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El café de los maestros

Definido como un 'Buena Vista Social Club del tango', este disco doble es un documento puro y necesario. Entrevista con Lágrima Ríos.

Juan Carlos Garay
12 de febrero de 2006

Comencemos por decir que aquí está incluido, como un epitafio, el último solo de bandoneón que grabó José Libertella. Son dos hermosos minutos de fuelle con que el maestro se despide. Cuando salió publicado el álbum, ya Libertella había dejado esta tierra de pesares con una herencia de arte que por fortuna quedó registrada en varios discos: hizo de cada pesar un tango. Pero, más allá de la nota necrológica, Café de los Maestros es uno de esos proyectos necesarios para conocer el regusto original de músicas que hoy suenan más diluidas. Tal vez cierto complejo de culpa llevó a Gustavo Santaolalla, que andaba metido en el tango electrónico, a reunir a las viejas glorias de la música rioplatense y grabarlos sin artificios ni computadoras. El resultado es un disco doble que suena de lo más puro. Hay muchos arreglos de orquesta típica e incluso partituras desempolvadas de los años 40. Hay bandoneones magistrales y guitarras que, como en el tango de Gardel, "vuelan en sus armonías coraje, amor y lamento". Hay voces gloriosas como la de Virginia Luque, salida del mítico Viejo Almacén de Buenos Aires, o la de Nelly Omar, que hacía mil años (es metáfora) no se paraba frente a un micrófono. Pero fue la garganta octogenaria de Lágrima Ríos la que conquistó a Gustavo Santaolalla y terminó convenciéndolo de hacerle la segunda voz (la última vez que el productor se había metido a corista fue en el disco Un día normal, de Juanes, siempre procurando que su canto sonara lejos, casi imperceptible). El encanto por doña Lágrima es comprensible cuando uno habla con ella. SEMANA: ¿Cómo fue el primer momento en que usted se enteró del proyecto 'Café de los Maestros'? LÁGRIMA RÍOS: Eso fue en 2003. Yo estaba en mi casa en Montevideo y de pronto recibo una llamada de Gustavo Santaolalla con estas palabras: "Necesitamos su presencia en Buenos Aires". Él me lo hizo ver como una necesidad. Así que me trasladé allá a un local que yo había conocido hace muchos años como la Confitería Ideal, pero resulta que ahora son los estudios de grabación... no me acuerdo... ¿Usted puede ver en los créditos del disco y me dice como se llaman? SEMANA: Estudios Ion. L.R.: Eso. Lo que pasa es que a mí esos detalles no me preocupan tanto. En ese momento yo de verdad lo único que tenía en la cabeza era la letra del tango que iba a cantar. SEMANA: ¿Ya se conocía con esas otras glorias del tango con las que alterna en el disco? L.R.: Claro: Virginia Luque, que es la más joven, tiene 78. También están Nelly Omar, Horacio Salgán, Mariano Mores... Todos nos habíamos saludado alguna vez en la vida, pero nunca nos imaginamos que íbamos a hacer algo juntos. SEMANA: Parece que con 'Café de los Maestros' usted regresa al tango, ya que últimamente estaba dedicada a otro estilo llamado candombe. L.R.: Es que yo he hecho muchas cosas. Lo primero que canté fue folclor: sambas y cuecas. Luego di el paso al bolero, que es algo muy curioso en mi carrera y casi nadie lo sabe. Después pasé al tango y, más recientemente, al candombe. Pero el tango es importantísimo en mi vida: es el género con cuyas historias me identifico más. SEMANA: ¿Eso quiere decir que se identifica con los versos que grabó para este disco, que dicen que 'La fama es puro cuento'? L.R.: Eso hace parte del tango Vieja viola y la estrofa dice: "Es que la gola se va y la fama es puro cuento". La gola es como le decimos nosotros a la voz; usted sabe que con los años a uno se le va la voz. Yo siempre he dicho que Dios me quitó muchas cosas, pero me dio mi garganta y todavía me defiendo con ella. La otra parte es más cierta: la fama, es puro cuento. Yo por ejemplo tengo fama pero no tengo dinero, entonces no sirve de mucho. SEMANA: Ahora que usted mencionaba el bolero, ¿hay un sentimiento compartido con el tango? L.R.: Claro. Fíjese por ejemplo en la canción El día que me quieras. Se puede cantar como tango o como bolero, es casi igual. Le voy a dar un consejo: si a usted alguna vez le dicen "el día que me quieras...", quiera a esa persona, no se va a arrepentir.