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LA METARMOFOSIS DE BARYSHNIKOV

Bajo la dirección de Polanski, el famoso bailarín se hace actor.

17 de abril de 1989

Durante los últimos quince años en los que ha vivido en Estados Unidos después de haber escapado del ballet Kirov de Leningrado este hombre delgado y rubio se ha dedicado solo a bailar, saltar en el aire deslizarse por el suelo y darle vida a las obras y los personajes creados especialmente para el por grandes artistas. En los intervalos ha tenido tiempo para aparecer en tres peliculas, White Nights, Dancers y "Momento de decisión".
Pero, todo su mundo cambió a partir de un viaje que hizo a París el otoño pasado cuando vio lo que su amigo, el director y actor Roman Polanski, era capaz de hacer en el escenario con la trágica historia de "La metamorfosis", de Kafka. Esa noche, mientras cenaban, Mikhail Baryshnikov escuchó la propuesta más insólita: para la versión norteamericana de la obra, tanto el productor Lars Schmidt como el guionista y director de la obra, Steven Berkoff, querian que el bailarín interpretara el personaje angustiado de Gregorio Samsa quien al despertarse una mañana, encuentra que se ha convertido en insecto.
Los admiradores de Baryshnikov están preocupados: mientras lo ven en el escenario, utilizando los dedos, las manos, los brazos, las piernas, todo el cuerpo -porque no usa disfraz de insecto alguno-, moviéndose según las indicaciones de Polanski y permaneciendo en escena todos los 95 minutos de la obra (cuando un ballet de un solo acto sólo llega a 40 ó 50 minutos), saben que el artista soviético ha encontrado una nueva carrera y saben que es tan apasionante, que no es raro que comience a abandonar el ballet gradualmente. Saben que ha nacido un actor y se ha perdido un bailarín.
Como escribió un cronista neoyorkino, al levantarse una mañana Baryshnikov descubrió que desde su cama se había convertido en uno de los actores más buscados de Broadway. Lo confiesa con preocupación: "Puede sonar horrible pero es como si de golpe hubiera entrado al mundo de los adultos, como si hubiera crecido. Como si atravesara el espejo y entrara en la realidad. Los momentos de silencio, las palabras, escuchar a los demás actores, todo conforma la experiencia más gratificante de mi vida".
Lo curioso de esta transformación es que lo ha decidido a una edad en que la mayoría de los artistas prefiere la estabilidad profesional y emocional, y no se cansa de explicar a quien quiera escucharlo, cómo el teatro es superior al ballet: "Bailar es como montar a caballo. Como si manejáramos un animal fuerte y violento. Pero hasta los animales más fuertes y violentos tienen sus límites. Uno se cansa al final. Por bien que te vaya, al final te cansas. En cambio en el teatro existen posibilidades ilimitadas de poder expresarte. Es un contacto directo porque en el fondo es el más obvio de los contactos, con la palabra que va directamente al cerebro de la persona que está escuchándote. Jamás tienes que adoptar metáforas como en el ballet".
Durante estos 15 años en Estados Unidos, ha bailado con los grupos más importantes. Hasta su encuentro con Polanski, el futuro estaba asegurado en ese mundo limpio y brillante del baile.
La sorpresa para todos ha sido descubrir un actor disciplinado y decidido en el bailarín. No es la superestrella en el escenario, es uno más en una historia que desde hace más de 70 años le da la vuelta al mundo. Y para el director, el nuevo actor tiene una ventaja: no viene cargado con los resabios y las manias de otros. Está completamente limpio de influencias, actúa espontáneamente, es profesional, se sienta a contemplar el trabajo de los demás, es como trabajar con una pieza de plastilina, totalmente maleable. La versión de "La metamorfosis" que ahora están viendo en Nueva York en cierta forma es como un ballet con palabras, con muchos elementos simbólicos y para decepción de algunos, no aparece ningún insecto. El set que representa la casa de la familia Samsa está compuesto por barras metálicas negras, con pocos muebles y los actores simulan que comen o beben.
Qué viene ahora, le preguntan a "Misha" y él responde: "De una cosa estoy seguro: quiero seguir actuando, sé que me encuentro en el mejor momento de mi vida, me siento confortable conmigo mismo, con los demás y eso hay que aprovecharlo".