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Las invasiones bárbaras

La ganadora del Oscar a la mejor película extranjera no es sólo la reconciliación entre un padre intelectual y un hijo 'yuppie'. ***

Ricardo Silva Romero
4 de abril de 2004

Título original: The Barbarian Invasions.
Año de producción: 2003.
Director: Denys Arcand.
Actores: Remy Girard, Stéphane Rousseau, Marie-Josée Croze, Dorothée Berryman, Johanne Marie Tremblay, Pierre Curzi, Louise Portal, Dominique Michel.

Y, ya que hablamos de Cristo, y ahora que importantes obras canadienses se toman los teatros de varias ciudades colombianas, vale la pena recordar una película de Denys Arcand titulada Jesús de Montreal. Se trata de un drama notable, reconocido por el Festival de Cannes de 1989, en el que un grupo de actores se enfrenta a la Iglesia Católica por culpa de una versión experimental del evangelio. Sorprenden, de aquella producción, su sensibilidad, su ingenio y su capacidad para indagar en ciertos problemas del mundo en que vivimos sin caer en falsos compromisos. Algo similar ocurre con Las invasiones bárbaras, el décimo largometraje de Arcand, cineasta nacido en Quebec, quizás porque le perdonamos los peores lugares comunes (el yuppie de los 90 enfrentado al intelectual de los 70, la drogadicta de buenos sentimientos) y nos concentramos, del todo, en los conmovedores esfuerzos de Sebastián, el hijo compasivo, para construirle un buen morir a su padre, Remy, un profesor mujeriego que sufre las consecuencias de un cáncer incurable.

Las invasiones bárbaras es sensible, ingeniosa y lúcida en su mirada al mundo paranoico que Estados Unidos ha creado con la excusa del terrorismo. Sus personajes, tomados de La decadencia del imperio americano, un drama de 1986 filmado por el mismo director, nos tienen de su lado desde las primeras escenas: sus quejas contra la ineficiencia del sistema hospitalario canadiense y sus irónicos lamentos ante el fracaso de los grandes ideales son emotivas manifestaciones de sus fragilidades.