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“En Colombia se debe cambiar la forma de enseñar historia”: Jorge Orlando Melo

Antonio Caballero, Jorge Orlando Melo y Álvaro Tirado Mejía discutieron en Ideas al Barrio por qué la enseñanza de la historia no es un cuento chino.

22 de septiembre de 2018

¿Es importante conocer la historia del país? ¿Tiene alguna importancia su enseñanza? ¿Cómo se está enseñando? ¿Debería ser obligatoria? ¿Qué versión se debería difundir? Estas y otras preguntas fueron las que discutieron los historiadores Jorge Orlando Melo y Álvaro Tirado Mejía, junto con el periodista, columnista y caricaturista Antonio Caballero en el conversatorio ‘Historia: la clase imprescindible’, que fue moderada por José Fernando Hoyos, editor de Nación de SEMANA.

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En sus intervenciones y en las respuestas al público, los tres panelistas explicaron por qué el nuevo decreto sobre la enseñanza de la historia en realidad no cambia nada, por qué es necesario que las clases de historia sean obligatorias, por qué no deben estar subordinadas a las ciencias sociales y por qué el desprecio hacia esta rama del conocimiento, y de las humanidades en general, es una tendencia mundial.

En Colombia no somos los únicos

Álvaro Tirado Mejía afirmó que la discusión sobre la pertinencia de la enseñanza de la historia “no solo es un tema local sino que ha hecho parte de interminables debates en el ámbito internacional”. Y, desafortunadamente, la historia está perdiendo. Trajo a colación el libro del periodista argentino Andrés Oppenheimer ‘¡Basta de Historias!‘, que para Tirado es el mejor ejemplo de cómo se vuelve cada vez más común la idea de que las humanidades no sirven para nada y que para salir del subdesarrollo hay que enfocarse en difundir las carreras técnicas y científicas, y el inglés.

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“Para mí -explicó Tirado- lo de Oppenheimer es un exabrupto. En una de sus conclusiones dice “la obsesión latinoamericana con la historia nos está robando tiempo y energías para concentrarnos en el futuro. Yo me pregunto: ¿qué futuro tendremos si no sabemos dónde estamos y de dónde venimos? Desafortunadamente, esta versión es la que toma cada vez más fuerza en el mundo y en el público”.

Antonio Caballero, en una posición un tanto radical, consideró que esa idea de preferir las carreras técnicas por encima de la historia y demás humanidades viene desde hace más de 50 años: “El país viene por los menos desde los años cincuenta del siglo pasado con una obsesión por enseñar cosas técnicas e inglés. En el colegio yo no aprendí absolutamente nada la historia y eso me frustraba tanto que empecé a dibujar la historia de Colombia”.

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¿Cómo se ha enseñado la historia en Colombia?

Caballero continuó su intervención diciendo que aquí no se enseña historia desde hace décadas porque los colombianos no nos hemos puesto de acuerdo en una mínima versión unánime de ella. Y recuerda que la mayoría de los conocimientos recibidos por él en el colegio solo llegaron hasta la Patria Boba. Él cree que hasta ese hito hay un consenso en que todos son héroes, desde Gonzalo Jiménez de Quesada hasta Nariño, pero que de ahí en adelante nadie sabe qué versión contar. Y afirmó: “en Colombia no hay una versión con algunos acuerdos de la historia porque siguen intactas las misma razones que nos han llevado a la guerra tantas veces”.

Tirado Mejía también expresó su frustración por no aprender historia en el colegio y porque en su época no había donde estudiarla de manera profesional. Pero también dijo que desde hace 50 años comenzó en un proceso de profesionalización que en la actualidad se ve representado en la variedad programas académicos de pregrado, maestría, y doctorado y en la producción bibliográfica.

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Jorge Orlando Melo, por su parte, expuso cómo ha sido la enseñanza de la historia del país. Según él, desde que se estableció la obligatoriedad de las clases de historia, en 1821, cada tanto se han promulgado leyes en ese sentido. Por eso él no considera que el Estado haya abandonado ese propósito. Para Melo el problema viene con un fenómeno que comenzó con la Nueva Historia de Colombia: “desde la década de los año sesenta comenzaron a formarse muy buenos historiadores profesionales, que una vez llegaron al ministerio de educación, en los años ochenta, consideraron que la historia debía enseñarse teniendo en cuenta las otras ciencias sociales. La idea era que todo ese nuevo conocimiento universitario y profesional pasara a las aulas de clase. Una idea con buenas intenciones pero que en su aplicación terminó apartado a la historia y dando más importancia a la economía, a la sociología… con el tiempo los profesores no supieron manejar esa cantidad de información y se hicieron un ocho tratándoles de enseñar ciencias sociales a los jóvenes.”

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¿Qué hacer?

A propósito de la nueva ley firmada este año, por el anterior gobierno de Santos, y que supuestamente trae la aulas de clases la enseñanza de la historia, los tres conferencistas coincidieron que es más de lo mismo: “aquí sucedió lo del gatopardo: que todo cambie para que nada cambie”, dijo Mejía; “aquí en Colombia la gente cree que las cosas se solucionan con más leyes”, expresó Melo; “en Colombia existen todas las leyes imaginables y no se cumplen. Son una repetición de la repetidera”, anotó Caballero.

Tirado Mejía, sin embargo, fue el más pesimista: la nueva ley seguirá diluyendo el aprendizaje de la historia.

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Pero, ¿qué hacer para cambiar esa situación? Los panelistas consideraron que Estado debe volver obligatoria la enseñanza de la historia en primaria y secundaria. Pero recalcan que eso no significa que debería haber una historia oficial y única para difundir. “Al contrario –afirmó Melo- deben existir muchas versiones que los estudiantes puedan aprender, comprar y así formar un juicio histórico independiente”.

Además de obligatoriedad de las clases se debe hacer un esfuerzo por cambiar la forma de enseñar la historia. La cuestión no debe ser memorizar datos y fechas. “La historia debe formar a los alumnos en debate y en argumentación, que un estudiante pueda ver una documento histórico y a partir de este discutir con los demás. Hacer este cambio técnico es muy difícil pero se debe hacer”, explicó Melo.

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Sin embargo, Caballero fue más allá y afirmó que los cambios en la enseñanza de la historia solo se darán cuando la sociedad cambie su actitud frete al maestro: “en este momento ellos son despreciados y si eso no cambia, no cambia nada en la educación”.

Esta charla de Ideas al Barrio tuvo lleno absoluto en la Cámara de Comercio de Bogotá. Un reflejo de que la historia en este país sí importa.