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HOMENAJE

La imagen perfecta

El primero de abril se cumplen 100 años del nacimiento de Leo Matiz. Cinco fotógrafos colombianos reseñan la foto que los marcó del maestro: su influencia es incuestionable.

1 de abril de 2017

Es uno de los fotógrafos más versátiles y singulares de las primeras décadas del siglo XX porque la aventura marcó su vida desde el comienzo: su madre, Eva Espinosa, lo dio a luz en el lomo de una yegua en pleno galope. Leo Matiz (1917-1998) se definía a sí mismo como un personaje de Macondo. Y lo era. No solo porque nació en la misma Aracataca de Gabo, sino por su extravagancia al narrar, vestir y vivir. En los años treinta, después de un corto paso por la caricatura, descubrió la cámara y volcó su talento hacia la reportería gráfica, lo que lo llevó a ser el padre de la fotografía en Colombia.

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Con su ojo sensible y la sed de viajar registró la naturaleza y los personajes del trópico, el caos del Bogotazo, los campesinos e indígenas de Colombia, México y América Latina, a Frida Kahlo y Diego Rivera, así como a estrellas de la música y el cine de la época como Agustín Lara, María Félix, Cantinflas y Luis Buñuel, entre muchos otros. Pero, paradójicamente, en sus últimos años de vida estaba convencido de que sus imágenes en blanco y negro serían opacadas por el galopante uso del color. Se equivocó. Hoy, 100 años después de su nacimiento, 5 fotógrafos colombianos le rinden homenaje con la foto que más los marcó. n

Pavo real del mar

Ciénaga Grande, Colombia, 1939

Ese día de 1969 en la Ciénaga Grande imagino a Leo Matiz sentado en una piragua en movimiento, concentrado como un cazador, empuñando su cámara Rolleiflex y listo para dispararle al pescador en ese momento decisivo cuando extienda por completo su atarraya. Lo logra después de muchos intentos y con la paciencia del santo Job. Una imagen perfecta en su geometría, en su técnica y en su lenguaje. Un pedazo de vida congelada de un hombre con un oficio milenario. La esencia de su obra. Esa aventura de saber mirar y tallar con luz en un suspiro, en el segundo de la gran recompensa.

León Darío Peláez, editor fotográfico de SEMANA

Niño con gorro típico

Cuzco, Perú, 1947

Me impacta mucho esta imagen porque es la representación viva de un rostro precolombino como los que generalmente vemos en las figuras de los museos de antropología. Si bien esta imagen no es tan conocida como la famosa foto del niño de Cuzco -del fotógrafo suizo Werner Bischof, tomada en 1954- merecería un mayor reconocimiento dada la potencia y belleza que Leo logró en este retrato de un niño indígena del mismo lugar en 1947.

Carlos Duque, fotógrafo, diseñador y publicista

Sombreros de palma

Cuenca, Ecuador, 1946

Apenas empezaba mi carrera de periodismo en la Universidad de Antioquia, en 1988, y fue una exposición del maestro Leo Matiz en el Museo de Arte Moderno de Medellín la que ayudó a definir mi forma de ver y escribir con fotografías la historia de Colombia. Con retratos dignos de campesinos de aquí y de allá, con humanidad y belleza. Sus fotografías son memoria de una tierra donde no se les ha respetado la vida y, menos, su pensamiento. Y yo tenía miedo de opinar en una universidad, ciudad y país que en ese último año de 1987 había asesinado a cerca de 20 estudiantes y profesores líderes de movimientos sociales. Leo Matiz me enseñó a ver la grandeza de nuestra gente sencilla y olvidada por el centralismo.

Jesús Abad Colorado, fotoperiodista del conflicto armado

India

Zona de Puno, Alto Perú, 1961

"Esta es una de mis fotos preferidas de Leo, la vi cuando apenas era un adolescente y estaba empezando como fotógrafo. Es de esos retratos impactantes con tanta humanidad así la expresión de sus ojos apena se vea; además para su contexto y época Leo estaba rompiendo las reglas básicas de iluminación para hacer retratos. Me impactó tanto desde entonces que siento que la llevo en mi selección inconsciente de imágenes que uso como herramienta para crear mis retratos. Hace rato no la veía y ahora que lo hago de nuevo veo que puede ser una de las grandes influencias en mi trabajo. Muy gráfica, limpia y potente".

Ricardo Pinzón, fotógrafo especializado en retratos

Frida Kahlo en el jardín de la casa azul

Coyoacán, México, 1944

"Las imágenes del maestro Leo Matiz son tan naturales, llenas de simplicidad que hace que sean únicas. Esa mirada aguda, detallada, sin filtros, sin pretensiones es lo que más me gusta de su obra. Es un referente en nuestra profesión y más por ser colombiano. Siempre muestra nobleza y generosidad en cada una de sus fotos. Mucho hay que aprender de él a través de su obra. Por más tecnología que encontremos en la industria, su obra nos da esperanza de que esta profesión no pierda la esencia, documentar la vida misma, sin filtros, ni mentiras, mostrarla tal cual es".

Eliana Aponte, reportera gráfica de agencias internacionales