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En ‘Jazz colombiano’ Acevedo y su banda juegan con todo tipo de ritmos y de influencias para lograr versiones únicas.

MÚSICA

Luces, cámara, jazz

Después de un largo silencio discográfico el pianista de jazz Oscar Acevedo, uno de los decanos de este sonido en nuestro país, publica un estuche doble con un CD y un DVD.

Juan Carlos Garay
7 de septiembre de 2013

La producción de música colombiana en DVD no es mucha, y por eso los melómanos estamos atentos como animales feroces a cada propuesta que se lanza en nuestro campo audiovisual. Por lo tanto no es difícil, cuando comienzan a desfilar las imágenes de Jazz colombiano en vivo, reconocer que el lugar donde se encuentra el pianista Oscar Acevedo es el mismo que hace dos años utilizó el cantante Andrés Cepeda para grabar su DVD Vivo en directo. Incluso el recurso de una cámara aérea para el baterista parece copiado. 

Pero eso es solo una anécdota. Uno de los pianistas de más larga trayectoria en el jazz de nuestro país (y también en el complejo arte de hacer bandas sonoras) decidió romper el silencio discográfico de más de una década publicando un estuche doble: un CD y un DVD. El primero es básicamente la pista de audio del segundo, de manera que nos vamos a concentrar en la experiencia completa, la que puede apreciarse en pantalla.

De entrada, la interpretación del tema tradicional chocoano Parió la luna tan distinta, digamos, a la versión que hace la Mojarra Eléctrica, nos traza el rumbo que Oscar Acevedo y su grupo quieren darle a sus canciones: una aproximación más abstracta, donde pueden aparecer ritmos colombianos como el joropo o el bambuco, pero apenas como base y en son de pretexto. 

El propio Acevedo, en una de esas columnas cautas que suele escribir en El Tiempo, hablaba de la necesidad que tienen los músicos jóvenes de estudiar los standards –la cartilla básica del jazz– antes de lanzarse a hacer fusiones y experimentos. Interesante cómo la vida da vueltas: ahora que lanza su DVD no es precisamente para tocar My Funny Valentine sino para presentarnos sus composiciones y alguna que otra pieza raizal. Aunque, a favor suyo, podemos anotar que cuando acomete una creación suya como Cosiánfiro, lo hace con esa conciencia de pulcritud 
que se reserva a los standards.

Igual, todos cambiamos. Los dos anteriores discos de Acevedo (que, insisto, tienen más de diez años) eran registros con teclado eléctrico y una profusión de instrumentos, desde congas hasta acordeón, muy propios de esa época de apertura y bonanza, cuando todos creíamos que más es mejor. 

Yo prefiero al jazzista sobrio de ahora, más ocupado en la esencia que en los adornos; el que aflora por ejemplo en la única pieza sin acompañamiento. Cuando se queda solo frente al piano para tocar el tema de la película Acosada, Acevedo nos trae una reminiscencia vaga de Lennie Tristano, capaz de zafarse la camisa de fuerza del swing para asomarse a terrenos impresionistas.

Por último, unas palabras sobre los músicos que lo acompañan. La primera parte del recital cuenta con la fuerza escénica de Gina Savino, que es una de las voces femeninas más frescas del jazz colombiano. Acevedo la sabe dirigir para que no se robe el show, dándole entradas puntuales y suficientes. 

En la segunda parte vemos a Gina al fondo, escuchando recostada en la consola, mientras el nuevo protagonismo se lo lleva el guitarrista Oscar Portillo: justo cuando creemos que ya escuchamos todo lo que este DVD tiene para mostrar, piano y guitarra se enfrascan en un contrapunteo exquisito, como retándose la imaginación. 

El resultado es un recital variado que, gracias a los cortes, juega con la tendencia que tenemos todos a anticiparnos. Después de la tercera o cuarta pieza ya no sabemos de qué tono será la siguiente camisa de Oscar Acevedo ni cuáles serán los colores que explore con su piano. El balance es ejemplar. Sea con una voz, con una guitarra, en cuarteto o solo, el músico ha llegado a ese momento en que sabe que no se trata de exhibir sino de disfrutar.