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Regreso a Cold Mountain

Los diálogos enfáticos y la grandilocuencia de esta superproducción opacan los horrores de la guerra civil norteamericana.

7 de marzo de 2004

Título original: Cold Mountain
Año de producción: 2003
Director: Anthony Minghella
Actores: Jude Law, Nicole Kidman, Renée Zellweger, Kathy Baker, Aileen Atkins, Natalie Portman, Donald Sutherland.

No habrá nadie, en todo el mundo, que se atreva a decir que Regreso a Cold Mountain es una producción de segunda. La escalofriante batalla del principio, la reconstrucción minuciosa de los escenarios de la guerra civil norteamericana, la banda sonora inmejorable (una serie de canciones tristes del folclor estadounidense y de composiciones originales que parecen de aquel tiempo), los paisajes deslumbrantes que atraviesa el hombre que regresa, el suspenso que nos lleva de una escena hasta la otra: los 78 millones de dólares de presupuesto se ven, sin duda, en cada plano del largometraje. Algunos dirán, eso sí, que el guión está plagado de frases grandilocuentes y trucos baratos. Otros, menos amables, insinuarán que los tres protagonistas -Jude Law no puede llorar, Nicole Kidman parece una supermodelo, Renee Zellwegger juega a ser el elemento cómico- nunca se habían visto tan perdidos en ningún papel. Y los demás, como dijo Spike Lee, caerán en cuenta de que los dos amantes del relato pertenecen al bando racista.

El estupendo Anthony Minghella, responsable por El paciente inglés y El talentoso señor Ripley, tiende a dejar a un lado detalles como esos cuando cuenta una historia. Aquí narra con soltura la odisea de W. P. Inman, el viacrucis de Ada Monroe y la redención de Ruby Tewes, pero olvida, nos hace olvidar, que esos eventos ocurrieron en la realidad. Su adaptación del libro de Charles Frazier, descendiente del verdadero Inman, quizás sea una emotiva versión del viaje de Ulises, pero reduce el horror del pasado a un cuento con princesas y villanos.