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El Nobel rebelde

El dramaturgo inglés Harold Pinter, nuevo premio Nobel de Literatura, se caracteriza no sólo por haber marcado una época en el teatro, sino por sus posiciones radicales en contra de Estados Unidos.

3 de diciembre de 2005

Harold Pinter es considerado por los ingleses como un "viejo gruñón" cuya obra de los últimos años está tremendamente permeada por su compromiso político. Para el resto del mundo Pinter es el dramaturgo vivo más importante y el más destacado de la segunda mitad del siglo XX. "Sólo hay que viajar a cualquier país y darse cuenta de que allí se está produciendo una obra suya", dice su biógrafo Michel Billington. Los 18 miembros del comité de la Academia Nobel en Suecia también reconocen su importancia y para ellos la militancia política de Pinter es una virtud, opinión que no comparten muchos ingleses. "La continuidad de su obra es destacable, y sus temas políticos pueden ser vistos como un desarrollo de su primer trabajo en el que analizaba la amenaza y la injusticia", dice el dictamen con el cual la Academia Nobel anunció que le concedían el premio Nobel de Literatura. Pinter es un artista de izquierda que protesta activamente desde hace varias décadas por las injusticias del mundo: Pinochet, Bosnia, Afganistán, Irak... Es un gran opositor de la política exterior estadounidense y del primer ministro británico, Tony Blair, por secundar a George W. Bush en la guerra de Irak. Hasta el punto de que su obra está dividida en dos: antes y después de que los temas con fuertes referencias políticas se convirtieran en el eje de su trabajo. Esto ha hecho que los ingleses, de cierta manera, le hayan dado la espalda en los últimos años. "Cuando viajo a Europa, encuentro que mis obras tienen un gran despliegue. Aquí (Inglaterra) son presentadas, pero no mucha gente gusta de ellas", dijo Pinter al periódico The Guardian de Londres, momentos después de conocer que había recibido el premio. Irónicamente, le dieron el Nobel sólo unas semanas después de que anunció que dejaba de escribir obras de teatro para dedicarse a la poesía. "He escrito 29 obras. ¿No es eso es suficiente?". Pero es que Pinter no sólo es un destacado escritor de teatro, sino también de guiones para cine ( Ha escrito 21 entre los que están El accidente -1976-; La amante del teniente francés -1981-), de relatos cortos y, en los últimos tiempos comenzó a oficiar de poeta. Eso sin contar con que ha sido actor y director de teatro, televisión y cine. Pero, sin lugar a dudas, su gran maestría está en el teatro. "Pinter volvió a llevar el teatro hacia sus elementos básicos: un espacio cerrado y un diálogo impredecible donde las personas están a merced de las otras y parecen desintegrarse", dice el dictamen de la Academia. Para los amantes de este género, Pinter es todo un clásico viviente. Hasta el punto de que en el teatro hace muchos años se acuñó la expresión 'pinteriana' para definir un estilo en el que "la palabra es usada como un cuchillo muy afilado. Es usada para agredir, para mostrar la incomunicación entre los seres humanos", como explica Ricardo Camacho, director artístico del Teatro Libre de Bogotá. "La fuerza de sus diálogos está en la acumulación de palabras simples y de frases que parecen cambiar de color y forma en la medida en que se repiten. Por eso las obras de Pinter se meten dentro de la piel del espectador más que las de cualquier otra obra de un dramaturgo vivo", explica Ben Brantley, experto en teatro de The New York Times. Para el actor Patrick Delmas, protagonista de El Amante, obra de este dramaturgo dirigida por Fabio Rubiano, que se presentará en el Teatro Nacional a partir del 19 de octubre, una de las características que hace que el trabajo de Pinter sea tan profundo "es que siempre está haciendo referencia a una amenaza que viene de afuera. Alguien va a venir a destruirlo todo". Esto tiene una gran relación con su infancia. Pinter nació en 1930 en Londres, en el barrio de Hackney. Era el único hijo de una pareja de judíos pobres de los que fue separado en 1939 con la llegada de la guerra. Lo llevaron a las afueras de Londres hasta cuando tuvo 14 años y se dice que esta etapa, en la que leyó constantemente a Franz Kafka y Ernest Hemingway, marcó su vida. Allí empezó una etapa de introspección que es evidente en su obra. "Uno de los aspectos más importantes en la obra de Pinter es que siempre hay una lucha por el territorio. Cada uno de los personajes lucha por tener un espacio en el mundo, mientras otro siempre trata de disputárselo. Esta lucha sucede en forma de comedia. Y es que él es el maestro de la 'comedia de la amenaza' porque logra, con una ingeniosidad verbal, hacer reír mientras cuenta cosas horribles", explica Camacho, que ha llevado a escena dos obras de este autor. Una de ellas fue Caretaker (El encargado) que fue la obra que lo lanzó al estrellato en 1959. Desde entonces, este ex actor de compañías de teatro transhumantes no ha dejado de dar de qué hablar, ya sea por su trabajo, por su posición política o sus romances. Sobre todo en 1980, cuando abandonó a su ex mujer, la actriz Vivien Merchant, para marcharse con una de las más ricas herederas del Reino Unido, Antonia Fraser, con quien sigue casado. Incluso en estos días, antes de conocerse que había ganado el premio Nobel, Pinter había sido uno de los grandes protagonistas de la escena artística británica debido a su cumpleaños número 75. Y es que después de que superó un cáncer de esófago que casi lo mata en el año 2002, lo homenajes y los premios no han dejado de llegarle. "He pasado por cinco días extraordinarios", contó el día que le avisaron la noticia del Nobel al diario The Guardian. "El jueves anterior fui a Dublín para asistir a un festival en mi honor... El Teatro Gate me hizo sentir orgulloso. Estaba muy afectado por todo eso. Y luego fui a coger el avión el lunes y estaba lloviendo. He pasado por varios problemas de salud, así que estaba caminando con la ayuda de un bastón. Cuando me bajé del carro apoyé el bastón en el piso y este se deslizó y caí en el piso y me pegué contra el pavimento. Había sangre por todo el lugar y una gran herida en mi frente... En un momento estaba disfrutando plenamente de la vida. Al siguiente momento pensé que iba a morir... Y luego, esta mañana, llega la noticia del Nobel". La noticia de la designación fue una gran sorpresa para el mundo de la literatura. Él mismo cuenta que ese jueves había buscado en el periódico el nombre del nuevo premio Nobel, con la esperanza de que se lo hubieran otorgado al escritor turco Orhan Pamuk que, al igual que él, se caracteriza por tener una sólida posición política. Desde ya el mundo literario espera con inquietud el discurso de 45 minutos que deberá pronunciar ante la Academia Sueca cuando reciba su premio. Ese día seguramente utilizará las mismas palabras cortantes y concretas que utiliza en sus obras para exponer su visión del mundo. Así como hizo en 2002, cuando le otorgaron el título de doctor honoris causa de la Universidad de Turín: "Estados Unidos cree que los 3.000 muertos en Nueva York son los únicos muertos que cuentan, los únicos muertos que importan. Son muertos norteamericanos. Las otras muertes son irreales, abstractas, sin consecuencias..."