al tocar los objetos y lugares que fueron ocupados por un asesino, conocer sus pensamientos e intenciones y hasta comunicarse telepáticamente con él.

El director Michael Mann viene de la televisión, donde dirigió varios capítulos de la serie Miami Vice. Ese lenguaje nervioso y eficaz de la televisión le sirvió para lograr esta versión de la novela de Harris.

Mann también escribió el guión, que es fiel a la novela original. Comienza con el investigador William Graham, ya retirado, descansando en una playa con su mujer y su hijo. Entonces su amigo Jack Crawford, antiguo compañero en el FBI, llega a buscarlo porque acaban de asesinar a una familia completa que dormía en su casa de Atlanta. Algunas características del crimen empujan a las autoridades en busca de Graham, quien ha resuelto los más intrincados casos en los últimos años basado en un método que sólo él practica. Mediante huellas, rasguños, muestras de sangre y saliva, conoce bien al delincuente, llega a pensar como él, se anticipa a sus reacciones y movimientos, hasta lograr su captura.

Pero, en esta ocasión Graham se encuentra con un delincuente extraño que rompe los espejos de las casas y utiliza los fragmentos como cuchillos y que tiene contacto con otro asesino que esta en el pabellón de enfermos mentales de una cárcel.

La película ha sabido captar muy bien la esencia de la novela y, por eso, hay emoción en la forma como Graham desarrolla su técnica mientras acumula nuevas pruebas. Los verdaderos motivos de este asesino que rompe los espejos, conforman los mejores momentos de una estupenda película de horror y suspenso, descrita con ángulos de cámara y cortes narrativos que vienen de la televisión.